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España España · Las Palmas de Gran Canaria
Voto de Arsenevich:
9
Drama Jefferson Smith (James Stewart), un joven ingenuo e idealista, que parece fácilmente manipulable, es nombrado senador. Ignora que en Washington tendrá que vérselas con políticos y empresarios sin escrúpulos que le harán perder la fe. Sin embargo, gracias a su secretaria, una joven que conoce muy bien los entresijos de la política, protagoniza en el Senado una espectacular y maratoniana intervención en la que, además de defender ... [+]
4 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico entre los clásicos, «Caballero sin espada» ofrece la particular visión de Capra sobre el sistema representativo y la democracia, efectuando una loable exaltación de los valores patrióticos sin caer en el chauvinismo y apelando al ideal de libertad y república que es la base teórica del sistema pero que, a causa de la corrupción, inherente al ser humano, acaba por resultar disfuncional la mayoría de las veces. El guion personifica las virtudes de idealismo e incorruptibilidad en Jefferson Smith, un personaje que sólo el gran James Stewart podía encarnar con semejante convicción. Perfectamente estructurada y con momentos inolvidables, representa una de las cumbres en la obra del cineasta siciliano.

El film plantea el discurso desde la manipulación política y lo hace prácticamente desde el comienzo, cuando Smith es elegido para suplantar a un senador que acaba de fallecer, una elección hecha en base a las conveniencias económicas de James Taylor, el personaje que típicamente encarna Edward Arnold en los films de Capra y que le viene como anillo al dedo. Capra enlaza ambos mundos por medio del senador más experimentado del partido que representa al mismo estado, Joseph Paine (magnífico Claude Rains). Este personaje marcará el equilibrio entre el triunfo de la verdad y la honestidad de Smith frente a la corrupción, la especulación y el imperio de la falacia que representa Arnold. A todo esto, el director inserta con suma habilidad la historia de amor entre Smith y su ayudante, Saunders, interpretada por una siempre solvente Jean Arthur.

Más allá de la memorable secuencia del discurso sin fin de Smith en la Cámara de Senadores, la película nos muestra la evolución del personaje y su firmeza ante los ideales. Manipulado, calumniado, falsamente acusado y vilipendiado por los medios, Smith se aferrará a sus valores más importantes, la verdad y la razón, para exponer sus argumentos, sugestionado por el manifiesto tallado en piedra que lee en el monumento a Abraham Lincoln. Especialmente inspirado resulta el montaje durante la secuencia que nos muestra a Smith recorriendo los principales centros conmemorativos de la ciudad del Potomac, como el cementerio de Arlington y los monumentos a Thomas Jefferson, George Washington y el propio Lincoln. Como digo, el recorrido visual resulta emocionante y no cae en el fanatismo y la intransigencia que otras manifestaciones han relacionado al ideario norteamericano, sino que apela al espíritu de sus fundadores y a sus principios democráticos como base para el mensaje del film y las convicciones de su protagonista. También resulta meritorio el conjunto de imágenes que ilustran la represión contra los niños que intentan promulgar las ideas de Smith a través de su humilde periódico local.

Como siempre, Capra abre el abanico de los sentimientos y nos invita a una reflexión seria acerca del sistema democrático, una preocupación que, gracias al espíritu totalmente atemporal de la película, sigue siendo tan actual como entonces. A modo de alegoría, presenta la estructura del sistema con sus virtudes y sus grietas, la mayoría de ellas abiertas por el poder mercantil. Entre otras muchas cosas, el film ilustra como pocos la evidente ilación entre las instituciones legislativas y los grandes grupos económicos, una inferencia que ha socavado los principios ideales del sistema.

Otra obra maestra de Frank Capra para pensar y analizar pero, sobre todo, para disfrutar de un cine de altísima calidad, irrepetible e intransferible.
Arsenevich
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