Digamos que quieres rodar un capítulo largo estilo "Black Mirror", y fíjate, que tomando unas tapas, conoces a Frank Miller, y charlando y entre birra y birra, se coincide en que "El Día de la Marmota" es un peliculón genial, y luego comienzan a salir temas de amores perdidos, platónicos y memorables. Al día siguiente, con enorme resaca, lees un puñado de hojas con diálogos que te fascinan y alquilas un taxi y una cámara, y localizas a un par de actores (actriz y actor, perdón) que están en ese momento trabajando para Seur o Burguer King (tonterías aparte, ambos hacen un excelente trabajo).

El resultado es fascinante, inteligente, y aviso, casi todo el metraje está rodado básicamente dentro de un taxi con dos personas, pero engancha, crea dudas y preguntas (afortunadamente con respuestas), y no, no se monta en el taxi Bruce Willis vestido de boxeador, pero aún así, una mezcla sorprendente y agradable.

Wolf.