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Voto de Franchu:
7

Voto de Franchu:
7
8.1
90,893
Thriller. Intriga. Drama
Benjamín Espósito es oficial de un Juzgado de Instrucción de Buenos Aires recién retirado. Obsesionado por un brutal asesinato ocurrido veinticinco años antes, en 1974, decide escribir una novela sobre el caso, del cual fue testigo y protagonista. Reviviendo el pasado, viene también a su memoria el recuerdo de una mujer, a quien ha amado en silencio durante todos esos años. (FILMAFFINITY)
21 de octubre de 2010
21 de octubre de 2010
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Campanella, director y guionista del film, conforma un irregular producto cinematográfico, a pesar de los premios y nominaciones de los que se vale, entre ellos el Óscar a la mejor película extranjera. El secreto de sus ojos gira en torno a la venganza, el amor imposible y el vacío existencial; todo ello determinado por un contexto político que deja espacio a la crítica social.
El director de El hijo de la novia hace una historia a dos tiempos bien construida. En general, el guión muestra signos de evolución literaria en el cine del argentino que abandona la linealidad de anteriores films. También ocurre que, en ocasiones, las decisiones formales de la grabación (ángulos, recursos técnicos…) no acompañan naturalmente a la grabación y acaban por distraer al espectador, en vez de acompañarlo. El film en su conjunto muestra un fluir extraño, con escenas muy acertadas y otras que, en cambio, resultan largas y pesadas.
Uno de los puntos flacos de la película es la historia policial. Cómo Espósito averigua quién es el asesino, cómo y dónde lo encuentra, y el interrogatorio del detenido, con el nivel psicológico de un niño de 5 años, tropezamos con una historia construida con pinzas y basada en el azar y la intuición del protagonista. Pero, y es aquí donde radica el fundamento de la película, El secreto de sus ojos no es una trama policial, es una historia del sentimiento humano. Si bien es cierto que un producto se basa en la interrelación de sus partes, en este caso, la historia policial desmerece a la trama principal.
Pero no todos son errores. El director vuelve a utilizar a Ricardo Darín y Soledad Villamil como fórmula de sintonía, hecho que repite en uno de sus primeros largometrajes, El mismo amor, la misma lluvia. Las interpretaciones dan mucha fuerza al producto final, sobre todo con un Darín que lleva todo el peso del film, y unos secundarios que apoyan muy bien la historia, con la notoriedad del español Javier Godino.
El contexto histórico de la Argentina de los 70 es una de las claves del film. La denuncia social sobre un sistema judicial corrupto, que emana de un Estado convulso. Tal como dice Irene, tiene que vivir para la justicia “o al menos para una justicia”. Esta situación supedita, en parte, a los problemas personales de los personajes, como vemos con el alcoholismo de Sandoval.
El director de El hijo de la novia hace una historia a dos tiempos bien construida. En general, el guión muestra signos de evolución literaria en el cine del argentino que abandona la linealidad de anteriores films. También ocurre que, en ocasiones, las decisiones formales de la grabación (ángulos, recursos técnicos…) no acompañan naturalmente a la grabación y acaban por distraer al espectador, en vez de acompañarlo. El film en su conjunto muestra un fluir extraño, con escenas muy acertadas y otras que, en cambio, resultan largas y pesadas.
Uno de los puntos flacos de la película es la historia policial. Cómo Espósito averigua quién es el asesino, cómo y dónde lo encuentra, y el interrogatorio del detenido, con el nivel psicológico de un niño de 5 años, tropezamos con una historia construida con pinzas y basada en el azar y la intuición del protagonista. Pero, y es aquí donde radica el fundamento de la película, El secreto de sus ojos no es una trama policial, es una historia del sentimiento humano. Si bien es cierto que un producto se basa en la interrelación de sus partes, en este caso, la historia policial desmerece a la trama principal.
Pero no todos son errores. El director vuelve a utilizar a Ricardo Darín y Soledad Villamil como fórmula de sintonía, hecho que repite en uno de sus primeros largometrajes, El mismo amor, la misma lluvia. Las interpretaciones dan mucha fuerza al producto final, sobre todo con un Darín que lleva todo el peso del film, y unos secundarios que apoyan muy bien la historia, con la notoriedad del español Javier Godino.
El contexto histórico de la Argentina de los 70 es una de las claves del film. La denuncia social sobre un sistema judicial corrupto, que emana de un Estado convulso. Tal como dice Irene, tiene que vivir para la justicia “o al menos para una justicia”. Esta situación supedita, en parte, a los problemas personales de los personajes, como vemos con el alcoholismo de Sandoval.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La venganza es otro de los pilares del largometraje argentino, que encuentra un controvertido y curioso final que no pretende defender ninguna apología. Simplemente desentraña el sentimiento de venganza a través del ser humano. La historia de amor resulta algo más tópica, aunque se apoya magistralmente en los diálogos y las miradas, que como dice Darín, desvelan los secretos más ocultos. Para obviar, la escena de apenas 15 segundos que concluye torpemente la relación entre los protagonistas.
Darín también reflexiona sobre el hecho de vivir una vida vacía, “una vida llena de nada”. Y de cómo el ser humano es capaz de vivir “1000 pasados y ningún futuro”. Finalmente, Campanella con una segunda parte del film mucho más fuerte que la primera, consigue encontrar medianamente el equilibrio y conseguir uno de los mejores films del año, no tanto por méritos propios sino por la preocupante falta de competencia.
Darín también reflexiona sobre el hecho de vivir una vida vacía, “una vida llena de nada”. Y de cómo el ser humano es capaz de vivir “1000 pasados y ningún futuro”. Finalmente, Campanella con una segunda parte del film mucho más fuerte que la primera, consigue encontrar medianamente el equilibrio y conseguir uno de los mejores films del año, no tanto por méritos propios sino por la preocupante falta de competencia.