Sorprendente largometraje en que el director francés Jean-Jacques Annaud (Enemigo a las Puertas) se dio a conocer internacionalmente, aunque su nombre tendría más repercusión unos años más tarde al adaptar la novela de Umberto Eco “El Nombre de la Rosa” (Le Nom de la Rose, 1986) y adaptar otra salvaje aventura en plena naturaleza como es la impresionante “El Oso” (L´Ours, 1988), más difícil todavía que éste anterior pero no menos interesante “En Busca del Fuego”, proyecto en el que ya llevaba unos años trabajando y que se hizo realidad como co-producción franco-canadiense.

Esta aventura prehistórica no pasaría de ser un diorama en movimiento si no fuese porque se elaboró con la máxima seriedad y tratamiento posible. Es destacable su ausencia de diálogos para dar más credibilidad a la historia, aunque los sonidos guturales que emiten sus protagonistas (seleccionados como expresivamente “monos” Everett McGill, Perlman, Nameer El-Kadi y la bellísima Rae Dawn Chong) fueron supervisados por el escritor y lingüista inglés Anthony Burgess, conocido por la mayoría de el autor de “La Naranja Mecánica” y que ya había colaborado en el cine con directores como Franco Zerifelli.

La película narra la odisea que tienen que pasar los miembros de una tribu al ser atacada por unos rivales cuya pérdida del fuego (elemento que creen que solo provienen por las fuerzas de la naturaleza tales como un relámpago) que adoran como una divinidad solo se puede recompensar yendo a una larga búsqueda a un nuevo encuentro a lo que adoran como un tesoro. Tres de los componentes emprenderán una odisea iniciática en que les será puesta a prueba su valúa contra los depredadores, tribus caníbales y las inclemencias del tiempo, aunque también aprenderán a afrontar nuevos retos y costumbres.