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Voto de Txarly:
1
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Drama
El 2 de diciembre del 2007, tres etarras asesinaron a dos guardias civiles (Fernando Trapero y Raúl Centeno) con los que casualmente se encontraron en una cafetería en Capbreton, en la región francesa de Las Landas. (FILMAFFINITY)
23 de septiembre de 2008
312 de 464 usuarios han encontrado esta crítica útil
Apoteósico. Nunca he vivido algo semejante en una sala de cine. Hace diez minutos que he llegado a casa y todavía me estoy descojonando.
San Sebastián, 22:00. Lugar: Kursaal Auditorio. Fecha: 23-09-08. Aforo: 1500. Afluencia: 1300 aprox. Ocasión: Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián.
Quedamos en el Pikatxilla, una cervecería enfrente de los Cubos de Moneo a las diez menos cuarto de esta noche. Tras los besos y saludos de rigor pisamos la alfombra roja y presentamos a los uniformados nuestras invitaciones. Nuestras chicas están fabulosas. Nosotros también. Como debe ser. Justo cuando entramos aparece un coche entre antiguo y raro que se detiene a tres metros y comienzan a saltar los flashes. Es Jaime Rosales y su cohorte. Como si de un anticipo emocional se tratase, pasamos de ellos y nos introducimos en el gran cubo. Nos toca anfiteatro. Pues vale.
El Cubo acojona. Los entendidos comentan que posee una de las mejores acústicas de Europa. No lo pongo en duda ya que durante La Quincena musical donostiarra, si uno es aficionado a la música de violines puede vivir sensaciones que un cd jamás te podrá dar. Lo comprobé durante una exuberante 1ª sinfonía de Brahms. Nos repartimos en el ala izquierda del anfiteatro. Está repleto. Saludo, a señas de mi hermano, a un viejo compañero y enemigo del colegio que se sienta justo detrás. Ha engordado unos 30 kilos, y aunque me joda, reconozco por lo bajini que su señora tiene un buen revolcón. Me pregunta por mí y lo despacho rápida pero elegantemente. Le pongo con disimulo la mano en el paquete a mi chica y ella pasa de mí. Aplausos de la masa al director y su cohorte. Luces fuera.
-Minuto diez: las dos mujeres sentadas delante de mi cuñada y un servidor, se levantan y se van. ¿Qué ha ocurrido hasta entonces? Ruido. Ruido de coches y voces lejanas mientras los actores hablan pero escapan del diálogo. Imágenes que no cuentan absolutamente nada van pasando delante de nuestros ojos: una estación de tren, una ventana que está cerrada y se abre, una cena en un piso... y nadie dice nada, ni transmite nada. Lo único que se escucha aparte del ruido de las motos, son los comentarios vivaces y cabrones de mi único hermano. Las de delante se ríen bastante. La gente comienza a sentirse incómoda. Cualquier tío, repito, cualquier tipo con una educación mínima podría haber rodado lo que hasta ahora se nos muestra, y además ahorrándose a los técnicos de sonido.
-Minuto 20: una mujer de las primeras filas se levanta y al grito de: "Qué me devuelvan el dinero de las entradas, esto es insoportable" se marcha taconeando para jorobar todo lo posible a las 1300 personas que asombrados la vemos marchar. De repente el anfiteatro estalla en vítores y aplausos. Duran unos diez segundos. Somos escoria, lo sé. Aquella santa varona consigue relajarnos durante ese breve instante. Un instante para enmarcar. Puedo sentir la puñalada en el corazón de Jaime Rosales. Me encanta. Qué pedazo de m...
San Sebastián, 22:00. Lugar: Kursaal Auditorio. Fecha: 23-09-08. Aforo: 1500. Afluencia: 1300 aprox. Ocasión: Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián.
Quedamos en el Pikatxilla, una cervecería enfrente de los Cubos de Moneo a las diez menos cuarto de esta noche. Tras los besos y saludos de rigor pisamos la alfombra roja y presentamos a los uniformados nuestras invitaciones. Nuestras chicas están fabulosas. Nosotros también. Como debe ser. Justo cuando entramos aparece un coche entre antiguo y raro que se detiene a tres metros y comienzan a saltar los flashes. Es Jaime Rosales y su cohorte. Como si de un anticipo emocional se tratase, pasamos de ellos y nos introducimos en el gran cubo. Nos toca anfiteatro. Pues vale.
El Cubo acojona. Los entendidos comentan que posee una de las mejores acústicas de Europa. No lo pongo en duda ya que durante La Quincena musical donostiarra, si uno es aficionado a la música de violines puede vivir sensaciones que un cd jamás te podrá dar. Lo comprobé durante una exuberante 1ª sinfonía de Brahms. Nos repartimos en el ala izquierda del anfiteatro. Está repleto. Saludo, a señas de mi hermano, a un viejo compañero y enemigo del colegio que se sienta justo detrás. Ha engordado unos 30 kilos, y aunque me joda, reconozco por lo bajini que su señora tiene un buen revolcón. Me pregunta por mí y lo despacho rápida pero elegantemente. Le pongo con disimulo la mano en el paquete a mi chica y ella pasa de mí. Aplausos de la masa al director y su cohorte. Luces fuera.
-Minuto diez: las dos mujeres sentadas delante de mi cuñada y un servidor, se levantan y se van. ¿Qué ha ocurrido hasta entonces? Ruido. Ruido de coches y voces lejanas mientras los actores hablan pero escapan del diálogo. Imágenes que no cuentan absolutamente nada van pasando delante de nuestros ojos: una estación de tren, una ventana que está cerrada y se abre, una cena en un piso... y nadie dice nada, ni transmite nada. Lo único que se escucha aparte del ruido de las motos, son los comentarios vivaces y cabrones de mi único hermano. Las de delante se ríen bastante. La gente comienza a sentirse incómoda. Cualquier tío, repito, cualquier tipo con una educación mínima podría haber rodado lo que hasta ahora se nos muestra, y además ahorrándose a los técnicos de sonido.
-Minuto 20: una mujer de las primeras filas se levanta y al grito de: "Qué me devuelvan el dinero de las entradas, esto es insoportable" se marcha taconeando para jorobar todo lo posible a las 1300 personas que asombrados la vemos marchar. De repente el anfiteatro estalla en vítores y aplausos. Duran unos diez segundos. Somos escoria, lo sé. Aquella santa varona consigue relajarnos durante ese breve instante. Un instante para enmarcar. Puedo sentir la puñalada en el corazón de Jaime Rosales. Me encanta. Qué pedazo de m...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Hay un constante goteo de pesonas que abandonan el auditorio. Algún portazo también. Madre mía... me lo estoy pasando pipa. ¿Qué qué ha ocurrido? Lo mismo que les conté antes: un coche que rueda, que se mete en un garaje, unos tipos cenando... y al final ocurre lo que dice el título de la película (vaya, parece que se ha infiltrado aquí una crítica del gran Gilbert). Una mujer aparece en una ventana y alguién grita: guapa!!! ufff... otro descojone general, esto ya pasa a ser un circo. Los cuchicheos toman las riendas hasta que baja el telón. Tengo una mano en mi paquete desde hace tiempo y no me había dado cuenta, oyes...
Más pítidos que aplausos. Mi hermano, yo y hasta el gordo cabrón gritamos ladrón, sinvergüenza, vago, maleante, etc... Aplauden los familiares de los actores y tres señoras del partido popular. Mi hermano comenta en alto que va a preguntar al director a ver cuándo sale la película en dvd... porque la va a ver su puta madre. La docena de personas anónimas que están a su lado se ríen como si estuviese allí el mismísimo Chiquito. Me sigo partiendo un rato. Intuyo que lo mejor viene al final.
No se puede abandonar el auditorio hasta que no salga el señor director. Mi hermano y yo nos llevamos a nuestras chicas al final de la cola, a diez metros de la puerta. Se escucha algún aplauso. Lo que hay es mucho cachondeo. Silbidos aislados porque estamos unos 500 tipos esperando que salga el caradura. Lo dicho, algún pitido, y cuando Jaime Rosales llega a la altura de mi hermano le mira y lo pilla intentando silbar con los dedos en la boca. Se ríe. Mi hermano le dice a dos metros de su cara que menuda jeta tiene. Yo le comento que es un crack, que si quiere le apadrino su siguiente film grabando en un centro de subnormales, que le doy cien euros. Si ya estaba tocado, nos encargamos de darle la puntilla. Huye cabizbajo. Qué bochorno!!
En la puerta de salida mi hermano me dice:
-ey, no sabes quién es ese? Pablo Malo, tiene un Goya y es de aquí.
-Ni idea, pero es feo de cojones.
Se dirige hacia él. Pillo a las parientas y nos acercamos. Quizá algo de sabiduría nos salve de nuestro salvajismo interior.
-Pablo, menudo truño, no?
-Bueno, a mí no me coge de sorpresa. Les conozco a todos y sabía a lo que venía. Es una película muy difícil de vender. La gente no la entiende. Es complicada para que llegue al gran público. Quizá un cortometraje hubiese sido más acertado. Bueno, nos vemos.
Vaya... el gafapasta no me ha caído mal, aunque se observase a la legua el disgusto corporativo que lo acompañaba. Por lo menos ha sido coherente tanto con el film como con la reacción de la plebe. Ya sabéis... esa masa asquerosa que se permite decírle a un director en su morro que es un jetas y un desgraciado.
Sólo faltaba Kingo a mi lado. Hubiese sido la hecatombe. Jamás había disfrutado tanto de uno de los mayores truñacos que me he tragado en mi vida. Impresionante!!
Más pítidos que aplausos. Mi hermano, yo y hasta el gordo cabrón gritamos ladrón, sinvergüenza, vago, maleante, etc... Aplauden los familiares de los actores y tres señoras del partido popular. Mi hermano comenta en alto que va a preguntar al director a ver cuándo sale la película en dvd... porque la va a ver su puta madre. La docena de personas anónimas que están a su lado se ríen como si estuviese allí el mismísimo Chiquito. Me sigo partiendo un rato. Intuyo que lo mejor viene al final.
No se puede abandonar el auditorio hasta que no salga el señor director. Mi hermano y yo nos llevamos a nuestras chicas al final de la cola, a diez metros de la puerta. Se escucha algún aplauso. Lo que hay es mucho cachondeo. Silbidos aislados porque estamos unos 500 tipos esperando que salga el caradura. Lo dicho, algún pitido, y cuando Jaime Rosales llega a la altura de mi hermano le mira y lo pilla intentando silbar con los dedos en la boca. Se ríe. Mi hermano le dice a dos metros de su cara que menuda jeta tiene. Yo le comento que es un crack, que si quiere le apadrino su siguiente film grabando en un centro de subnormales, que le doy cien euros. Si ya estaba tocado, nos encargamos de darle la puntilla. Huye cabizbajo. Qué bochorno!!
En la puerta de salida mi hermano me dice:
-ey, no sabes quién es ese? Pablo Malo, tiene un Goya y es de aquí.
-Ni idea, pero es feo de cojones.
Se dirige hacia él. Pillo a las parientas y nos acercamos. Quizá algo de sabiduría nos salve de nuestro salvajismo interior.
-Pablo, menudo truño, no?
-Bueno, a mí no me coge de sorpresa. Les conozco a todos y sabía a lo que venía. Es una película muy difícil de vender. La gente no la entiende. Es complicada para que llegue al gran público. Quizá un cortometraje hubiese sido más acertado. Bueno, nos vemos.
Vaya... el gafapasta no me ha caído mal, aunque se observase a la legua el disgusto corporativo que lo acompañaba. Por lo menos ha sido coherente tanto con el film como con la reacción de la plebe. Ya sabéis... esa masa asquerosa que se permite decírle a un director en su morro que es un jetas y un desgraciado.
Sólo faltaba Kingo a mi lado. Hubiese sido la hecatombe. Jamás había disfrutado tanto de uno de los mayores truñacos que me he tragado en mi vida. Impresionante!!