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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
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8
Drama En la Inglaterra del siglo XVII, una mujer usa sus atractivos para escalar peldaños en la cerrada estructura social de la corte. Amber St. Clair se propone ascender de chica de pueblo a noble, pero en el camino perderá muchas cosas importantes, entre ellas su gran amor. (FILMAFFINITY)
14 de julio de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gracias a los buenos oficios de ese gran político y militar que fuera Oliver Cromwell, el gobierno despótico de Charles I había llegado a su fin en Inglaterra tras una cruenta Guerra Civil, y con el fin de la monarquía, había quedado instaurada la República o Commonwealth (Mancomunidad) como comenzó a llamarla su nuevo líder. Cinco años duró este gobierno (1653-1658), con Cromwell nombrado como Lord Protector de Inglaterra y sus colonias, pero tras su fallecimiento, las fauces de los lobos vieron debilidad en la sucesión que asumiera su hijo Richard… y tras fuertes luchas intestinas se logró que, Charles II, hijo del último monarca, asumiera el poder y restaurara la monarquía.

Es en tiempos de esta restauración que la estadounidense, Kathleen Winsor (1919-2003), ambientó la historia de su personaje, Amber St.Clair, en una novela (Forever Amber, 1944) que, por sus descripciones sexuales, subiría –entre otras cosas- los colores de las mejillas de los censores, lo que llevaría a su prohibición en 14 Estados norteamericanos, pero al mismo tiempo la convertiría en un bestseller con casi tres millones de ejemplares vendidos (por debajo de “La túnica sagrada” de Lloyd C. Douglas: Tres millones setecientos, y por encima de “Un árbol crece en Brooklyn” de Betty Smith: Dos millones quinientos).

Como ocurriera con las otras dos novelas citadas, Hollywood también vería en “Por siempre Ámbar” un filón digno de explotarse, y en principio, el guión de Philip Dunne y Ring Lardner Jr. le fue dado al director John Stahl para que lo rodara… pero tras treinta días de filmación, la Legión Católica de la Decencia intervino, y acusando a la película de inmoral y licenciosa, amenazó con ponerla en la lista negra a menos que se le hicieran severos cambios. Stahl renuncia entonces a la dirección, siendo sustituido por Otto Preminger, y la 20th Century Fox aprovecha para sustituir también a la protagonista, Peggy Cummins, cuya actuación no les tenía bastante satisfechos.

Con un guión un tanto retocado, se reinició el rodaje… y el resultado es, por sobre todo, una historia de amor ferviente que, en su médula, me remitió al filme de Stahl, “Leave her to heaven”, pues, como Ellen Berent, también Amber St. Clair está dispuesta a cualquier suerte de improcedencias con tal de preservar su relación con Bruce Carlton.

Ambiciosa, arriesgada y sin muchos escrúpulos, Amber tiene entre ceja y ceja el propósito de ascender socialmente, convencida de que su atractivo físico y su inteligencia dan para conseguirlo, pero va a tener que enfrentarse a toda suerte de tropiezos -y también ventajas- con seres muy dispares, tomando decisiones que, además de ganar, también podrían llevarla a perder.

Preminger ha logrado un filme bastante crítico con las interioridades de las monarquías, y su manera muy particular de iluminar los exteriores, con muchas sombras lúgubres en espacios turbios y derruídos, da cuenta de la gran miseria que, paradójicamente, se contrasta con la ostentación palaciega, donde los vestuarios de suma elegancia, los muebles de gran lujo y los derroches de todo tipo no conocen límite.

Los diálogos son cuidadosamente pulidos, y como afilados y bien orientados dardos, dan siempre en puntos neurálgicos de ciertas instituciones: “La diferencia entre piratas y corsarios es que a aquellos los ahorcan y éstos comparten beneficios con su majestad”. “Ya sabes que estoy enamorada de ti… Dime, ¿Crees que soy buena actriz?”, “Odio la vida en la corte. En la mar no hay intrigas”…

Creo que estuvimos cerca de una gran película, pero tengo que decir que hubiera preferido a Richard Greene (Harry Almsbury) como protagonista y a Cornel Wilde (Bruce) en el rol de aquel. Sin embargo, Linda Darnell fue una afortunada elección, pues como Amber, ha logrado una de las mejores interpretaciones de su vida.

Título para Latinoamérica; “POR SIEMPRE AMBAR”
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