Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Luis Guillermo Cardona:
3
Cine negro. Intriga. Drama El detective Mark McPherson (Dana Andrews) investiga el asesinato de Laura Hunt (Gene Tierney), una bella y seductora mujer que ha aparecido asesinada en su apartamento. McPherson elabora un retrato mental de ella a partir de las declaraciones de sus allegados, algunos sospechosos como el cínico cronista Waldo Lydecker (Clifton Webb) o Shelby Carpenter (Vincent Price), prometido de la joven. Además el diario y la correspondencia de la ... [+]
4 de enero de 2014
10 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los primeros días de cada año, tengo por costumbre echar una mirada a lo que tengo en ropa, música, libros, películas… y todo aquello que siento que ya no me interesa o que no pienso volver a oír, leer o ver, lo saco a la basura y al reciclaje, luego de comprobar que al resto de mi familia tampoco les interesa conservarlo. Mientras daba una última mirada a los libros y revistas con opción de desechar, tropecé curiosamente con tres comentarios (en distintos textos) que calificaban a la película, <<LAURA>>, muy favorablemente: “Inolvidable thriller onírico al que, Hedy Lamarr, renunció a última hora”, “Un superior misterio de una novela de Vera Caspary”, “Fascinante, ocurrente, clásica”. Ninguno de los comentarios trascendía los meros adjetivos, pero sentí el deseo de volver a ver esta película que, en el primer visionado, me había resultado tramposa y bastante plana.

Fue, <<LAURA>>, un filme que preparó y había comenzado a rodar el brillante director, Rouben Mamoulian, pero, al productor Otto Preminger, no le agradó lo visto en los primeros rushes y, entonces, decidió sacarlo y tomar él mismo el timón. El resultado fue un filme de misterio que aplaudió la crítica y que ahora se encuentra entre lo más estimado por las enciclopedias y comentaristas.

Pero ¿se lo merece? Yo creo que No… y voy a sustentarlo:
La primera objeción de peso es que la película, por completo, es igualita a una emisión radiofónica donde todo lo que ocurre se explica con palabras, pero nunca visionamos hechos, con excepción de la escena final. Los sets y decorados -también con la excepción del cuadro que atrae el mayor interés del detective-, no aportan nada en absoluto; y puedes comprobarlo: si solo oyes la película, la entenderás perfectamente (no es por nada que, tras el estreno, al filme le cortaron varios minutos de parloteo). ¡Y por favor, el cine es esencialmente un medio visual y más tratándose de una trama como ésta!

(Desde aquí advierto que citaré escenas claves). El arranque, con la voz en off de Lydecker hablando de la muerte de Laura, es engañoso (¿recurso o descache?) ya que, es ¡un muerto! el que recuerda el fin de semana cuando Laura murió (¿?) y, además, nos engaña sin recato alguno, pues, es un hecho que ya conoce la historia completa. ¡Y claro! como es él el que habla y nos remite al recuento de la historia, ¿Quién va a pensar que es el asesino?

Pero no tarda, el mismo Lydecker, en darnos dos veces, una pista clave que el policía, un tonto redomado o que tiene que ignorarla porque si no el misterio se resolvería en la primera media hora, pasa de largo hasta el final de la película: Su empecinado interés por el jarrón, el biombo y el reloj. Cualquier espectador medio avisado entiende enseguida que ahí puede haber “gato encerrado”… y que el averiguar qué contienen se deje hasta el final, solo ocurre en una película bobalicona.

¿Y qué tal lo que vemos al final? El teniente McPherson hace añicos a las patadas el tablero posterior de la parte baja del reloj (1:12:50 de la película) y no encuentra nada… Pero al rato regresa (1:16:24) y el especial tablero ¡está intacto! Encuentra, enseguida, cómo se abre, y lo que antes lucía vacío, ahora… ¿Puede usted explicármelo?

Tres cosas merecen reconocimiento: La excelente fotografía de Joseph La Shelle; los frescos y mordaces diálogos de Waldo Lydecker (Clifton Webb encumbrado con merecimiento); y la sugestiva presencia de Gene Tierney. El resto es puro espejismo.

Termino con una frase, cierta pero imprecisa, de Laura, que me recuerda a unas cuantas personas: “La gente siempre está dispuesta a desacreditar al prójimo, pero nunca a tenderle la mano”.
Luis Guillermo Cardona
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow