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Voto de Francesca:
8

Voto de Francesca:
8
7.3
28,148
25 de noviembre de 2013
25 de noviembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me había “prometido” (entre comillas porque tampoco era una promesa a sangre y fuego) no ver las siguientes partes después de haber visto la primera, que me resultó lenta e insustancial. Las circunstancias, sin embargo, han querido que topara con este tercer episodio. Menos mal. Céline y Jess están juntos, tienen dos hijas gemelas y pasan el verano en una isla griega. Acaban de despedirse del hijo de Jess y el padre se muestra triste, se pregunta si no debería ir a Chicago para estar más cerca de él. En el trayecto en coche desde el aeropuerto a la casa, la pareja habla (¡cómo no, es la especialidad de la casa!). Céline se niega a trasladarse a Chicago, tema que en realidad no se plantea directamente. Pero se ha abierto una grieta y el espectador presiente que por ahí va a entrar mucha agua…
El día transcurre, compra, charla de sobremesa con amigos, paseo, puesta de sol… todo esto sin que haya un segundo de silencio. Resulta algo poco natural porque una pareja que se conoce desde hace tanto tiempo no necesita el apoyo constante de la palabra.
Pero todo este río desemboca en un mar (de dudas). En los veinte últimos minutos es cuando se concentra el drama de esta pareja que ha llegado a un punto muerto. Ella le hace toda suerte de recriminaciones. Aquí, por primera vez me parece a mí, el diálogo se hace auténtico. No se trata de un mero bla-bla-bla para llenar el vacío, sino de temas tan personales como universales. En esos momentos, Céline y Jess encarnan una pareja concreta y a la vez universal. Ella quiere saber si él se ha acostado con una tal X (no recuerdo el nombre) y él responde reiterando su amor. “Entonces, es que te has acostado con ella”, sentencia Céline. ¿No nos suena? Ella habla de lo concreto y él de lo general. Discurren temas como la maternidad (yo me he sacrificado, tú holgazaneabas, viene a decir ella), el feminismo (las mujeres son siempre las que se sacrifican), el reconocimiento (él es autor de éxito, ella, en cambio…), el declive del cuerpo (ella no se siente deseable), el encuentro de tú a tú, fuera de los niños (han tomado esa noche para estar juntos completamente), la calma (la que demuestra él), frente a la tormenta (ella está alterada y no entiende a razones), la escucha o falta de escucha (él le dice que la quiere y ella no se lo cree), la aceptación (yo te acepto como eres, asegura él), frente a la voluntad de cambiar al otro. En fin, es todo un decálogo de asuntos que trascurren en el seno de una pareja que necesita romper o que se rompa algo.
Una vez roto el vaso, ¿qué harán? El final marca una dirección, pero no un final cerrado. Esperemos que la siguiente entrega (¿Antes de la madrugada?) aclare algo más.
La acción transcurre en un solo día, como en entregas anteriores, no hay artificios en el vestuario ni en el maquillaje. Aquí es un día cualquiera durante las vacaciones. Aunque un día clave en el que tomar decisiones… El guion ha sido escrito por el director y los dos protagonistas; se nota en la frescura y cercanía de los diálogos.
P.S. Sigo opinando lo mismo de la primera entrega (Antes del amanecer – R. Linklater
http://www.francescaprince.es/blog/?p=699 - No consigo entender).
El día transcurre, compra, charla de sobremesa con amigos, paseo, puesta de sol… todo esto sin que haya un segundo de silencio. Resulta algo poco natural porque una pareja que se conoce desde hace tanto tiempo no necesita el apoyo constante de la palabra.
Pero todo este río desemboca en un mar (de dudas). En los veinte últimos minutos es cuando se concentra el drama de esta pareja que ha llegado a un punto muerto. Ella le hace toda suerte de recriminaciones. Aquí, por primera vez me parece a mí, el diálogo se hace auténtico. No se trata de un mero bla-bla-bla para llenar el vacío, sino de temas tan personales como universales. En esos momentos, Céline y Jess encarnan una pareja concreta y a la vez universal. Ella quiere saber si él se ha acostado con una tal X (no recuerdo el nombre) y él responde reiterando su amor. “Entonces, es que te has acostado con ella”, sentencia Céline. ¿No nos suena? Ella habla de lo concreto y él de lo general. Discurren temas como la maternidad (yo me he sacrificado, tú holgazaneabas, viene a decir ella), el feminismo (las mujeres son siempre las que se sacrifican), el reconocimiento (él es autor de éxito, ella, en cambio…), el declive del cuerpo (ella no se siente deseable), el encuentro de tú a tú, fuera de los niños (han tomado esa noche para estar juntos completamente), la calma (la que demuestra él), frente a la tormenta (ella está alterada y no entiende a razones), la escucha o falta de escucha (él le dice que la quiere y ella no se lo cree), la aceptación (yo te acepto como eres, asegura él), frente a la voluntad de cambiar al otro. En fin, es todo un decálogo de asuntos que trascurren en el seno de una pareja que necesita romper o que se rompa algo.
Una vez roto el vaso, ¿qué harán? El final marca una dirección, pero no un final cerrado. Esperemos que la siguiente entrega (¿Antes de la madrugada?) aclare algo más.
La acción transcurre en un solo día, como en entregas anteriores, no hay artificios en el vestuario ni en el maquillaje. Aquí es un día cualquiera durante las vacaciones. Aunque un día clave en el que tomar decisiones… El guion ha sido escrito por el director y los dos protagonistas; se nota en la frescura y cercanía de los diálogos.
P.S. Sigo opinando lo mismo de la primera entrega (Antes del amanecer – R. Linklater
http://www.francescaprince.es/blog/?p=699 - No consigo entender).