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España España · bilbao
Voto de ernesto:
7
Drama Se basa en los años de juventud de Abraham Lincoln, que llegaría a ser presidente de los Estados Unidos (1861-1865). El antiguo leñador de Kentucky es ya un abogado que empieza a destacar por su defensa de los derechos de los más humildes. Fue candidata al Óscar en 1939 en la antigua categoría de Mejor historia. (FILMAFFINITY)
18 de mayo de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El joven Lincoln fue dirigida por John Ford en 1939. Para entonces ya había dirigido una infinidad de películas entre largos y cortos. Pero no fue hasta ese año cuando dirigió su primera gran película, La Diligencia. Pero aun así se permitió el lujo de rodas otras dos películas mas, El joven Lincoln y Corazones indomables, desde luego no obras maestras, pero sí notables complementos a una filmografía extraordinaria.
En el caso de El joven Lincoln, John Ford dirige una película que es un perfecto retrato de la personalidad del joven Abraham Lincoln, el que acabaría convirtiéndose en el decimosexto presidente de los Estados Unidos.
La historia comienza con el protagonista viviendo una sencilla historia de amor de juventud. Esto le sirve a John Ford para mostrarnos con una sutileza extrema como es el carácter de Lincoln ya desde sus años más jóvenes.
Tras un trágico revés del destino Lincoln se traslada a trabajar como abogado a una pequeña capital de provincias, y ahí será el lugar donde comenzará a forjarse el personaje público en que llegará a convertirse.
Llegados a ese punto la película se queda algo por debajo del sutil retrato que se hace del personaje. La trama judicial en la que se ve envuelto el protagonista, y que sirve de eje central al relato, es tan eficaz como simple, quedándose corta frente a la dimensión del personaje. John Ford sabe aprovecharse de la claves del género judicial para hacer avanzar el relato con soltura pese a lo limitado que acaba resultando.
Donde realmente brilla El joven Lincoln es en el trabajo de su protagonista, un jovencísimo Henry Fonda. Su transformación física, desde la expresión de su rostro hasta la forma en que se mueve, hacen que sea casi imposible reconocer al actor frente al personaje, y sin grandes alardes interpretativos se convierte en el Abraham Lincoln todos conocemos de los retratos de la época.
No es esta una de las películas que hicieron legendaria la carrera de John Ford, pero si es una buena muestra de su humildad como realizador, siempre al servicio de sus historias, y no de su lucimiento como director, lo que lo hacía más grande.
ernesto
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