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Voto de TOM REGAN:
7

Voto de TOM REGAN:
7
7.6
2,648
Drama. Romance
Drama de infidelidad entre dos adultos cuyas respectivas parejas no les prestan mucha atención. El arquitecto Larry Coe, casado y con dos hijos, se siente atraído por Margaret Gault desde el momento en que la ve en la parada del autobús escolar. El hijo de Margaret es compañero del hijo menor de Larry. Margaret admira a Larry desde que vio en una revista la casa por la que le dieron un premio. Y también se siente atraída por él. La ... [+]
13 de diciembre de 2016
13 de diciembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
244/13(12/12/16) Sugerente melodrama del realizador Richard Quine, un relato nada original, el núcleo es una infidelidad como las hay millones entre casados, lo que la hace destacable es el modo en que se cuenta, la delicadeza y elegancia con que son tratados todos los personajes, la carga de profundidad contra las clases acomodadas, que faltos de alicientes en sus ordinarias vidas buscan la chispa fuera de sus casas, la sensualidad y magnetismo de Kim Novak, la fuerte personalidad de un gran Kirk Douglas, un tremendo y sibilino Walter Matthau, un maravilloso libertino Ernie Kovacs, y una delicada y encantadora Barbara Rush, apoyados en una ambientación excelente, componiendo un marco idílico, una edénica urbanización clásica de la “american way of life”, con sus jardines bien cuidados, y sus elegantes interiores, como dice todos los matrimonios son felices con dos hijos (lo dice cínicamente). Evan Hunter guioniza su propio y homónimo libro, ahondando en la infelicidad existencial cuando tienes todo lo que desea, penetrando en la felicidad artificial que da el morbo de una relación extramarital, de vivir a través del deseo, en los sentimientos de culpa que esto acarrea, de cómo tras las fachadas de felicidad artificial que hay en la clase media se esconden frustraciones y anhelos de escapar a la rutina, tema el de la infidelidad valiente para la mojigata USA de entonces, tratando el adulterio de modo maduro, donde no hay malos y buenos, todos son víctimas.
Es un relato muchas veces contado, un argumento que huele a telenovela, pero lo que la hace reseñable es la dirección maestra de Richard Quine, fue siempre un tipo con una sensibilidad especial para retratar las complejas relaciones humanas, sabiendo exprimir sus ambigüedades, sus contradicciones, sus frustraciones, y esta cinta es prueba de ello, surtiéndose de un guión que delinea de modo espléndido a los personajes, con diálogos deliciosos, incisivos, punzantes, creando situaciones de fuerte carga emocional, con grandes simbolismos visuales, desarrollada de modo sereno, que no lento, narra fluidamente la infidelidad, de forma natural, sin juzgar, haciendo brotar la ternura entre ellos para desembocar en el deseo carnal, muestra con habilidad como los adúlteros viven con sus parejas un tanto infelizmente, personajes en crisis, ante encrucijadas vitales, cada uno a su modo, él sin interés de su esposa por su trabajo (del que es su gran amor), y ella con un marido que no siente pasión alguna por ella, por muchos esfuerzos que esta haga, o es impotente o gay, no queda claro, para de este modo ser este desengaño hogareño el caldo de cultivo para la promiscuidad, haciendo que empaticemos con la pareja protagonista sintamos su pasión, sus insatisfacciones y sus dudas. Relación delicada regada de miradas, insinuaciones sutiles, y de besos lujuriosos. Curiosamente para un drama de carácter íntimo se filmó en pantalla ancha, esto inteligentemente Quine lo utiliza para enmarcar a la pareja de infieles, para hacerlos más grandes y más solos, con grandes planos de ellos juntos, acentuando la sensación de ser ellos solos en el mundo (al menos lo que ellos querían), reforzando la impresión de melancolía que envuelve la historia.
Como ya he dicho hay simbolismo en la trama, el más evidente es del paralelismo entre la construcción de la casa de Roger y el del romance furtivo, de cómo la pasión brota entre Larry y Maggie, a la vez que se hace una alegroría sobre la pasión idealizada que impregna el protagonista en la construcción, algo único y diferente, el icono de su amor, su amor carnal durará lo que la edificación de la residencia. La casa realmente se construye a la vez que se rueda, de hecho al parecer era de Richard Quine, como pago de la producción por la realización del film, y como en un juego de espejos, Quine allí tenía pensado vivir con su gran amor, Kim Novak. Co-diseñada la vivienda por el director de arte Ross Bellah y el arquitecto Carl Anderson. El director estaba muy enamorado de Kim Novak, y se nota en el modo de filmarla, con extrema delicadeza, con que sensualidad toma su espalda, el escote dejando ver su excitante sujetador negro, o en el primer beso (fuera de plano) de Larry a ella, toda de rojo, dejando ver su excitación con los pezones erectos (menudo gol a la censura), vemos además como pierde el control cuando se le cae el bolso, muy sensual. Y es que la cintra a pesar de estar todavía bajo el censor Código Hays, ejemplo lo de los dormitorios de matrimonio con dos camas individuales, o que en el film un personaje (hombre o mujer) no pueda besar a más de uno, antinatural, pues vemos a Larry besar a su pareja infiel, pero no lo vemos con su esposa, pero aún así la cinta deja entrever intensidad sexual, erótica subliminal recorre los fotogramas, el intento de seducción (en vano) a su esposo frígido o gay, con el sujetador minúsculo al aire, o el susodicho momento de los pezones de punta, o el intento de seducción de Félix, desgarrador como suelta el pelo a Eve, nunca este simple acto fue más agresivo,
Kirk Douglas demuestra que no solo era enrome en los films de acción y aventuras, era también un coloso en la intimidad, trasladando con sutilidad emociones, sabiendo mostrar un arco de desarrollo creíble y gradual, ello con frescura, con una mirada cristalina, con silencios expresivos, con una sonrisa partida, magnífico, demostrando pasión e idealismo. Kim Novak es una belleza espectacular, arrolladora en su frialdad, una dama de hielo, una cuasi-femme fatale, pero lo siento, siempre me ha parecido muy hermosa, pero como actriz pésima, no es capaz de demostrar sentimiento alguno, siempre tiene el mismo gesto impertérrito en el rostro, nada parece afectarle, lástima que su química con el gran Kirk sea escasa, pues el parece amar un tempano. (sigue en spoiler por falta de espacio)
Es un relato muchas veces contado, un argumento que huele a telenovela, pero lo que la hace reseñable es la dirección maestra de Richard Quine, fue siempre un tipo con una sensibilidad especial para retratar las complejas relaciones humanas, sabiendo exprimir sus ambigüedades, sus contradicciones, sus frustraciones, y esta cinta es prueba de ello, surtiéndose de un guión que delinea de modo espléndido a los personajes, con diálogos deliciosos, incisivos, punzantes, creando situaciones de fuerte carga emocional, con grandes simbolismos visuales, desarrollada de modo sereno, que no lento, narra fluidamente la infidelidad, de forma natural, sin juzgar, haciendo brotar la ternura entre ellos para desembocar en el deseo carnal, muestra con habilidad como los adúlteros viven con sus parejas un tanto infelizmente, personajes en crisis, ante encrucijadas vitales, cada uno a su modo, él sin interés de su esposa por su trabajo (del que es su gran amor), y ella con un marido que no siente pasión alguna por ella, por muchos esfuerzos que esta haga, o es impotente o gay, no queda claro, para de este modo ser este desengaño hogareño el caldo de cultivo para la promiscuidad, haciendo que empaticemos con la pareja protagonista sintamos su pasión, sus insatisfacciones y sus dudas. Relación delicada regada de miradas, insinuaciones sutiles, y de besos lujuriosos. Curiosamente para un drama de carácter íntimo se filmó en pantalla ancha, esto inteligentemente Quine lo utiliza para enmarcar a la pareja de infieles, para hacerlos más grandes y más solos, con grandes planos de ellos juntos, acentuando la sensación de ser ellos solos en el mundo (al menos lo que ellos querían), reforzando la impresión de melancolía que envuelve la historia.
Como ya he dicho hay simbolismo en la trama, el más evidente es del paralelismo entre la construcción de la casa de Roger y el del romance furtivo, de cómo la pasión brota entre Larry y Maggie, a la vez que se hace una alegroría sobre la pasión idealizada que impregna el protagonista en la construcción, algo único y diferente, el icono de su amor, su amor carnal durará lo que la edificación de la residencia. La casa realmente se construye a la vez que se rueda, de hecho al parecer era de Richard Quine, como pago de la producción por la realización del film, y como en un juego de espejos, Quine allí tenía pensado vivir con su gran amor, Kim Novak. Co-diseñada la vivienda por el director de arte Ross Bellah y el arquitecto Carl Anderson. El director estaba muy enamorado de Kim Novak, y se nota en el modo de filmarla, con extrema delicadeza, con que sensualidad toma su espalda, el escote dejando ver su excitante sujetador negro, o en el primer beso (fuera de plano) de Larry a ella, toda de rojo, dejando ver su excitación con los pezones erectos (menudo gol a la censura), vemos además como pierde el control cuando se le cae el bolso, muy sensual. Y es que la cintra a pesar de estar todavía bajo el censor Código Hays, ejemplo lo de los dormitorios de matrimonio con dos camas individuales, o que en el film un personaje (hombre o mujer) no pueda besar a más de uno, antinatural, pues vemos a Larry besar a su pareja infiel, pero no lo vemos con su esposa, pero aún así la cinta deja entrever intensidad sexual, erótica subliminal recorre los fotogramas, el intento de seducción (en vano) a su esposo frígido o gay, con el sujetador minúsculo al aire, o el susodicho momento de los pezones de punta, o el intento de seducción de Félix, desgarrador como suelta el pelo a Eve, nunca este simple acto fue más agresivo,
Kirk Douglas demuestra que no solo era enrome en los films de acción y aventuras, era también un coloso en la intimidad, trasladando con sutilidad emociones, sabiendo mostrar un arco de desarrollo creíble y gradual, ello con frescura, con una mirada cristalina, con silencios expresivos, con una sonrisa partida, magnífico, demostrando pasión e idealismo. Kim Novak es una belleza espectacular, arrolladora en su frialdad, una dama de hielo, una cuasi-femme fatale, pero lo siento, siempre me ha parecido muy hermosa, pero como actriz pésima, no es capaz de demostrar sentimiento alguno, siempre tiene el mismo gesto impertérrito en el rostro, nada parece afectarle, lástima que su química con el gran Kirk sea escasa, pues el parece amar un tempano. (sigue en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Barbara Rush derrocha emotividad, conmueve en su rol de abnegada y amorosa esposa, espléndida. Ernie Kovacs está sublime en su papel de escritor bohemio, un libertino, nihilista, mujeriego, inseguro, insatisfecho, con simpatía natural, muy divertido, era un comediante y presentador tv, desgraciadamente un accidente automovilístico letal acabó con su prometedora carrera en cine en 1962.Matthau está en su mejor momento, interpretando a un vecino casi villano cuyo arma principal es la seducción. Walter Matthau como Félix está radiante en unas pocas escenas da esplendor y carisma sibilino a su pérfido rol, atronador cuando le come la oreja a Larry tras darse cuenta del affair, una “serpiente”, o viscosamente genial intentado seducir a Eve, formidable.
La puesta en escena resulta exuberante, creando una atmósfera elegante, componiendo una artificiosa elegía de la felicidad impostada, con una notable dirección artística de Ross Bellah (“Embrujada”, la serie), filmándose en Los Ángeles y alrededores (Santa Mónica, Malibú, Beverly Hills , Brentwood, el hotel Albatros es real), con esa fascinante casa de madera que el arquitecto construye, todo filtrado de modo luminoso por la fotografía de Chaerles Lang (“Con faldas y a lo loco” o “Los siete magníficos”), en Technicolor y pantalla ancha, de un tinte cuasi irreal, ello por un cromatismo kitsch, emitiendo confortabilidad, con encuadres alusivos, con ese vibrante colorido de la urbanización donde sobresale el verde del césped, con gran uso dramático de la lluvia. Y la trama envuelta en la evocadora música de George Duning (“De aquí a la eternidad” o “Mi hermana Elena”), crea un halo tristón y nostálgico alrededor del romance, melodías de orquesta que eleva el sentido dramático del relato.
Spoiler:
Momentos recordables, alguno ya mencionado: durante la primera cita furtiva en el Albatros, en el bar del hotel, ella le pregunta que quiere y él dice, hacer el amor contigo”, transgresor para su tiempo; El modo sexy en que Maggie intenta seducir a su esposo y este pasa olímpicamente de ella; La curiosa pregunta que Maggie le hace a Larry sobre cómo se afeita el hoyuelo de la barbilla, denota que se modificó el guión para Kirk Douglas; La fiesta en casa de los Coe, toda la tensión que se masca entre Maggie y Larry, como ella recoge el abrigo del dormitorio matrimonial y se queda mirando, la cama, el tocador, el baño, evocando melancólicamente la vida a aparte que tiene Larry sin él, siendo el zenit de la velada Felix con su sibilino entente con Larry, mordaz e ingenioso en sus comentarios, ejemplo "Todos estamos felizmente casados con dos hijos"; El siniestro Felix yendo clandestinamente a intentar a Eve en su casa, nunca tan aparentemente suaves palabras han sido más hirientes; El último encuentro de los amantes en la casa terminada de Roger, con Larry diciendo que le gustaría que los dos vivieran allí solos, para lo que haría un foso alrededor para alejarlos del mundo...
El desenlace se puede entender como políticamente correcto, poco atrevido y nada valiente, no sé si es feliz, pero sí lo es acomodaticio, adecuado para las mentes biempensantes, Larry decide volver con su esposa y aprovechar la oferta de trabajo en Hawái para alejarse de la tentación rubia de Maggie, le falta arrojo al final, esta conclusión es genuina del film, el libro tenía otro. El final original en el libro, era que después de nuestra historia de amor había terminado, Felix, viene a recogerla en un coche, y ella se lo piensa si subirse con él, al final prefiere despreciar la oferta, se abrocha la gabardina alrededor de su cuello, y se aleja andando.
Al final me queda un buen melodrama que explora de modo mordiente los complejos sentimientos humanos puestos a prueba, sustentado en una ambientación estupenda, y en unos actores fenomenales. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena resulta exuberante, creando una atmósfera elegante, componiendo una artificiosa elegía de la felicidad impostada, con una notable dirección artística de Ross Bellah (“Embrujada”, la serie), filmándose en Los Ángeles y alrededores (Santa Mónica, Malibú, Beverly Hills , Brentwood, el hotel Albatros es real), con esa fascinante casa de madera que el arquitecto construye, todo filtrado de modo luminoso por la fotografía de Chaerles Lang (“Con faldas y a lo loco” o “Los siete magníficos”), en Technicolor y pantalla ancha, de un tinte cuasi irreal, ello por un cromatismo kitsch, emitiendo confortabilidad, con encuadres alusivos, con ese vibrante colorido de la urbanización donde sobresale el verde del césped, con gran uso dramático de la lluvia. Y la trama envuelta en la evocadora música de George Duning (“De aquí a la eternidad” o “Mi hermana Elena”), crea un halo tristón y nostálgico alrededor del romance, melodías de orquesta que eleva el sentido dramático del relato.
Spoiler:
Momentos recordables, alguno ya mencionado: durante la primera cita furtiva en el Albatros, en el bar del hotel, ella le pregunta que quiere y él dice, hacer el amor contigo”, transgresor para su tiempo; El modo sexy en que Maggie intenta seducir a su esposo y este pasa olímpicamente de ella; La curiosa pregunta que Maggie le hace a Larry sobre cómo se afeita el hoyuelo de la barbilla, denota que se modificó el guión para Kirk Douglas; La fiesta en casa de los Coe, toda la tensión que se masca entre Maggie y Larry, como ella recoge el abrigo del dormitorio matrimonial y se queda mirando, la cama, el tocador, el baño, evocando melancólicamente la vida a aparte que tiene Larry sin él, siendo el zenit de la velada Felix con su sibilino entente con Larry, mordaz e ingenioso en sus comentarios, ejemplo "Todos estamos felizmente casados con dos hijos"; El siniestro Felix yendo clandestinamente a intentar a Eve en su casa, nunca tan aparentemente suaves palabras han sido más hirientes; El último encuentro de los amantes en la casa terminada de Roger, con Larry diciendo que le gustaría que los dos vivieran allí solos, para lo que haría un foso alrededor para alejarlos del mundo...
El desenlace se puede entender como políticamente correcto, poco atrevido y nada valiente, no sé si es feliz, pero sí lo es acomodaticio, adecuado para las mentes biempensantes, Larry decide volver con su esposa y aprovechar la oferta de trabajo en Hawái para alejarse de la tentación rubia de Maggie, le falta arrojo al final, esta conclusión es genuina del film, el libro tenía otro. El final original en el libro, era que después de nuestra historia de amor había terminado, Felix, viene a recogerla en un coche, y ella se lo piensa si subirse con él, al final prefiere despreciar la oferta, se abrocha la gabardina alrededor de su cuello, y se aleja andando.
Al final me queda un buen melodrama que explora de modo mordiente los complejos sentimientos humanos puestos a prueba, sustentado en una ambientación estupenda, y en unos actores fenomenales. Fuerza y honor!!!