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Voto de TOM REGAN:
9
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7.8
13,586
Comedia
Harry Hinkle, un cámara de televisión, está transmitiendo un partido a pie de campo, cuando sufre una conmoción cerebral a raíz de un choque fortuito con un jugador de fútbol americano. A pesar de que se trata de una lesión sin importancia, su cuñado Willie Gingrich, un abogado sin escrúpulos, le propone fingir una grave lesión con el fin de cobrar una sustanciosa indemnización. Al principio, Harry se muestra reacio, pero acaba ... [+]
12 de febrero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
09/09(13/01/19) Espléndida comedia de negra dirigida y escrita por el genial Billy Wilder, guionizada junto a I.A.L. Diamond (“Con faldas y a lo loco”, “Un, dos, tres” o “El apartamento”) en su séptima y fructífera colaboración, en lo que es otra más de las ácidas radiografías del maestro polaco (de nacimiento) del Sueño Americano, que en una sucesión de capítulos (16 titulados y numerados) se arremete con saña y mucha mordacidad, contra una sociedad mezquina, pusilánime, codiciosa, en una visión (la de Wilder) pesimista de la Condición Humana. Rebosante de diálogos puntiagudos, con dobles lecturas, de situaciones sabrosas ricas en matices que sirven como torpedos contra nuestro mundo egoísta, un desarrollo cargado de cinismo y chispa que con más de medio siglo de su estreno sigue el metraje tan fresco y radiante como entonces. Con una composición de personajes pétreos y cincelados con una enrome humanidad en sus virtudes y muchos defectos, siendo el epítome la pareja de protagonistas sumun, Walter Matthau y Jack Lemmon, en la que fue la primera de sus diez colaboraciones juntos, tres de ellas con Wilder, siendo el primero arrollador en su composición de un abogado carroñero, rol por el que ganó el Oscar a mejor actor secundario para esta película (secundario?) . La película también recibió nominaciones al Oscar por Art Direction-Set Decoration (en b/n) para Robert Luthardt & Edward G. Boyle, Mejor cinematografía (en b/n), y Mejor escritura, Historia y Guión para Wilder y Diamond. El título se deriva de una escena en la que Lemmon rompe una galleta de la fortuna, solo para encontrar en el famoso aforismo de Abraham Lincoln sobre engañar a todas / algunas personas todo / parte del tiempo.
La cinta se convierte en un “homenaje” a la picaresca tan propia del capitalismo, donde surgen personajes que se aprovechan del sistema en su espurio beneficio, buitres de labia ágil que cual encantadores de serpientes manejan la oratoria cual estilete elegante, aquí es donde el Willie Gringrich de Matthau se mueve como un tiburón sigiloso y sutil, encontrando los puntos débiles de cada elemento (el de Harry Hinkle con su ex, la ex con su codicia monetaria, el de la compañía de seguros con una fundación ONG, el del detective que le espía,…), y con ello exprimiendo al límite cada situación, incluso quiere demandar a la United Fruit por no etiquetar las piel de plátanos como peligrosas para la salud (por lo de los resbalones que provocan). En realidad nos presentan un mundo sin escrúpulos todos son egoístas, no les importa la verdad, solo sacar réditos a sus acciones, desde el mencionado picapleitos, la compañía de seguros (con métodos que sobrepasan las leyes), Hinkle (dispuesto en su mezquindad a hacerse pasar por lesionado con tal de recuperar a su ex) o su ex (ladina femme fatale que retorna con su ex buscando su parte del pastel), todos son personajes grises, una sociedad amoral, demagógica, hipócrita, medrosa, todo esto desarrollado con un ritmo veloz, donde el humor y el drama se aúnan de modo memorable, la ilusión con la amargura. El que el “enemigo” a batir sea una compañía de seguros nos hace sentir simpatía por la causa (fraude) de Gringrich y Hinkle, el primero esgrime ante el segundo sobre la trama "Las compañías de seguros tienen tanto dinero, que tienen que microfilmarlo!".
Wilder es un experimentado “cirujano sociólogo” que sabe hincar el bisturí en las debilidades humanas, sabe operar sobre la vulnerabilidad de las personas, sobre sus ambiciones, sueños, frustraciones, avaricia, ansias de ser queridos, indaga en el mercantilismo que mueve nuestra sociedad, en nuestros sentimientos de culpa, en la amistad, en los choques de caracteres que en muchos casos es honradez frente a pragmatismo materialista, y ello con tremendo éxito. Dejando por el camino su gusto por guiños que hay en casi todas sus películas, como el micrófono que graba comentarios, los coches rápidos, la importancia running gag que da a muchos objetos, como los micros-espías, las lentillas de Sandy, el teléfono de la oficina de Gringrich, el papel en que está escrita la cantidad que pide Gringrich al seguro, etc…
El punto débil en mi modesta opinión está en la subtrama lastrante de Boom Boom Jackson, jugador de futbol americano causante de la caída de Harry, el único personaje bueno y noble, aunque también con sus grietas anímicas que lo hacen caer ante las desgracias en el alcohol y la violencia. Su inserción me resulta un palo en las ruedas de una cinta que discurre a toda velocidad, su moralizante y melodramática sub-historia me queda impostada y poco wilderiana, incluso es co-protagonista de un final muy almibarado que resta, en detrimento de la explosión de electricidad que debiera haber sido el que el letrado Gringrich hubiera puesto el broche final, esto hace que en vez de la perfección sea casi.
Walter Matthau está sencillamente arrollador como el leguleyo Willie Gringrich, ingenioso, rápido, (me recuerda al James Cagney de la también wilderiana “Un, Dos, Tres”), pícaro (ese toque de trasero a Judi West define al personaje), artero, cínico, y sobre todo un manipulador genial, cual maestro de ceremonias de un circo maneja varias pistas de forma sublime. Se transmuta en el personaje de modo que nadie puede creer que su expresividad y pillería no es genuina, tan carismático que desborda la pantalla; Jack Lemmon es la otra cara de la moneda, tipo inseguro, sugestionable, enamoradizo, ingenuo, no es materialista, se mete en esta odisea por recuperar a su ex, el actor emite todo un arco de emociones (estoicismo, ilusión, tristeza, frustración, rabia,…); Entre los dos actores brota una química fascinante de la que posteriores películas se alimentó, como esa genial wilderiana última obra maestra del realizador “Primera Plana”, dos actuaciones en sus apogeos;… (sigue en spoiler)
La cinta se convierte en un “homenaje” a la picaresca tan propia del capitalismo, donde surgen personajes que se aprovechan del sistema en su espurio beneficio, buitres de labia ágil que cual encantadores de serpientes manejan la oratoria cual estilete elegante, aquí es donde el Willie Gringrich de Matthau se mueve como un tiburón sigiloso y sutil, encontrando los puntos débiles de cada elemento (el de Harry Hinkle con su ex, la ex con su codicia monetaria, el de la compañía de seguros con una fundación ONG, el del detective que le espía,…), y con ello exprimiendo al límite cada situación, incluso quiere demandar a la United Fruit por no etiquetar las piel de plátanos como peligrosas para la salud (por lo de los resbalones que provocan). En realidad nos presentan un mundo sin escrúpulos todos son egoístas, no les importa la verdad, solo sacar réditos a sus acciones, desde el mencionado picapleitos, la compañía de seguros (con métodos que sobrepasan las leyes), Hinkle (dispuesto en su mezquindad a hacerse pasar por lesionado con tal de recuperar a su ex) o su ex (ladina femme fatale que retorna con su ex buscando su parte del pastel), todos son personajes grises, una sociedad amoral, demagógica, hipócrita, medrosa, todo esto desarrollado con un ritmo veloz, donde el humor y el drama se aúnan de modo memorable, la ilusión con la amargura. El que el “enemigo” a batir sea una compañía de seguros nos hace sentir simpatía por la causa (fraude) de Gringrich y Hinkle, el primero esgrime ante el segundo sobre la trama "Las compañías de seguros tienen tanto dinero, que tienen que microfilmarlo!".
Wilder es un experimentado “cirujano sociólogo” que sabe hincar el bisturí en las debilidades humanas, sabe operar sobre la vulnerabilidad de las personas, sobre sus ambiciones, sueños, frustraciones, avaricia, ansias de ser queridos, indaga en el mercantilismo que mueve nuestra sociedad, en nuestros sentimientos de culpa, en la amistad, en los choques de caracteres que en muchos casos es honradez frente a pragmatismo materialista, y ello con tremendo éxito. Dejando por el camino su gusto por guiños que hay en casi todas sus películas, como el micrófono que graba comentarios, los coches rápidos, la importancia running gag que da a muchos objetos, como los micros-espías, las lentillas de Sandy, el teléfono de la oficina de Gringrich, el papel en que está escrita la cantidad que pide Gringrich al seguro, etc…
El punto débil en mi modesta opinión está en la subtrama lastrante de Boom Boom Jackson, jugador de futbol americano causante de la caída de Harry, el único personaje bueno y noble, aunque también con sus grietas anímicas que lo hacen caer ante las desgracias en el alcohol y la violencia. Su inserción me resulta un palo en las ruedas de una cinta que discurre a toda velocidad, su moralizante y melodramática sub-historia me queda impostada y poco wilderiana, incluso es co-protagonista de un final muy almibarado que resta, en detrimento de la explosión de electricidad que debiera haber sido el que el letrado Gringrich hubiera puesto el broche final, esto hace que en vez de la perfección sea casi.
Walter Matthau está sencillamente arrollador como el leguleyo Willie Gringrich, ingenioso, rápido, (me recuerda al James Cagney de la también wilderiana “Un, Dos, Tres”), pícaro (ese toque de trasero a Judi West define al personaje), artero, cínico, y sobre todo un manipulador genial, cual maestro de ceremonias de un circo maneja varias pistas de forma sublime. Se transmuta en el personaje de modo que nadie puede creer que su expresividad y pillería no es genuina, tan carismático que desborda la pantalla; Jack Lemmon es la otra cara de la moneda, tipo inseguro, sugestionable, enamoradizo, ingenuo, no es materialista, se mete en esta odisea por recuperar a su ex, el actor emite todo un arco de emociones (estoicismo, ilusión, tristeza, frustración, rabia,…); Entre los dos actores brota una química fascinante de la que posteriores películas se alimentó, como esa genial wilderiana última obra maestra del realizador “Primera Plana”, dos actuaciones en sus apogeos;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
… Judi West como Sandy, ex de Harry, debuta en cine (a sus esplendorosos 24 años, tras dos películas más desapreció del cine dos años después) con una soltura y naturalidad vibrantes, manejando de modo vigoroso sus armas de mujer, desparrama simpatía, en miscelánea con picardía; Cliff Osmond (actor fetiche de Wilder, apareció en tres films más de él), está sensacional como el detective implacable de la compañía de seguros, con ese jocoso toque del bigotito a lo Hitler, verdadera némesis de Matthau; Ron Rich como Boom Boom Jackson resulta una presencia hastiante, un error su personaje; Destacar al veterano (82 años) actor germano Sig Ruman (villano fetiche de muchas aventuras de los hermanos Marx), en un corto papel como uno de los doctores que examinan a Harry, delirante su personaje, no creyendo la lesión, y proponiendo un método anti-fraudes (el hoyo de serpientes) esperpéntico.
La puesta en escena resulta enérgica y vivaz. Con una dirección artística (nominada al Oscar) Robert Luthardt (“Funny Girl”), rodando en exteriores de Cleveland, el decorado del apartamento es creado por Edward G. Boyle (“El apartamento”), escenificando un lugar frugal y angosto cuasi opresivo, como el estado de ánimo del “lisiado”, así como destacable es la confrontación de despachos, el ampuloso y elegante de los abogados de la compañía de seguros, y el cuchitril estrecho, mugriento, arrestado de documentos polvorientos, con un escritorio con la persianilla rota; Todo esto filtrado por la fotografía en glorioso b/n de Joseph LaShelle (“Laura”) en B/N y panavisión scope, con graduaciones excelentes de grises acentuando el aire melancólico, potenciando las actuaciones y su expresividad, sabiendo moverse por el apartamento, explotando las situaciones y su torcida comicidad; La música es obra de André Previn (“My Fair Lady”), con melodías jazzísticas y un vals (para el baile “milagroso” de Harry).
Spoiler:
Momentos recordables (aparte de algunos mencionados): El tramo de la comida china en el hospital, en realidad el repartidor es un médico con drogas para inyectar a Harry para hacerle pasar por lisiado; "Si hay algo que me revienta es un enfermo haciéndose el diagnóstico" (Gringrich); Las llamadas entre Harry y Sandy, la vemos a ella mostrando cariño (falso) por Harry, pues de fondo vemos una sombra de hombre que se ducha (clara alusión a un amante), y en otra hay un hombre metido en la cama; El examen médico a Harry por el seguro, con una cohorte de doctores, con el ya mencionado que propone “El Hoyo de las Serpientes”; “Después de estrecharle la mano le sugiero que cuente sus dedos” (Harry); Abraham Lincoln: "Se puede engañar a todos en alguna ocasión. Se puede, incluso, engañar a algunos siempre. Pero no se puede engañar a todos siempre"; La negociación de Gringrich con los abogados del seguro, apoteósica, como maneja a su antojo Willie a estos supuestos lobos de juzgados, brillante; Cuando Gringrich se repone del varapalo del ataque de moralidad que le ha entrado a Harry levantándose de la silla y saltando, entonces comienza con el micro a los detectives de enfrente a soltarle una parrafada sobre los derechos de privacidad y como les han sido profanados por el seguro, todo muy solemne andando por el apartamento de Hinkle, hasta que oye crujir algo, y le dice a Sandy que buscaba su lentilla en el suelo “ya la he encontrado”.
El ataque de sentimientos de culpa que le da a Harry me queda artificioso, y mucho peor y pasteloso es cuando va a ver a Boom Boom y se reúne con él en el campo de futbol y se ponen a jugar, no está a la altura de la mordacidad de Billy Wilder, no me lo creo.
No llega a Obra Maestra por ese final, y la subtrama Boom Boom, pero se queda en un clásico que radiografía con saña nuestro mundo en un relato atemporal, y con un Matthau Homérico. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/02/en-bandeja-deplata.html
La puesta en escena resulta enérgica y vivaz. Con una dirección artística (nominada al Oscar) Robert Luthardt (“Funny Girl”), rodando en exteriores de Cleveland, el decorado del apartamento es creado por Edward G. Boyle (“El apartamento”), escenificando un lugar frugal y angosto cuasi opresivo, como el estado de ánimo del “lisiado”, así como destacable es la confrontación de despachos, el ampuloso y elegante de los abogados de la compañía de seguros, y el cuchitril estrecho, mugriento, arrestado de documentos polvorientos, con un escritorio con la persianilla rota; Todo esto filtrado por la fotografía en glorioso b/n de Joseph LaShelle (“Laura”) en B/N y panavisión scope, con graduaciones excelentes de grises acentuando el aire melancólico, potenciando las actuaciones y su expresividad, sabiendo moverse por el apartamento, explotando las situaciones y su torcida comicidad; La música es obra de André Previn (“My Fair Lady”), con melodías jazzísticas y un vals (para el baile “milagroso” de Harry).
Spoiler:
Momentos recordables (aparte de algunos mencionados): El tramo de la comida china en el hospital, en realidad el repartidor es un médico con drogas para inyectar a Harry para hacerle pasar por lisiado; "Si hay algo que me revienta es un enfermo haciéndose el diagnóstico" (Gringrich); Las llamadas entre Harry y Sandy, la vemos a ella mostrando cariño (falso) por Harry, pues de fondo vemos una sombra de hombre que se ducha (clara alusión a un amante), y en otra hay un hombre metido en la cama; El examen médico a Harry por el seguro, con una cohorte de doctores, con el ya mencionado que propone “El Hoyo de las Serpientes”; “Después de estrecharle la mano le sugiero que cuente sus dedos” (Harry); Abraham Lincoln: "Se puede engañar a todos en alguna ocasión. Se puede, incluso, engañar a algunos siempre. Pero no se puede engañar a todos siempre"; La negociación de Gringrich con los abogados del seguro, apoteósica, como maneja a su antojo Willie a estos supuestos lobos de juzgados, brillante; Cuando Gringrich se repone del varapalo del ataque de moralidad que le ha entrado a Harry levantándose de la silla y saltando, entonces comienza con el micro a los detectives de enfrente a soltarle una parrafada sobre los derechos de privacidad y como les han sido profanados por el seguro, todo muy solemne andando por el apartamento de Hinkle, hasta que oye crujir algo, y le dice a Sandy que buscaba su lentilla en el suelo “ya la he encontrado”.
El ataque de sentimientos de culpa que le da a Harry me queda artificioso, y mucho peor y pasteloso es cuando va a ver a Boom Boom y se reúne con él en el campo de futbol y se ponen a jugar, no está a la altura de la mordacidad de Billy Wilder, no me lo creo.
No llega a Obra Maestra por ese final, y la subtrama Boom Boom, pero se queda en un clásico que radiografía con saña nuestro mundo en un relato atemporal, y con un Matthau Homérico. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/02/en-bandeja-deplata.html