La recién estrenada “Hermandad de Sangre” no es más que un remake de este film de horror “teen” de principios de los ochenta que precedió la estela sanguinaria de películas del estilo “Halloween” (1978) de John Carpenter o “Viernes 13” de Sean S. Cunningham. Ambas ya empezaban a sembrar secuelas y empezaban a ser de dominio público con mismo esquema y fórmula; adolescentes con ganas de pasarlo bien acaban cayendo como moscas bajo las garras de un asesino psicópata traumatizado por un hecho familiar del pasado.

“The House on Sorority Row” se estrenó aquí con el título de “Siete Mujeres Atrapadas”. A saber por qué. Podían haberla titulado como “Siete Chillonas en la Noche” o las “Siete Magníficas”. Digo esto último porque las chicas están de buen ver, incluyendo a Kate McNeil que interpreta a Katherine, la típica estudiante reprimida y poco salida de un grupo de niñas malas, graduadas, salidorras y con ganas de montar una fiesta de fin de curso por todo lo alto. Y lo tienen que hacer en el caserón donde han convivido todas siete, propiedad de la señora Slater (Lois Kelso Hunt) una anciana mujer que veinticuatro años atrás tuvo un mal parto tras un experimento orquestado por un ginecólogo (Christopher Lawrence) con el fin de conseguir que las mujeres estériles pudieran tener hijos. La señora, traumatizada, por ese pasado que lleva en sus andares, arrastrados por un bastón con empuñadura de pico, solo consigue la antipatía de sus jovencitas huéspedes como abuela carca y antipática. Y deciden gastarle un broma tan pesada que acaba con su muerte. O eso creen ellas… Que esta muerta. Así que ocultan el cuerpo, se van de farra en la casa, ignorando que el lugar oculta sus secretos y que la muerta está tan viva que no valía la pena esconder su cuerpo cuando ya está bien escondida y agazapada para acecharlas con su bastón…

Estamos frente a “otra” película de este tipo, aunque algo más refinada en sus momentos “gore”. No resulta tan traumatizante aunque el macabro cuadro se deja ver, como es normal, en el desenlace. Su enriquecedora media hora (el pasado de la señora Slater; las indagaciones del doctor en el estudio de la radiografía de un cerebro humano; etc,…) pueden amenizar alguna sopresita del guión en el desarrollo de la trama. La previsibilidad llego lejos, pero llega.