Esta primera película de Sereseky se caracteriza, sobre todo, por la importancia de la labor de los actores. Es una película de actores en todos los sentidos, casi concebida para el lucimiento de una Carmen Machi que siempre deja mejor aroma en papeles dramáticos que en cómicos, al menos a mi entender. La película adolece de exceso de sentimentalismo, pero sus diálogos no son ñoños o absurdos, el espectador se los cree. Quizás abusa de edulcorada en lo que se refiere a la utilización de los niños. Sobre todo, una inmensa Terele Pávez que ha llegado a la vejez en un momento espléndido y lo demuestra película tras película. Lo peor, que la historia parece ya contada y que no deja poso ni recuerdo ni hace pensar al espectador. En cualquier caso, se deja ver, sigue la estela de películas españolas con una media aceptable estrenadas los últimos años. Que siga la racha...