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España España · A Coruña
Voto de Javialacarga:
4
Drama Al enfermar su padre, Penny Chenery (Diane Lane), madre y ama de casa, decide ocuparse de las caballerizas que la familia tiene en Virginia. Aunque ignora todo cuanto se refiere al mundo de las carreras de caballos, con la ayuda de un veterano entrenador (J. Malkovich) y contra todo pronóstico, acaba consiguiendo en 1973 la Triple Corona gracias a uno de los mejores caballos de carreras de todos los tiempos. Basada en hechos reales. (FILMAFFINITY)  [+]
29 de junio de 2011
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es Secretariat una película profundamente religiosa. Una auténtica liturgia a poco que uno la mire detenidamente, o, dicho con más precisión, una parábola sobre la fe. Tanto el personaje de Diane Lane como -en sentido figurado- el caballo, actúan movidos, más que por el raciocinio o por la simple confianza en sus posibilidades, por una fe inquebrantable en el triunfo ante las dificultades. Valores muy americanos que remiten al destino manifiesto, esa idea de que es Dios mismo quien ha dispuesto que ellos prevalecerán, y que por tanto ello es inevitable.

Más allá de los innumerables clichés que exhibe esta muy mediocre película, como por ejemplo la dificultad que entraña conciliar la vida familiar y la persecución de nuestros sueños, realmente me llamó la atención el énfasis que los personajes hacen en seguir adelante, confiando en que el éxito llegará. En una escena determinada, el personaje de Diane Lane asegura que su caballo vencerá. Acto seguido el animal pierde y la mujer culpa primero al caballo, luego al jinete y luego al entrenador como si algo incomprensible hubiese ocurrido, como si la derrota no fuese una posibilidad. Es un resumen de toda la película: su fe en el triunfo -que no confianza- no proviene de un conocimiento exhaustivo del mundo de los caballos, o del valor del esfuerzo; viene directamente de la certeza absoluta e inamovible que al final triunfará porque así ha de ser.

Secretariat, película Disney, es una retahila de comportamientos ultraconservadores. Al principio de la película, un personaje increpa cruelmente a un empleado de las caballerizas de raza negra. Parecería que la secuencia puede tener alguna influencia posterior en la trama, pero no. La protagonista es testigo de ello y simplemente pasa de largo. Más tarde, se ensalza el espíritu del jinete que hizo correr a su caballo hasta que le reventó el corazón (el del caballo, claro, no el del jinete). Para justificar esta explotación de los animales, los personajes insisten una y otra vez en la idea de que los propios caballos son corredores, campeones natos. El hombre, el amo, le atribuye una idiosincrasia al animal, el esclavo, que no es otra que la que él quiere conferirle. Siendo rigurosos, un caballo no puede ser un campeón nato porque para empezar ni siquiera sabe lo que es una carrera. Pero desde el punto de vista del explotador, del que considera que la naturaleza ha sido puesta a su disposición para su uso y aprovechamiento (otra concepción puramente religiosa), lo fácil es pensar en el animal explotado como en un ser que en realidad quiere lo mismo que él, y que es feliz dejando su destino en manos del amo.

(SIGUE EN EL SPOILER)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Javialacarga
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