Recientemente, Disney Plus ha justificado por fin su existencia con el anuncio de infinidad de series y películas (la mayoría de Marvel o Star Wars, que son las sagas que mejor le funcionan en los tiempos que corren), pero hasta el momento su razón de ser no tenía sentido, debido a uno de los catálogos más pobres en lo que a plataformas se refiere. La película en exclusiva, Amadrinadas (Godmothered), es un ejemplo más de ello, ya que estamos ante un telefilm, soso como él solo, y que se olvida tan rápido como se consume.

Sorprende, y mucho, que la directora de esta bobada sea la misma que la de El diario de Bridget Jones (cuyas secuelas le restaron parte de su encanto como comedia inglesa), la cual dirigió mejor una producción de bajo presupuesto de hace dos décadas, que no la que nos ocupa. Aquí todo luce tosco, perezoso y sin atisbo alguno de gracia, hasta el punto que no se aprovecha casi ni el elemento navideño, siendo un conjunto al que nada tienen que envidiar los telefilms de las tardes de sobremesa. Es más, perfectamente se podría emitir en dicha franja horaria, que nadie arquearía la ceja.

Sólo hace falta fijarse un poco en los mediocres efectos especiales (exceptuando los animales) para darse cuenta de que en Disney no confiaban demasiado en su propio producto, siendo una suerte de Encantada (Enchanted) de rebajas, digna de la década de los 90, pero de Disney Channel más que de un estreno en cines. De ahí que se haya estrenado directamente en la plataforma, porque no alcanza los mínimos de calidad para acabar en una sala de cine, más bien en el salón de casa, y quizás ni eso.

Tampoco ayuda el insustancial guion, con unos personajes cliché con los que es imposible encariñarse, por mucho que se pretenda, y una trama que no va a ninguna parte y te deja igual que estabas en el minuto uno. La película se hace larga, no hay lugar para el humor (se supone que estamos ante una comedia, pero no hay ningún momento mínimamente divertido), y se desaprovecha el recurso del hada madrina de forma alarmante, ya que si la sacas de la ecuación, tampoco sucede nada, con dos protagonistas cuya química brilla por su ausencia.

No es culpa de las dos actrices principales, Isla Fisher y Jillian Bell, estupendas intérpretes que hacen lo que pueden con sus personajes, y con una gran vis cómica (mostrada en mejores comedias) que es desaprovechada por los responsables del film. Una lástima, porque ambas son capaces de lo mejor, lo que si no te dan un buen material, poco se puede hacer al respecto.

En conclusión, estamos ante una tontería con el único propósito de rellenar el pobre catálogo de la plataforma, y que no creo que invite a la suscripción, más bien a todo lo contrario. Menos mal que Disney se ha puesto las pilas y ha puesto toda la carne en el asador con sus anuncios, porque si esto es lo mejor que tiene que ofrecer actualmente, apaga y vámonos.

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