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Voto de Francesca:
7
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7
6.4
394
Drama
Marie, una exitosa diseñadora, divorciada y madre de un adolescente, se encuentra en un momento crucial de su vida: tras romper con su amante y abortar el bebé que esperaba, decide volver con su ex marido, a pesar de que éste mantiene una relación con una mujer mucho más joven. Paralelamente su círculo de amistades también afronta sus propios problemas sentimentales que les conducen a inesperadas y dolorosas situaciones. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2013
15 de noviembre de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es una historia sencilla, como su título reza en francés (“Une histoire simple”). Marie (Romy Schneider), una mujer que roza los cuarenta años, decide abortar. Está divorciada, vive con su hijo de dieciséis años. Tiene un amante/pareja, Serge (Claude Brasseur) con quien quiere romper y de quien ya no quiere el hijo. Ella tiene su trabajo, sus amigos, su hijo, su vida. Es una mujer emancipada, libre de decidir sobre su destino. Se respira el aire post mayo del 68.
No es una historia sencilla,es tan enrevesada como la vida misma, con sus vaivenes, sus tristezas, alegrías, rupturas, (re)encuentros…
Hay que situar la historia en su contexto histórico. Hasta el voto de una ley en 1965 a la mujer se la consideraba como una “incapacitada jurídica”; no podía firmar contratos o documentos oficiales. En el momento de la película habían pasado diez años desde Mayo del 68. Fue solo en 1970 cuando la potencia paternal (el padre tenía todos los derechos sobre los hijos) pasa a ser autoridad parental. Es decir que la madre y el padre tienen los mismos derechos de cara a sus hijos. El aborto se despenalizó en Francia en 1975, gracias a la ley promulgada por la ministra de Sanidad Simone Veil. La mujer puede entonces decidir sobre embarazo, más allá de los motivos médicos. Todos estos cambios están de alguna manera presentes en la película. Marie, en la primera escena, así lo entiende. Toma además la iniciativa de dejar a Serge. Quiere tomar las riendas de su vida.
Romy Schneider, fenomenal, con esa dulzura, con esa sonrisa que desarma (a solo cuatro años de su muerte, en 1982). Claude Brasseur: tiene un papel parecido al que hace en Los senos de hielo (Georges Lautner, 1974), donde interpreta a un escritor enamorado de una misteriosa mujer a la que persigue incansablemente. Aquí también es un personaje sin complicaciones, algo ruidoso, algo fanfarrón, simpático, que no termina de entender por qué ella lo quiere dejar.
Bruno Cremer es Georges, el exmarido de Marie. Es el mismo actor que, año después, protagonizará (fugazmente) Bajo la arena (2000), de François Ozon.
Que te dejen es doloroso, pero dejar también es difícil. Y los viejos amores vuelven… porque en el fondo no son tan viejos… o sí… En fin, vivir siguiendo los sentimientos es asomarse continuamente a un abismo.
Y, en medio de todo esto, un tema actual: los despidos en una empresa, aquella donde trabajan Georges y Marie y un amigo de ambos a quien han echado, “porque ya no es rentable”, concluye con amargura Marie.
Al final, frente a los avatares sentimentales y laborales, lo que queda es la amistad cercana y sólida.
Una bonita película que cuenta lo que todos hemos vivido en momento dado (el amor, el desamor, la tristeza, las ganas de maternidad, la sed de libertad…), pero sin pretensiones, sin dar lecciones, sin juzgar. En el fondo es eso: vive y deja vivir.
FRASES
“Desde hace tiempo es justamente cuando estamos juntos cuando te echo más de menos”, dice Marie en su diálogo interno de despedida de Serge.
No es una historia sencilla,es tan enrevesada como la vida misma, con sus vaivenes, sus tristezas, alegrías, rupturas, (re)encuentros…
Hay que situar la historia en su contexto histórico. Hasta el voto de una ley en 1965 a la mujer se la consideraba como una “incapacitada jurídica”; no podía firmar contratos o documentos oficiales. En el momento de la película habían pasado diez años desde Mayo del 68. Fue solo en 1970 cuando la potencia paternal (el padre tenía todos los derechos sobre los hijos) pasa a ser autoridad parental. Es decir que la madre y el padre tienen los mismos derechos de cara a sus hijos. El aborto se despenalizó en Francia en 1975, gracias a la ley promulgada por la ministra de Sanidad Simone Veil. La mujer puede entonces decidir sobre embarazo, más allá de los motivos médicos. Todos estos cambios están de alguna manera presentes en la película. Marie, en la primera escena, así lo entiende. Toma además la iniciativa de dejar a Serge. Quiere tomar las riendas de su vida.
Romy Schneider, fenomenal, con esa dulzura, con esa sonrisa que desarma (a solo cuatro años de su muerte, en 1982). Claude Brasseur: tiene un papel parecido al que hace en Los senos de hielo (Georges Lautner, 1974), donde interpreta a un escritor enamorado de una misteriosa mujer a la que persigue incansablemente. Aquí también es un personaje sin complicaciones, algo ruidoso, algo fanfarrón, simpático, que no termina de entender por qué ella lo quiere dejar.
Bruno Cremer es Georges, el exmarido de Marie. Es el mismo actor que, año después, protagonizará (fugazmente) Bajo la arena (2000), de François Ozon.
Que te dejen es doloroso, pero dejar también es difícil. Y los viejos amores vuelven… porque en el fondo no son tan viejos… o sí… En fin, vivir siguiendo los sentimientos es asomarse continuamente a un abismo.
Y, en medio de todo esto, un tema actual: los despidos en una empresa, aquella donde trabajan Georges y Marie y un amigo de ambos a quien han echado, “porque ya no es rentable”, concluye con amargura Marie.
Al final, frente a los avatares sentimentales y laborales, lo que queda es la amistad cercana y sólida.
Una bonita película que cuenta lo que todos hemos vivido en momento dado (el amor, el desamor, la tristeza, las ganas de maternidad, la sed de libertad…), pero sin pretensiones, sin dar lecciones, sin juzgar. En el fondo es eso: vive y deja vivir.
FRASES
“Desde hace tiempo es justamente cuando estamos juntos cuando te echo más de menos”, dice Marie en su diálogo interno de despedida de Serge.