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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama En la escuela del pueblo de Koker, al norte de Irán, Mohamed no ha hecho los ejercicios en el cuaderno, y el profesor le amenaza con expulsarle de la escuela si vuelve a repetir la misma falta. Esa misma tarde, su compañero Ahmed toma por equivocación el cuaderno de Mohamed; cuando se da cuenta, decide ir a buscar la casa de su amigo para devolvérselo. (FILMAFFINITY)
18 de abril de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con más frecuencia de la que puede imaginarse, los más pequeños dan muestras de una sabiduría, fortaleza, solidaridad y lealtad, que podría enorgullecer (o avergonzar) a muchos adultos… si tan siquiera se dieran por enterados. Pareciera que valores como estos viniesen de una herencia muy lejana, pues cuando se observa el comportamiento de los padres, no resulta evidente que pudiese esto haber sido heredado de ellos. Quizás la reencarnación sea lo que explique este fenómeno, pues sorprende grandemente el comportamiento que a veces vemos hasta en nuestros propios críos.

Ahmad (seguro homenaje del director Abbas Kiarostami a uno de sus hijos) es la clase de niño que tarda muy poco en despertar afecto, respaldo, consideración y el más profundo encomio, cuando vemos la indeclinable paciencia con que se enfrenta a aquel puñado de adultos indiferentes (madre, padre, abuelo, cerrajero…), que metidos en lo suyo son incapaces de escucharlo. Además, tiene que soportar la arcaica educación del abuelo quien piensa que, el castigo físico periódico, es la única manera de formar a hombres dignos.

Por fortuna, en el camino de Ahmad, la vida sabrá poner a uno de aquellos escasos adultos sabios que entienden de solidaridad y de respeto, como para que el niño no pierda del todo la esperanza en la deplorable generación que le precede. Más, al momento de emprender su pequeña odisea para encontrar a su compañero de escuela, Nemazadeh, para devolverle el cuaderno que se guardó por error, lo que sentimos por Ahmad desborda cualquier sentimiento, y como el inolvidable Ali de “Niños del paraíso” que corre con ansia desesperada en procura de ganar las zapatillas para su hermanita Zahra, este pequeño iraní (bellamente representado por Babek Ahmed Poor) también se mete en nuestro corazón y nos hace desear con fervor que consiga alcanzar su propósito en aquel ambiente donde sufre muchísimas carencias.

Es hermoso y aleccionador que, un cuento tan decididamente sencillo, contado en el más pleno estilo neorrealista, con técnicos de segunda línea y con actores naturales, pueda alcanzar una profundidad humana de tanto significado y de tantísimo valor como ejercicio de valoración de la infancia.

Abbas Kiarostami nos deja hondamente sensibilizados, y de nuevo, queda bien demostrado que el arte es ante todo un impulso del espíritu y que, por más parafernalia con la que pueda contarse, si se carece de aquello, el resultado será siempre fatuo y probablemente inane.

Tengo la impresión de que “¿DÓNDE ESTÁ LA CASA DE MI AMIGO?”, no dejará indiferente a ningún corazón que palpite con vigor y con ternura. ¡Ah! Y si los profesores supieran un poco más acerca de la vida personal de sus alumnos, ¡cuánto más tolerantes y comprensivos serían con aquellos que faltan a sus deberes!
Luis Guillermo Cardona
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