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España España · bilbao
Voto de ernesto:
5
Terror. Fantástico La prematura muerte de su madre durante un parto, arranca violentamente a Víctor Frankenstein de su idílica vida en Ginebra. Desde ese día, la idea de vencer a la muerte será su obsesión y, por ello, decide estudiar medicina en Ingolstadt. Allí conoce al siniestro profesor Waldman, de quien se rumorea que pasó su juventud estudiando la posibilidad de crear un ser humano. Víctor no sólo se interesa por sus experimentos, sino que está ... [+]
26 de agosto de 2011
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La carrera de Kenneth Branagh esta inevitablemente ligada a la obra de William Shakespeare. Son las adaptaciones del autor británico las que mayor fama y prestigio le han dado. Desde que hiciera Enrique V, que sigue siendo una de sus mejores películas, hace más de veinte años, Branagh, en cambio, ha ido alternando a Shakespeare con películas bastante variadas. Desde el thriller Morir todavía hasta el superhéroe Thor podemos encontrar de todo, incluso una adaptación de Mozart. Pero sí es verdad que el adjetivo shakespeareriano se podría aplicar a muchas de sus películas, sean o no adaptaciones del escritor.
Frankenstein de Mary Shelley fue su quinta película, y fue la primera en la que el ego desmedido de Branagh, que ya se intuia, hizo su aparición de forma escandalosa. Sin obviar que el dichoso sanbenito de shakespeareano (prometo no repetirlo) también le va como anillo al dedo.
Después de cuatro películas más que buenas, Kenneth Branagh debió pensar que ya había llegado su momento, que ya era hora de hacer su gran obra maestra, esa por la que sería recordado como director y actor. Para ello nada mejor que el clásico de Mary Shelley, que le daba posibilidades de lucimiento en las dos facetas de su trabajo.
La historia es de sobra conocida, aunque en esta película se trate de huir de la clásica imagen que tenemos del relato de Shelley. Victor Frankenstein vive en una idílica mansión de las montañas suizas con su familia y una chica adoptada por sus padres de pequeña y de la que él está enamorado. Su obsesión por la ciencia se tranforma en enfermiza cuando, tras la muerte de su madre, decide crear algo que pueda evitar la pérdida de los seres queridos. Cuando se traslada a Ingolstad a estudiar medicina entra en contacto con un profesor que le da la idea a seguir. Crear un ser humano a partir de retales de otros ya fallecidos. Dicho y hecho. Con lo que el ya Doctor Frankenstein no cuenta es con que el resultado de su proyecto es una abominación que nunca podrá encontrar su lugar en el mundo, y su sufrimiento pronto se convertira en odio hacia su creador.
Ya desde las primeras imágenes se intuye que Kenneth Branagh, inbuido por el espíritu del mismísimo Victor Frankenstein, quire hacer la película definitiva sobre el mito, y lo hace de la misma forma en que el doctor creó al monstruo, con un exceso de egolatría que no le cabe en el cuerpo. Moviendo la cámara de la forma más ampulosa que se pueda imáginar y acompañando a las imágenes con una música incesante y agotadora, los personajes se mueven por los lujosos decorados recitando sus diálogosde forma teatral y cargante.
La primera parte del relato roza el ridículo con un ya talludito Kenneth Branagh tratando de hacer creible a un jovencito Victor Frankenstein que, melena al viento, corre por los prados suizos poniendo en práctica sus peculiares inventos.
(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ernesto
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