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España España · Torrejón de Ardoz
Voto de melchorin:
9
Drama La familia Solé lleva varias generaciones cultivando una gran extensión de melocotoneros en Alcarràs, una pequeña localidad rural de Cataluña. Pero este verano puede que sea su última cosecha: la fruta ya no renta y los paneles solares están sustituyendo a los árboles.
3 de mayo de 2022
10 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carla Simón ya nos tocó la fibra con su debút, su magnífica VERANO 1993. La historia y los personajes, su forma de contarnos lo que parece ser su niñez son ya una reivindicación de una autora y una magnífica narradora, alguien fuera de lo corriente en el panorama cinematrográfico patrio.

Pero ahora llega esta ALCARRÀS y asistimos a una obra ya redonda, a mi entender, tan sincera y tan fresca como la primera, incluso más por el amateurismo del reparto coral, pero ya con hechuras de obra maestra y en la que la tradición, el amor a la tierra, a la familia, al pasado, a las gentes que forman tu comunidad es tan palpable como sincero y, sobre todo, capaz de ser entendido por cualquier espectador, incluso por aquellos urbanitas o veinteañeros incapaces de distinguir un melocotón de una mandarina. Ojo, el que suscribe puede incluirse dentro del primer grupo, no por desgracia ya en el segundo.

Y es que Clara Simón nos presenta desde el primer fotograma a unos personajes cercanos, valientes y a la vez vulnerables, lo hace además con honestidad, sin tapujos, una historia de perdedores, de una generación que se sabe ya la última pero que cuida mucho el objetivo de intentar transmitir todo lo que sabe a sus hijos, a sus nietos.

Algo similar a lo que hizo Ana Iris Simón recientemente en su magnífico y aclamado libro FERIA. Quizás estemos asistiendo a una reivindicación de lo tradicional, así, en general, por parte de creadores, creadoras en estos casos, jóvenes capaces de mostrar un respeto y una cierta admiración por un mundo que vivieron en su niñez y del que se despiden con estas magníficas obras. Se agradece, ciertamente.

¿De dónde han salido esos actores y actrices no profesionales, esos niños y niñas, ese anciano de mirada serena y parco en gestos y palabras? Seguro que en la imaginación de Clara Simón estaban ya allí desde que pergeñó la historia, desde los inicios, pero encontrarlos, darles vida, poner diálogos y gestos en ellos es una labor tan ingente como valorable, es por esto que estamos ante una película personal y al tiempo universal, una delicia para disfrutar en sus dos horas de duración desde el principio hasta el fin.

Gracias, directora.
melchorin
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