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Voto de Natxo Borràs:
2
Drama. Bélico Las presiones de una senadora del Congreso de los EE.UU. convierten a la teniente Jordan O'Neil en la primera mujer que forma parte de una unidad de élite del ejército, concretamente los Navy SEALs de los marines. En el fondo, nadie espera que sea capaz de superar un régimen de entrenamiento tan severo que obliga a que el 60% de los hombres tiren la toalla. Pero O'Neil está dispuesta a demostrar que todos se equivocan. (FILMAFFINITY)
27 de marzo de 2012
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filmografía de Ridley Scott es una caja de sorpresas. Con contadas obras remarcables como “Los Duelistas” (1978) “Alien” (1979), “Blade Runner” (1982), “Thelma & Louise” (1991) y la más tardía “American Gangster” (2007), su filmografía ha ido cabeceando en otras películas más o menos aceptables como “La Sombra del Testigo” (1987), “Black Rain” (1988), la taquillera “Gladiator” (2000) y la mejorable “Un Buen Año” (2006). Pero también nos ha aportado unos cuantos jarrones de agua fría, y el caso de “G.I. Jane” (título original en su estreno) llega a su punto de congelación.

Scott aprovechó explotar el empujón morboso del mito erótico-machote de Demi Moore como una nueva Ripley asentada en la Madre Tierra que trabaja como modélico oficial en la Inteligencia Naval y que acaba siendo objeto de las intenciones de una senadora feminista (Anne Bancroft) para que ocupe plaza con sus derechos como mujer de ser aceptada en un ejército de hombres (los duros Seals especializados en Operaciones Especiales).

Lejos de empeñarse en desarrollar una película de acción sobre los derechos de la mujer en una institución como el Ejército, Scott convierte a la actriz de “Una proposición Indecente” (1993), “Acoso” (1994) y “Striptease” (1996), en un lobotomizado marimacho de tomo y lomo, con cuerpo de infarto pero cabeza afeitada y que le quitaría incluso el hipo a los soldados de instrucción de “La Chaqueta Metálica” de Stanley Kubrick. Físicamente salva su interpretación apoyada por la presencia de Viggo Mortensen en su rol de oficial Jefe que, además de putearla, le encanta putearla a base de bien y beber Jameson a lingotazos...

Las escenas de instrucción, divertidas, son de lo mejor en la película. El resto huele a patriotismo fascistoide que tanto gusta al público yanqui, sin dar, siquiera, la posibilidad de sacar en adelante la auténtica posición de la mujer en territorio castrense. Infumable.
Natxo Borràs
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