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Voto de Luis Guillermo Cardona:
5
Drama Kanji Watanabe es un viejo funcionario público que arrastra una vida monótona y gris, sin hacer prácticamente nada. Sin embargo, no es consciente del vacío de su existencia hasta que un día le diagnostican un cáncer incurable. Con la certeza de que el fin de sus días se acerca, surge en él la necesidad de buscarle un sentido a la vida. (FILMAFFINITY)
21 de marzo de 2010
36 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo en gran estima al director Akira Kurosawa autor de obras cinematográficas que aprecio profundamente como “Rashomon”, “Dersú Uzalá” o “Kagemusha” entre otras. Sé de su honda sensibilidad, y del compromiso con la vida y con el arte que siempre lo caracterizó. Pero como no rindo culto a personalidad alguna y soy profundamente leal a mi sentir y a la interpretación que cada cosa me inspira, tengo que decir que, “VIVIR” es, para mi gusto, una salida en falso del director japonés.

Daré mis razones: 1. El personaje protagónico, Kanji Watanabe, me resulta burdo y de tan poca inteligencia como el peor de los burócratas. No por nada se pasó treinta años de su vida sentado tras un escritorio donde apenas respiraba y colocaba algún sello o alguna firma en papeles oficiales. 2. Conocida su enfermedad, lo que aprende luego es muy poco. Comienza por someterse a los pronósticos estadísticos que, ni siquiera le dicta el médico sino un paciente experimentado que conoce el lenguaje que procede cuando un paciente tiene cáncer. “Le queda un año de vida” es la frase lapidaria que escucha y que él asume como sentencia divina. Desde entonces, no lucha por superar la enfermedad sino por vivir lo mejor que puede los días que le faltan. Y eso que llaman “vivir” se lo enseña un escritorcillo al que ha hecho un pequeño favor: Van a las máquinas de juego, a una sala de striptease, a un burdel, a una discoteca… El mensaje no puede ser más pobre. ¿Esto se llama vivir?

3. Después, la vida pone en su camino a la empleada a la que antes no veía. Toyo es una joven agraciada y sobre todo, de una lucidez que alecciona. Watanabe sale con ella, le regala unos calcetines, pero comete la indelicadeza de decirle porqué se los dio. Y, una frase de ella luego, resulta contundente:”Usted no puede hacer responsable a su hijo (de haberse convertido en momia), a no ser que él le hubiera pedido que se convirtiera en momia”. De nada sirve al padre semejante destello, porque nada cambia en la relación con el muchacho.

Lo que hace luego, se sobrevalora inmerecidamente y ni siquiera como espectadores tenemos ocasión de sentir y de tener nuestra propia percepción sobre lo ocurrido. Kurosawa se dedica a poner a una docena de burócratas del ayuntamiento a rendir culto a la personalidad de Watanabe, y son sus frases y sus versiones, lo único que nos da una idea de los últimos días del viejo burócrata. Esto resulta pobre narrativamente, y desde el punto de vista ideológico, es claramente conductista, ya que no deja al espectador libertad alguna.

Y si vamos a lo visual, la película no ofrece nada novedoso ni auténtico. El estilo, curioso en Kurosawa, es de tinte occidentalizado (canción al piano americana, se canta el “happybirthday”…) y, en general, la ambientación posee muy poco atractivo.

En lo que a mi respecta, “VIVIR” es un filme fácil de olvidar.
Luis Guillermo Cardona
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