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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama Basada en el Antiguo Testamento. La hermosa Ruth (Elana Eden) fue vendida, siendo una niña, a unos seguidores del dios moabita Quemos. Siendo ya una jovencita, se conmueve profundamente ante el sufrimiento de un esclavo judío (Tom Tryon); entonces, decidida a renegar de la idolatría, lo libera y traba amistad con su madre (Peggy Wood). Un hecho trágico lleva a las dos mujeres a emprender un difícil viaje hasta Jerusalén. Allí Ruth ... [+]
3 de enero de 2012
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es lo que se llama tomar un breve relato y convertirlo en un poderoso y significativo drama. Basado en la historia bíblica de Ruth, la joven moabita que se convirtió al judaísmo adoptando a Israel como su pueblo, el guionista Norman Corwin (“La maja desnuda”, “El loco del pelo rojo”…) consigue otro eficaz e inspirado momento, añadiendo color, drama, carácter, fuerza espiritual y una actualizada visión de la pujanza femenina, a una historia que, hasta entonces, sólo tenía el más escaso relieve.

La dirección le fue asignada a Henry Koster, un calificado director que ya había demostrado de sobra su eficacia con las tareas religiosas, y el resultado es un filme lleno de significado que confronta, con loables sustentaciones, el paganismo con la visión judáica (y cristiana) de Dios y su relación con los hombres, al tiempo que recrea unos personajes que, de la simple mención anécdotica, pasan a cobrar vida recreando una cultura de época y dejando sentados algunos afanes, y una que otra virtud, que vale la pena presenciar con ojos abiertos y oídos despiertos.

La historia, como la cuenta Corwin, se inicia con la pequeña Ruth a punto de ser víctima de otro sacrificio humano, ordenado por los sacerdotes moabitas adoradores del dios Quemos. Salvada por un milagro, cuando es ya una hermosa mujer favorita del rey y convertida en sacerdotisa del templo, Ruth conocerá a Mahlón, un judío que cuestionará sus creencias y le hablará con el corazón en la mano de las bondades de Jehová y de los falsos pilares sobre los que se sostiene aquel dios de piedra.

Un romance… un drama… un largo acoso a consecuencia de un reprobable pasado… y un sendero de luz que se irá abriendo paso lentamente, hilvanan este atractivo filme que, por enésima vez, confirma el gran vigor que, de tanto en tanto, relucen las mujeres, al tiempo que me reafirma en un sentir que tengo ahora y desde hace rato: Tendrá, comúnmente, más compromiso un creyente por convicción que alguien cuyas creencias las ha asumido por tradición.

Koster se hace de una puesta en escena esplendorosa, con convincentes decorados, una cuidada fotografía en ese formato Cinemascope que él mismo fuera el primero en estrenar con “La túnica sagrada”, y una banda sonora que sabe imponer majestuosidad en algunas connotadas secuencias. Los diálogos -de escasa fluidez en el relato del antiguo testamento- manan aquí con soltura, vitalidad y significado, y de esta manera, todo redunda en un filme que tiene ya un lugar en la historia y que pone otra estrella en la filmografía de un realizador que merecería mayor reconocimiento.
Luis Guillermo Cardona
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