Muchos de mis amigos dicen, con razón, que soy demasiado bueno con las películas. Vamos, que soy un bollo de pan. Incluso me han llegado a decir que no importa la película, que el mero tránsito de imágenes en una pantalla ya me llama lo suficiente la atención como para extraer algo que estimula mi sensibilidad cinematográfica. Vale. Están en lo cierto. Pero he de alegar en mi defensa que esto sólo, repito, SÓLO le es aplicable a cualquier género cinematográfico, a salvo de la comedia.

La comedia, conmigo, lo tiene muy, MUY chungo. ¿Que por qué? Pues porque soy lo suficientemente risueño como para llegar descargado a cualquier película. Una comedia, conmigo, no va a poder buscarme la risa. Me la va a tener que PROVOCAR. No sé cómo, pero si no lo hace, ha fracasado. Vaya, el nene no era tan blando, ¿eh?

Empieza Supersalidos y no puedo evitar cierto escepticismo inicial. "Buff... típica comedia adolescente americana". El medidor se sitúa en el 2-3, con pocas probabilidades de subir enteros.

Lo primero que salta a la vista (o mejor, al oído), es lo asombrosamente malhablados que son los jóvenes protagonistas. Sus diálogos se concentran exclusivamente en el sexo femenino y en una creciente obsesión en perder la virginidad con las chicas de sus sueños. Hay que estar ciertamente atento para descubrir que, además de esta motivación, hay algo más en esta historia, que hace referencia a la amistad, a la verdadera, a ésa que no se dice y se intuye, y que se exclama cuando parece perdida. Ésa que sobrevive a todo. Esa amistad es la que une a los protagonistas, que, ante todo, son dos amigos que se embarcan en su última aventura juntos.

Supersalidos plantea un humor adolescente, chabacano, cutre, descarado, en ciertos tramos hasta agudo. El tema es que te ríes. Te ríes por las ocurrencias. Te ríes con los personajes (aunque aquí tengo que decir que el mérito lo tienen los dos protagonistas, Jonah Hill y Mike Cera) y sus diálogos acelerados. Una agradable sorpresa, oye.

Pero no todo es bueno, como dice el título. McLovin (Chris Mintz-Plasse) no tiene buen encaje en esta película. Aparece prometiendo ser el personaje más surrealista del trío protagonista. En este sentido, no defrauda para nada. Sin embargo, dos factores empañan al personaje:
1) Su pésimo doblaje al español.
2) Que la historia lo separa de los otros dos personajes principales y lo agrupa con un dúo de paletos en el rol, pésimo por cierto, de policías (Muy cansina la crítica a la policía en estas películas).

De otro lado, la película es larga para lo que cuenta. La historia tiene una estructura muy bien diferenciada, pero la parte en la que los protagonistas han de agenciarse alcohol para asistir a la fiesta de sus chicas se me antoja demasiado larga.

Mi conclusión: No es tan buena como la pintaban, pero tiene ciertos detalles que le otorgan una personalidad propia dentro de este tipo de comedias.