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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
9
Comedia Harry Hinkle, un cámara de televisión, está transmitiendo un partido a pie de campo, cuando sufre una conmoción cerebral a raíz de un choque fortuito con un jugador de fútbol americano. A pesar de que se trata de una lesión sin importancia, su cuñado Willie Gingrich, un abogado sin escrúpulos, le propone fingir una grave lesión con el fin de cobrar una sustanciosa indemnización. Al principio, Harry se muestra reacio, pero acaba ... [+]
12 de febrero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
09/09(13/01/19) Espléndida comedia de negra dirigida y escrita por el genial Billy Wilder, guionizada junto a I.A.L. Diamond (“Con faldas y a lo loco”, “Un, dos, tres” o “El apartamento”) en su séptima y fructífera colaboración, en lo que es otra más de las ácidas radiografías del maestro polaco (de nacimiento) del Sueño Americano, que en una sucesión de capítulos (16 titulados y numerados) se arremete con saña y mucha mordacidad, contra una sociedad mezquina, pusilánime, codiciosa, en una visión (la de Wilder) pesimista de la Condición Humana. Rebosante de diálogos puntiagudos, con dobles lecturas, de situaciones sabrosas ricas en matices que sirven como torpedos contra nuestro mundo egoísta, un desarrollo cargado de cinismo y chispa que con más de medio siglo de su estreno sigue el metraje tan fresco y radiante como entonces. Con una composición de personajes pétreos y cincelados con una enrome humanidad en sus virtudes y muchos defectos, siendo el epítome la pareja de protagonistas sumun, Walter Matthau y Jack Lemmon, en la que fue la primera de sus diez colaboraciones juntos, tres de ellas con Wilder, siendo el primero arrollador en su composición de un abogado carroñero, rol por el que ganó el Oscar a mejor actor secundario para esta película (secundario?) . La película también recibió nominaciones al Oscar por Art Direction-Set Decoration (en b/n) para Robert Luthardt & Edward G. Boyle, Mejor cinematografía (en b/n), y Mejor escritura, Historia y Guión para Wilder y Diamond. El título se deriva de una escena en la que Lemmon rompe una galleta de la fortuna, solo para encontrar en el famoso aforismo de Abraham Lincoln sobre engañar a todas / algunas personas todo / parte del tiempo.

La cinta se convierte en un “homenaje” a la picaresca tan propia del capitalismo, donde surgen personajes que se aprovechan del sistema en su espurio beneficio, buitres de labia ágil que cual encantadores de serpientes manejan la oratoria cual estilete elegante, aquí es donde el Willie Gringrich de Matthau se mueve como un tiburón sigiloso y sutil, encontrando los puntos débiles de cada elemento (el de Harry Hinkle con su ex, la ex con su codicia monetaria, el de la compañía de seguros con una fundación ONG, el del detective que le espía,…), y con ello exprimiendo al límite cada situación, incluso quiere demandar a la United Fruit por no etiquetar las piel de plátanos como peligrosas para la salud (por lo de los resbalones que provocan). En realidad nos presentan un mundo sin escrúpulos todos son egoístas, no les importa la verdad, solo sacar réditos a sus acciones, desde el mencionado picapleitos, la compañía de seguros (con métodos que sobrepasan las leyes), Hinkle (dispuesto en su mezquindad a hacerse pasar por lesionado con tal de recuperar a su ex) o su ex (ladina femme fatale que retorna con su ex buscando su parte del pastel), todos son personajes grises, una sociedad amoral, demagógica, hipócrita, medrosa, todo esto desarrollado con un ritmo veloz, donde el humor y el drama se aúnan de modo memorable, la ilusión con la amargura. El que el “enemigo” a batir sea una compañía de seguros nos hace sentir simpatía por la causa (fraude) de Gringrich y Hinkle, el primero esgrime ante el segundo sobre la trama "Las compañías de seguros tienen tanto dinero, que tienen que microfilmarlo!".

Wilder es un experimentado “cirujano sociólogo” que sabe hincar el bisturí en las debilidades humanas, sabe operar sobre la vulnerabilidad de las personas, sobre sus ambiciones, sueños, frustraciones, avaricia, ansias de ser queridos, indaga en el mercantilismo que mueve nuestra sociedad, en nuestros sentimientos de culpa, en la amistad, en los choques de caracteres que en muchos casos es honradez frente a pragmatismo materialista, y ello con tremendo éxito. Dejando por el camino su gusto por guiños que hay en casi todas sus películas, como el micrófono que graba comentarios, los coches rápidos, la importancia running gag que da a muchos objetos, como los micros-espías, las lentillas de Sandy, el teléfono de la oficina de Gringrich, el papel en que está escrita la cantidad que pide Gringrich al seguro, etc…

El punto débil en mi modesta opinión está en la subtrama lastrante de Boom Boom Jackson, jugador de futbol americano causante de la caída de Harry, el único personaje bueno y noble, aunque también con sus grietas anímicas que lo hacen caer ante las desgracias en el alcohol y la violencia. Su inserción me resulta un palo en las ruedas de una cinta que discurre a toda velocidad, su moralizante y melodramática sub-historia me queda impostada y poco wilderiana, incluso es co-protagonista de un final muy almibarado que resta, en detrimento de la explosión de electricidad que debiera haber sido el que el letrado Gringrich hubiera puesto el broche final, esto hace que en vez de la perfección sea casi.

Walter Matthau está sencillamente arrollador como el leguleyo Willie Gringrich, ingenioso, rápido, (me recuerda al James Cagney de la también wilderiana “Un, Dos, Tres”), pícaro (ese toque de trasero a Judi West define al personaje), artero, cínico, y sobre todo un manipulador genial, cual maestro de ceremonias de un circo maneja varias pistas de forma sublime. Se transmuta en el personaje de modo que nadie puede creer que su expresividad y pillería no es genuina, tan carismático que desborda la pantalla; Jack Lemmon es la otra cara de la moneda, tipo inseguro, sugestionable, enamoradizo, ingenuo, no es materialista, se mete en esta odisea por recuperar a su ex, el actor emite todo un arco de emociones (estoicismo, ilusión, tristeza, frustración, rabia,…); Entre los dos actores brota una química fascinante de la que posteriores películas se alimentó, como esa genial wilderiana última obra maestra del realizador “Primera Plana”, dos actuaciones en sus apogeos;… (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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