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Voto de Francesca:
6
Voto de Francesca:
6
7.0
746
16 de junio de 2014
16 de junio de 2014
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción se establece muy rápidamente. Un oficinista cuenta a Jean, su colega de trabajo, que ha ido una vez más a jugar. Jean Fournier, tras un momento de reticencia se deja llevar y muy rápidamente sentimos que algo se va a descalabrar.
El destino de este chico, tan apuesto y que vive con el padre, de pronto toma un rumbo más vertiginoso.
En Cannes conoce a Jacquie (Jeanne Moreau), una mujer impulsiva, coqueta y amante del juego. Los dos emprenden un viaje con idas y venidas constantes (pierden y ganan a partes iguales). Hay entre los dos un amor desapasionado por el juego; ganar o perder tiene el mismo valor. El tiempo no importa porque es simplemente un receptáculo en el que caen o se recogen los billetes.
En este torbellino sin sentido, lo que impulsa la acción es la música, las frases musicales de Michel Legrand. El resto son diálogos entre dos seres que se aíslan del resto, solo viven alrededor de una mesa de juego. Ella ha dejado marido e hijo; él, su padre.
Jeanne Moreau está impresionante; una femme fatale, imprevisible, cargando solo lo suficiente el personaje resulta completamente creíble.
Al final, ¿gana el amor o el dinero… o el amor al dinero?
FRASES:
Ella:
“Si me gustara el dinero no lo desperdiciaría así.”
“Lo que me gusta en el juego es esta existencia tonta, hecha de lujo y de pobreza, y también de misterio, el misterio de los números, el azar.”
“Lo que gano o el dinero no significan nada para mí, ni este vestido ni esta habitación.”
Y cuando él le pregunta sobre lo que él representa para ella:
“No mezclemos los sentimientos a una situación ya de por sí difícil.”
Y para aclarar los sentimientos de ella hacia él:
“Estoy contigo porque me das suerte.”
El destino de este chico, tan apuesto y que vive con el padre, de pronto toma un rumbo más vertiginoso.
En Cannes conoce a Jacquie (Jeanne Moreau), una mujer impulsiva, coqueta y amante del juego. Los dos emprenden un viaje con idas y venidas constantes (pierden y ganan a partes iguales). Hay entre los dos un amor desapasionado por el juego; ganar o perder tiene el mismo valor. El tiempo no importa porque es simplemente un receptáculo en el que caen o se recogen los billetes.
En este torbellino sin sentido, lo que impulsa la acción es la música, las frases musicales de Michel Legrand. El resto son diálogos entre dos seres que se aíslan del resto, solo viven alrededor de una mesa de juego. Ella ha dejado marido e hijo; él, su padre.
Jeanne Moreau está impresionante; una femme fatale, imprevisible, cargando solo lo suficiente el personaje resulta completamente creíble.
Al final, ¿gana el amor o el dinero… o el amor al dinero?
FRASES:
Ella:
“Si me gustara el dinero no lo desperdiciaría así.”
“Lo que me gusta en el juego es esta existencia tonta, hecha de lujo y de pobreza, y también de misterio, el misterio de los números, el azar.”
“Lo que gano o el dinero no significan nada para mí, ni este vestido ni esta habitación.”
Y cuando él le pregunta sobre lo que él representa para ella:
“No mezclemos los sentimientos a una situación ya de por sí difícil.”
Y para aclarar los sentimientos de ella hacia él:
“Estoy contigo porque me das suerte.”
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
MÁS
Jacques Demy, “miembro” de la nouvelle vague, ha sido autor de otros títulos de un “cine cantado”: Les parapluies de Cherbourg (Los paraguas de Cherburgo, 1964), con Catherine Deneuve, donde los diálogos son musicales. En Les demoiselles de Rochefort (Las señoritas de Rochefort, 1967) Deneuve y Françoise Dorléac, su hermana, comparten protagonismo. Unos años más tarde, firmó otro film peculiar, con la misma actriz, Peau d’âne (Piel de asno, 1970). Casado con Agnès Varda, falleció de sida en 1990.
Jacques Demy, “miembro” de la nouvelle vague, ha sido autor de otros títulos de un “cine cantado”: Les parapluies de Cherbourg (Los paraguas de Cherburgo, 1964), con Catherine Deneuve, donde los diálogos son musicales. En Les demoiselles de Rochefort (Las señoritas de Rochefort, 1967) Deneuve y Françoise Dorléac, su hermana, comparten protagonismo. Unos años más tarde, firmó otro film peculiar, con la misma actriz, Peau d’âne (Piel de asno, 1970). Casado con Agnès Varda, falleció de sida en 1990.