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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama. Romance François es un joven carpintero casado y con dos hijos. A pesar de que su vida conyugal con Thérese es placentera, cuando conoce a Emilie, no puede evitar sentirse atraído por ella y acaban teniendo una aventura. El verdadero problema es que no consigue aclararse con sus sentimientos: ama a su mujer y también a su amante, pero no sabe a cuál de las dos ama más. (FILMAFFINITY)
1 de abril de 2019
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los hechos que más se recuerda del siglo pasado fue el surgimiento del Hippismo (del inglés, hip: popular, de moda). Un movimiento contracultural -hastiado de la hipocresía, las tradiciones y la represión de la sociedad que padecían, y también de las discriminatorias y obtusas leyes que imponía la clase política-, que abogó por un espíritu libertario, pacifista y amoroso, en abierta comunión con los principios y valores de la naturaleza. No todo fue positivo, porque la libertad alcanzó niveles de libertinaje y se solía caer en un desaforado consumo de drogas y de embarazos no deseados que arruinó la vida de muchos jóvenes. Pero, por fin, la nueva generación se hizo oír y, desde entonces, su lugar en la historia dejó de ser pasivo. Prueba de esto, fue el famoso Mayo del ’68, cuando los estudiantes de izquierda, con influencias del Movimiento Hippie -que seguía extendiéndose-, se unieron a los sindicatos obreros y originaron la mayor huelga de la historia de Francia.

Entre todo esto, los jóvenes comenzaron a pensar que el matrimonio era una relación donde imperaba la mentira y donde la fidelidad era como el celibato: una violación contra los derechos humanos. “El exclusivismo y los celos -escribía entonces, Emmanuelle Arsan- son los peores crímenes, claros atentados contra la evolución, nacidos de la hipocresía y la perversidad de las sectas suicidas que afligen los poderes de prodigalidad de la especie… porque, amarse más de dos, no es hacer una injuria al amor ni traicionarlo: es la puerta hacia una vida de abundancia en la que el amor multiplicará al que ama”.

Éste y otros conceptos que sonaban entonces, y que muchos decidieron llevar a la práctica, los acogió también la directora belga-francesa, Agnès Varda, quien, con su película, <<LA FELICIDAD>>, se encarga de promover el amor libre contra la inmovilidad de la cultura burguesa.

No era fácil estar de acuerdo (estamos hablando de hace medio siglo) y la película, aunque no fue prohibida, chocó con ciertas censuras que la consideraron pornográfica (al menos en Latinoamérica) y la remitieron a estas salas para mayores de 21 años. Porque, además de la fidelidad (una tradición moral que, en nuestras culturas lleva miles de años), lo que muchas personas reclaman y defienden, es la seguridad económica, pues, si tienes más de una, ya lo tuyo no será mío, sino que habrá que dividirlo entre dos… o quizás tres. Así que, lo que aún funciona, es: “sé infiel, pero, mantén a la otra (u otro) en la sombra, para que no cuente”.

Con su suave historia, donde la felicidad y el amor es, sobre todo, rutina llevadera por la grata presencia de los hijos y por la dignidad de la mujer, Varda, pareciera decirnos como Arsan: "El amor multiplica cuando se prodiga, y si tú no lo entiendes y eso te induce a la muerte, es tu debilidad y no la razón la que te ha llevado a esa decisión (o situación), por lo tanto, no tengo culpa en ello y tengo derecho a seguir adelante porque mi meta es la felicidad”.

¿Estás tú en capacidad de digerirlo?

Jean Claude Drouot, Clara Drouot (su esposa en la vida real) y la muy bella, Marie-France Boyer, conforman este particular triángulo amoroso. Pero, para que hubiera equidad, también a Thérèse debió dársele ocasión de tener otro hombre… a ver si, François, seguía estando de mente tan abierta.

<<LA FELICIDAD>>, es la clase de película que no basta con verla, también hay que masticarla len-ta-men-te.
Luis Guillermo Cardona
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