Pese a que "El intercambio" no posee la fuerza innata de otras obras de Eastwood como "Mystic River", hay que valorar el gran trabajo que este director casi octogenario ha rodado.

"Los Ángeles, 1928..." me encanta el sonido de estas palabras, esa ciudad y esos años sin ley, o con ley fraudulenta. Eastwood ha ambientado a la perfección esta maravillosa y corrupta época californiana, y nada mejor que el duro escándalo de Christine Collins para reflejar en la pantalla este nauseabundo drama que revuelve el estómago.

"El intercambio" es mucho más que la denuncia de una desesperada madre que ha perdido a su hijo, es más que ese intento de suplantación de identidad, es más que las lágrimas de Christine Collins ante la pasividad policíaca y sus métodos poco morales por resolver casos no resueltos. "El intercambio" es una asfixiante crónica de sufrimiento y superación, es una novela policíaca donde los malos son malos y los buenos lo pasan mal. Los Ángeles huele a azabache pero es áspero como papel de lija.