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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama. Cine negro Tom Connors (Spencer Tracy) es condenado a una pena de entre cinco y treinta años de presidio en la cárcel Sing Sing por atraco a mano armada. Una vez allí, consigue un permiso para visitar a su novia herida, pero ésta se ve involucrada en una pelea con un mafioso que tendrá insospechadas consecuencias para Connors. (FILMAFFINITY)
4 de julio de 2009
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Literaria o cinematográficamente, hay dos maneras comunes de abordar un problema social: Una, haciendo una denuncia y un ataque frontal, mostrando los vicios, falencias y descalabros del fenómeno; y dos, mostrando las cosas como deberían ser, ejemplarizando y trazando un sendero con alternativas de cambio. Pero, lo que ha hecho el director húngaro, Michael Curtiz, con, <<20.000 AÑOS EN SING SING>>, es una atinada combinación de estas dos perspectivas.

El personaje central, Thomas Connors, sirve de pretexto para demostrar el hecho de que, un hombre con un largo historial como delincuente y desadaptado, puede ser redimido si se le trata humanamente, si se confía en él, y si se aplican sutiles tácticas que lo aleccionen para siempre. De esta manera, se extraen de su ser interior, todas las cualidades y potenciales que, como ser humano, posee.

La historia es verdadera y está basada en los hechos contados y publicados por, Lewis E. Lawes (1883-1947), guardia penitenciario -desde los 19 años- en la cárcel de Sing Sing, y quien, luego, fuera alcaide de ésta durante dos décadas, tiempo en el que luchó arduamente por transformar las condiciones infames en que se mantenía a los internos. El ejemplo que había recibido de su antecesor en el cargo, Thomas M. Osborne -quien fuera duramente cuestionado y criticado por su sentido humanista en favor de “seres que no merecen nada”, según opinión de obtusos y necios periodistas-, sirvió a Lawes para seguir un camino que ya estaba trazado y en el que, él, creía que era importante continuar.

El caso de, Thomas Connors, hizo historia cuando, llevado por un fuerte sentimiento de consideración y de confianza, Lawes (Long, en el filme) lo deja salir de la cárcel para que visite a Fay Wilson, su novia -quien se encuentra gravemente herida-, con el compromiso verbal de que regrese a prisión antes de que caiga la noche. El hecho trascendió a la prensa y por poco le cuesta el cargo al generoso alcaide.

Partiendo de un guion escrito por Wilson Mizner y Brown Holmes, todo esto lo recrea, el director húngaro, con un toque sensitivo y muy cálido, mostrando, preferencialmente, el lado amable de los presos antes que sus personales desajustes. Sólo a un acto de violencia armada asistimos dentro de la cárcel, y ésto hace visibles unos hechos que, son inevitables cada tanto, dentro de un lugar donde la libertad se sueña, se espera ansiosamente... y a veces se reclama a como dé lugar.

Y aún queda otro propósito en esta historia, donde un significativo romance tiene un lugar central: se hace un sutil alegato contra la pena de muerte, demostrando cierta clase de crueles errores que pueden y suelen cometerse.

En resumidas cuentas, con <<20.000 AÑOS EN SING SING>>, Michael Curtiz, ha logrado una historia bastante digna; y, Spencer Tracy, Bette Davis y Arthur Byron, representan a tres seres humanos que se merecen una grata recordación.
Luis Guillermo Cardona
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