Media votos
6.5
Votos
5,710
Críticas
5,208
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
6
6.1
218
Drama
Año 1949. Después de estar encerrado en un campo de concentración nazi durante la Segunda Guerra Mundial, el refugiado judío Hans Muller emigra a Israel para empezar una nueva vida. Pero los traumas psicológicos de la guerra siguen afectando su mente y no tarda en atacar por accidente a un policía. Convertido en fugitivo, el confuso e inestable Hans huye de la justicia por todo Israel, junto a un joven huérfano, en busca de paz espíritual. (FILMAFFINITY) [+]
31 de mayo de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
118/24(30/05/18) Interesante aunque algo superficial drama (de bajo presupuesto) dirigido por (el delator) Edward Dmytryk, adaptando la novela homónima de Michael Blankfort que él mismo escritor guioniza. Centrado en un superviviente del Holocausto que emigra a Israel en 1949 para establecerse allí, pero que sufre estrés post-traumático por haber estado en un campo de concentración nazi, y haber perdido allí a su familia. Cinta producida por Srtanley Kramer, tipo de mentalidad progresista que en sus películas intentaba mostrar temas de relevancia social, para promover reflexiones y mensajes, y esta producción es prueba de ello, cinta pinera en la concienciación de los horrores que sufrieron los sobrevivientes en los campos de exterminio nazis, para ello el relato torna en una sutil historia que loa los parabienes de la naciente Israel (lo hizo 5 años antes del rodaje), y con ello se subvierte un tanto el retrato de personalidad del protagonista al erigirse en una loa al sionismo, donde el buenismo ambiental desborda la pantalla. Para ello el relato deriva en una cuasi-road-movie en que el protagonista huye por el país mediterráneo para de soslayo mostrarnos los ancestrales pueblos y sus kibutzs, y por supuesto sus gentes, en lo que entiendo fue una postal para atraer más inmigrantes a Israel, filmándose en sus exteriores en la nación hebrea (planos interiores en estudios hollywoodiense). El director tiene sus puntos fuertes en el reflejo psicológico del protagonista, exponiendo su angustia, tormento, sus traumas asfixiantes, ello en un recorrido vital alegórico con su huida hacia ninguna parte, pasando por el conflicto interno, el intento de escapar de uno mismo, los sentimientos de culpa, la frustración y como encuentra en su odisea motivos por los que agarrarse la vida, como son un muchacho y una mujer (por otro lado, recursos simplistas). Para esta travesía física y emocional está el espléndido Kirk Douglas con una energía y visceravilidad arrolladora. Pero al final se siente un tanto liviana, no tocando apenas temas al margen como el surgimiento de Israel. Se puede agradecer la valentía de mostrar algo poco visto en cine, pero adolece de esquematismo, y falta más garra y matices en los secundarios, todos meras muletas azucaradas (ejemplo ese romance flash con la bella rubia) para el arco de desarrollo previsto del protagonista. El título original (“The juggler”) hace referencia a la profesión del protagonista que ejercía con gran éxito en Alemania antes de la guerra, Malabarista, quizás profesión no escogida al azar, puede verse como una metáfora de alguien que sorteó las desgracias, la muerte pasó a su lado y consiguió sobrevivir al peor de los infiernos.
Cinta que en muchos momentos huele a documental, esto ya desde su arranque con un montaje de refugiados judíos europeos llegando a Haifa (Israel), dos años después la proclamación en la ONU de la nación de Israel, a partir de aquí la película esta punteada del costumbrismo del tiempo y lugar. Como recibían y recolocaban laboralmente a los inmigrantes judíos, los problemas de algunos para encontrar su lugar, vemos la bella y milenaria Haifa en la,persecución policial, vemos los campos israelís, vemos la vida en los kibutz, sus fiestas con sus bailes alrededor del fuego, vemos (tímidamente) como Israel estaba flanqueada por naciones enemigas (esto cuando vemos una patrulla a caballo de tres soldados sirios). Quizá la cercanía en el tiempo a los convulsos hechos narrados hace que se perdida perspectiva de la realidad histórica, pues todo lo dicho se exhibe pero no se rasca en nada de esto, meras postales cuasi-turísticas.
Es una narración que camina por lugares comunes, sobre el dolor de la pérdida, sobre los sentimientos de culpa por haber sobrevivido al Genocidio, sobre buscar sentido a seguir viviendo, pero todo es mostrado con emoción, mero artificiosamente, recursos fáciles de darle al protagonista un motivo paternalista en la figura del joven “Josh” y otro romántico en Ya’el, es que si no aparece la hermosa y sensual mujer encarnada por Milly Vitale ya no hay motivos para la esperanza? Manipulador en este sentido es el argumento, como apresurado es este recurso amoroso, un flechazo ipso-facto poco verosímil.
El director nacido en Canadá, Edward Dmytryk estuvo involucrado en la Caza de Brujas emprendida por el pérfido senador McCarthy, buscando a “anti-americanos” en Holywood, premisa para esta esta etiqueta era el ser o haber sido miembro del partido comunista, y el modus operandi de la comisión que investigaba esto era el chantajear a los testigos con o delación (y sigues trabajando en Hollywood), o silencio (entonces cárcel por desacato y consiguiente inclusión en la Lista Negra que era marchamo de no poder trabajar en la Meca del Cine). Dmytryk fue miembro del partido comunista USA entre 1944 y 1945, y primero se negó a declarar en 1947, formando parte de “Los 10 de Hollywood”, por lo que fue despedido de la RKO, y para no entrar en prisión huyó a Gran Bretaña, allí rodó dos películas. Cuando se le caducó el pasaporte retornó a USA, siendo arrestado y encarcelado, tras cuatro mese y 17 días en el presidio de MIllspoint (Virginia O.), aceptó testificar con nombres. El 25 de abril de 1951 ante el nefasto comité delató a varios compañeros de profesión entre ellos a directores de prestigio como Frank Tuttle, Michael Gordon o el gran Jules Dassin. Todo esto viene a colación de una escena manipuladora en que se hace una alegoría torticera sobre la delación justificada, esto ocurre cuando un agente de la policía interroga a una niña Para le dé una foto del tipo que buscan, Hans Muller, y ante las esquivas respuestas de la chica el policía le dice (convirtiéndose en alter ego de la conciencia de Dmytryk), "A veces, por el bien de la ley, tenemos que renunciar a nuestros amigos", pero en mi modesto entender no cuela, sus sentimientos de culpa (del director) son justificados pero empatizados por mí.
Cinta que en muchos momentos huele a documental, esto ya desde su arranque con un montaje de refugiados judíos europeos llegando a Haifa (Israel), dos años después la proclamación en la ONU de la nación de Israel, a partir de aquí la película esta punteada del costumbrismo del tiempo y lugar. Como recibían y recolocaban laboralmente a los inmigrantes judíos, los problemas de algunos para encontrar su lugar, vemos la bella y milenaria Haifa en la,persecución policial, vemos los campos israelís, vemos la vida en los kibutz, sus fiestas con sus bailes alrededor del fuego, vemos (tímidamente) como Israel estaba flanqueada por naciones enemigas (esto cuando vemos una patrulla a caballo de tres soldados sirios). Quizá la cercanía en el tiempo a los convulsos hechos narrados hace que se perdida perspectiva de la realidad histórica, pues todo lo dicho se exhibe pero no se rasca en nada de esto, meras postales cuasi-turísticas.
Es una narración que camina por lugares comunes, sobre el dolor de la pérdida, sobre los sentimientos de culpa por haber sobrevivido al Genocidio, sobre buscar sentido a seguir viviendo, pero todo es mostrado con emoción, mero artificiosamente, recursos fáciles de darle al protagonista un motivo paternalista en la figura del joven “Josh” y otro romántico en Ya’el, es que si no aparece la hermosa y sensual mujer encarnada por Milly Vitale ya no hay motivos para la esperanza? Manipulador en este sentido es el argumento, como apresurado es este recurso amoroso, un flechazo ipso-facto poco verosímil.
El director nacido en Canadá, Edward Dmytryk estuvo involucrado en la Caza de Brujas emprendida por el pérfido senador McCarthy, buscando a “anti-americanos” en Holywood, premisa para esta esta etiqueta era el ser o haber sido miembro del partido comunista, y el modus operandi de la comisión que investigaba esto era el chantajear a los testigos con o delación (y sigues trabajando en Hollywood), o silencio (entonces cárcel por desacato y consiguiente inclusión en la Lista Negra que era marchamo de no poder trabajar en la Meca del Cine). Dmytryk fue miembro del partido comunista USA entre 1944 y 1945, y primero se negó a declarar en 1947, formando parte de “Los 10 de Hollywood”, por lo que fue despedido de la RKO, y para no entrar en prisión huyó a Gran Bretaña, allí rodó dos películas. Cuando se le caducó el pasaporte retornó a USA, siendo arrestado y encarcelado, tras cuatro mese y 17 días en el presidio de MIllspoint (Virginia O.), aceptó testificar con nombres. El 25 de abril de 1951 ante el nefasto comité delató a varios compañeros de profesión entre ellos a directores de prestigio como Frank Tuttle, Michael Gordon o el gran Jules Dassin. Todo esto viene a colación de una escena manipuladora en que se hace una alegoría torticera sobre la delación justificada, esto ocurre cuando un agente de la policía interroga a una niña Para le dé una foto del tipo que buscan, Hans Muller, y ante las esquivas respuestas de la chica el policía le dice (convirtiéndose en alter ego de la conciencia de Dmytryk), "A veces, por el bien de la ley, tenemos que renunciar a nuestros amigos", pero en mi modesto entender no cuela, sus sentimientos de culpa (del director) son justificados pero empatizados por mí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La puesta en escena dentro de su austeridad resulta muy buena para infundir el estado de ánimo del protagonismo conjugado con el mencionado estilo docu-drama, empezando por la novedosa realización en ubicaciones naturales de Israel (Haifa, Galilea, Jerusalén, Nazareth), así como algunos interiores filmados en Hollywood, gracias al fenomenal diseño de producción de Rudolph Sternad (“Solo ante el peligro” o “Vencedores o vencidos”); esto realzado por la cruda fotografía en glorioso b/n de J. Roy Hunt (“Yo anduve con un zombie” o “Encrucijada de odios”), balñanbdo los fotogramas de contrastes grisáceos, otorgando autenticidad, en exteriores reflejando mucho sol que da un aire sudorosos que calan en el espectador fundiéndose con el estado de ánimo turbador, mostrándose especialmente ágil en la persecución por Haifa, rodada con un ritmo y frenesí excelentes, mostrando en estilo realista el costumbrismo de la reciente Israel, sabiendo en expresivos primeros planos sacar lo mejor de Kirk Douglas, y sobre todo en sus momentos de delirio de ira.
El lienzo de la personalidad es bueno, sin ser de hondura, se atiene a clichés de ataques de ira sudorosos. Hans Muller es un tipo carcomido por la mochila de fantasmas que lleva arrastrando, es un payaso triste, alguien que intenta poner buena cara, entretener y sonreír, pero su tormentoso pasado lo oprime hasta hacerlo explotar en puntuales ocasiones. Tipo orgulloso que llegó a pensar que su fama era un salva-conducto para esquivar la xenofobia nazi, y esta soberbia lo tiene marcado, pues fue la que lo condenó, y lo que es peor provocó la muerte de su mujer e hijo, estos demonios lo degradan. Sus permanentes ansias de estar en movimiento pueden entroncar con las ansias de no ser enclaustrado, tras su experiencia con los nazis necesita sentirse libre, además cree que su hogar ni existe ni existirá llegando a decir en la mejor frase del film, definitoria de lo que siente "Casa es un sitio que has perdido". Kirk Douglas lo encarna con pasión, con delirios, con rabia, con sobre todo un desabrido carisma, emitiendo todo el fulgor interno que lo devora y autodestruye, dejando entrever grietas de fragilidad en su paternal relación con “Josh”, pero algo más forzado con Ya’el; Paul Stewart da lustre y nobleza a su rol de detective de la policía, aportando su mesura y contención; Joseph Walsh como el joven que “adopta” a Hans como figura paterna, cumple dotando de ternura a su inocente rol.
Por cierto, igual es una herejía, pero el relato me recuerda mucho al muy posterior de “Thelma & Louise” (1991), el protagonista podría ser el binomio, en las dos películas los protagonistas han sufrido en el pasado; se sienten asfixiados, en una escapada tienen un encuentro fortuito con alguien que deriva en una violenta respuesta por los protagonistas, esto embarca a estos en una huida hacia la nada; el agente de policía que los persigue en ambas es un tipo noble y bueno, sabiendo este que lo hecho no es tan grave como el perseguido cree: eso sí, el final dista de ser similar, aunque si al salir Hans de la habitación donde está escondido se escuchan disparos y se congela la imagen sería bastante parecido, aunque aún más se emparejaría con el film “Dos hombres y un destino”.
Momento recordable: Estremecedor Hans encarnado por Kirk Douglas abriendo su corazón a Ya’el, relatando como su orgullo de ser un afamado malabarista alemán le salvaría de la hostilidad nazi, ello rechazando los consejo de los que le pedían saliera por su bien del país germano, esto provocó al final su reclusión en un campo de concentración, y la ejecución de su esposa e hijo.
En conjunto me queda una estimable película, con elementos a resaltar, sirviendo de postal sobre la nueva Israel, como tributo a todos los que sufrieron la SHOAH, y esto con el buque insignia de un electrizante Kirk Douglas. Fuerza y honor!!!
El lienzo de la personalidad es bueno, sin ser de hondura, se atiene a clichés de ataques de ira sudorosos. Hans Muller es un tipo carcomido por la mochila de fantasmas que lleva arrastrando, es un payaso triste, alguien que intenta poner buena cara, entretener y sonreír, pero su tormentoso pasado lo oprime hasta hacerlo explotar en puntuales ocasiones. Tipo orgulloso que llegó a pensar que su fama era un salva-conducto para esquivar la xenofobia nazi, y esta soberbia lo tiene marcado, pues fue la que lo condenó, y lo que es peor provocó la muerte de su mujer e hijo, estos demonios lo degradan. Sus permanentes ansias de estar en movimiento pueden entroncar con las ansias de no ser enclaustrado, tras su experiencia con los nazis necesita sentirse libre, además cree que su hogar ni existe ni existirá llegando a decir en la mejor frase del film, definitoria de lo que siente "Casa es un sitio que has perdido". Kirk Douglas lo encarna con pasión, con delirios, con rabia, con sobre todo un desabrido carisma, emitiendo todo el fulgor interno que lo devora y autodestruye, dejando entrever grietas de fragilidad en su paternal relación con “Josh”, pero algo más forzado con Ya’el; Paul Stewart da lustre y nobleza a su rol de detective de la policía, aportando su mesura y contención; Joseph Walsh como el joven que “adopta” a Hans como figura paterna, cumple dotando de ternura a su inocente rol.
Por cierto, igual es una herejía, pero el relato me recuerda mucho al muy posterior de “Thelma & Louise” (1991), el protagonista podría ser el binomio, en las dos películas los protagonistas han sufrido en el pasado; se sienten asfixiados, en una escapada tienen un encuentro fortuito con alguien que deriva en una violenta respuesta por los protagonistas, esto embarca a estos en una huida hacia la nada; el agente de policía que los persigue en ambas es un tipo noble y bueno, sabiendo este que lo hecho no es tan grave como el perseguido cree: eso sí, el final dista de ser similar, aunque si al salir Hans de la habitación donde está escondido se escuchan disparos y se congela la imagen sería bastante parecido, aunque aún más se emparejaría con el film “Dos hombres y un destino”.
Momento recordable: Estremecedor Hans encarnado por Kirk Douglas abriendo su corazón a Ya’el, relatando como su orgullo de ser un afamado malabarista alemán le salvaría de la hostilidad nazi, ello rechazando los consejo de los que le pedían saliera por su bien del país germano, esto provocó al final su reclusión en un campo de concentración, y la ejecución de su esposa e hijo.
En conjunto me queda una estimable película, con elementos a resaltar, sirviendo de postal sobre la nueva Israel, como tributo a todos los que sufrieron la SHOAH, y esto con el buque insignia de un electrizante Kirk Douglas. Fuerza y honor!!!