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Voto de TOM REGAN:
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Comedia. Drama
Santiago después de levantarse baja a la cocina, donde lo espera toda la familia para felicitarlo: es su cumpleaños. Todos le cantan el "Feliz cumpleaños", y él empieza a abrir los regalos; cuando le toca el turno al de su hijo pequeño, se enfada y dice que no le gusta. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
116/13(09/04/22) Prometedor debut en la dirección en un largometraje (ya había dirigido el corto “Sirenas”) tuvo hace un cuarto de siglo el guionista (había escrito para la serie “Turno de oficio”, para el concurso “Un, Dos, Tres… responda otra vez”, e incluso gags para los humoristas Martes y Trece) madrileño Fernando León de Aranoa, en lo que es una mordaz crítica a la institución que da título, atacando con capacidad de humor negro su hipocresía, culto a las falsas apariencias, sus envidias, egoísmo, recelos, mentiras, sobre las máscaras figuradas que nos imponemos para ocultar nuestros verdaderos sentimientos, o sus convencionalismos. También en otra de sus ingeniosas capas se puede ver como un homenaje al mundo de la interpretación en una historia de teatro dentro del cine para una falsaria realidad, donde el protagonista es a la vez el espectador de una certeza impostada, que cual demiurgo manipula a su antojo, a unos ‘títeres’ intérpretes volubles, frágiles, con debilidades y dubitativos. Poniendo a un fabuloso Juan Luis Galiardo como juguetón que gusta de retorcer a sus actores hacia situaciones turbadoras. La acción transcurre durante 24 horas en un único escenario, un chalet (situado en el barrio madrileño de Chamartín) donde un hombre desea pasar el día de su cumpleaños con su familia, en realidad un grupo de actores contratados para hacerse pasar de modo estoico por esta.
Santiago (Juan Luis Galiardo) se despierta como cualquier otra mañana. Baja a la cocina y toda su familia: La esposa y madre (Amparo Muñoz), hijos (Elena Anaya, Juan Querol, y Aníbal Carbonero) y abuela (Raquel Rodrigo) lo esperan para celebrar sus 55 años. Todos le cantan "Feliz cumpleaños" y le dan regalos. Pero cuando abre el regalo de su hijo menor, Nico (Aníbal Cordero), Santiago se enfada y le dice que no le gusta. El niño comienza a llorar y dice que lo ama, pero Santiago le responde que no le cree y le grita al niño que está despedido, provocando en el espectador una rara mezcla de grima por lo cruel (siendo esto un ataque a la afán por tener hijos ideales) y desorientación por no saber de qué va esto. Posteriormente en la mansión aparecen algunos parientes de la familia (la pareja de cuñados Chete Lera y Agata Lys) y una mujer, Lucía (Béatrice Camurat) que se hace amiga cariñosamente de Santiago. En el camino, las cosas se tuercen, ya que se suceden varias relaciones tórridas entre Santiago y su cuñada (Agata Lys), o entre Ventura (Chete Lera) y la mujer de Santiago.
Una historia que me resulta una mezcla entre lo buñueliano (por lo del surrealismo de la historia con ínfulas a “El Ángel Exterminador”) y Woody Allen (por el estilo y el humor, las réplicas y contrarréplicas, y esto acentuado la música [aunque demasiado intrusiva hasta molestar] muy propia de los films allenianos), con tintes de estudio psicológico del prota, un tipo narcisista que requiere de gente que lo alabe y siga sus anhelos, para ser en su egocentrismo el (valga la redundancia) centro de atención de su micro universo, para partir de su propio guion construir su Mundo Feliz, que más da que sea artificioso. De donde se pueden extraer lecturas políticas sobre el heteropatriarcado entrelazado a la Dictadura de un ser arrogante que se cree con la razón absoluta, pues para eso ha pagado (se puede ver una altivez de clase) y con ello tiene el poder sobre su Nación/Hogar. Todo ello surtido de diálogos inteligentes, con mucho de humor sutil, componiendo situaciones atractivas, en un crescendo dramático con buenos giros, con un ritmo sereno pero bueno, hasta desembocar en un final satisfactorio (como bien he leído, con mucho de Agatha Christie), aunque apresurado tal vez, añadiendo un punzante epílogo abierto a interpretaciones*.
Teniendo entre su reparto un fabuloso elenco de intérpretes, capitaneados por el mencionado carismático Galiardo, con su imponente presencia acongoja a su ‘familia’, con sus salidas de tono, con sus improvisaciones que descolocan, con su pícaro sentido del humor (épica su charla con Elena Anaya sobre sexo y luego con Juan Querol een su dormitorio, estando Anaya escondida en el baño con un genial toque de director con los adornos celestiales colgados moviéndose, por mor del sexo furtivo-incestuoso habido segundos antes y que al pararlo Querol, Galiardo se cosca), intimidando, fabuloso; secundado por una sensacional Amparo Muñoz como una neurótica actriz con complejos de cuernos (maravillosas sus discusiones con su marido real), maravillosas sus discusiones con su verdadero marido; un brillante Chete Lera como el jefe de la troupe, tiene que lidiar con flema con los problemas de adaptación a la situación de esta peculiar compañía teatral; una deslumbrante Elena Anaya (en su debut en cine; aunque este mismo año aparecía en el film “África”), rebosando naturalidad en sus inseguridades, delirantes sus salidas de tono con ‘su padre’ (terminando una discusión con un ‘se la chupó a todo el mundo [más o menos literalmente]; un notable Juan Querol como ese hijo y hermano atento y cariñoso hasta el incesto; tenemos a un Aníbal Carbonero con grandes momentos con un papel complejo de hijo menor ‘no deseado’; Raquel Rodrigo como la abuela da una estimable actuación; Agata Lys tiene un papel al que le falta presencia; Y el lunar es la francesa Béatrice Camurat, con el papel de una visitante inesperada, parece fuera de lugar, falta de expresividad. Además de no entenderse el porqué se aposenta toda la tarde en la casa, no tiene sentido narrativo.
Santiago (Juan Luis Galiardo) se despierta como cualquier otra mañana. Baja a la cocina y toda su familia: La esposa y madre (Amparo Muñoz), hijos (Elena Anaya, Juan Querol, y Aníbal Carbonero) y abuela (Raquel Rodrigo) lo esperan para celebrar sus 55 años. Todos le cantan "Feliz cumpleaños" y le dan regalos. Pero cuando abre el regalo de su hijo menor, Nico (Aníbal Cordero), Santiago se enfada y le dice que no le gusta. El niño comienza a llorar y dice que lo ama, pero Santiago le responde que no le cree y le grita al niño que está despedido, provocando en el espectador una rara mezcla de grima por lo cruel (siendo esto un ataque a la afán por tener hijos ideales) y desorientación por no saber de qué va esto. Posteriormente en la mansión aparecen algunos parientes de la familia (la pareja de cuñados Chete Lera y Agata Lys) y una mujer, Lucía (Béatrice Camurat) que se hace amiga cariñosamente de Santiago. En el camino, las cosas se tuercen, ya que se suceden varias relaciones tórridas entre Santiago y su cuñada (Agata Lys), o entre Ventura (Chete Lera) y la mujer de Santiago.
Una historia que me resulta una mezcla entre lo buñueliano (por lo del surrealismo de la historia con ínfulas a “El Ángel Exterminador”) y Woody Allen (por el estilo y el humor, las réplicas y contrarréplicas, y esto acentuado la música [aunque demasiado intrusiva hasta molestar] muy propia de los films allenianos), con tintes de estudio psicológico del prota, un tipo narcisista que requiere de gente que lo alabe y siga sus anhelos, para ser en su egocentrismo el (valga la redundancia) centro de atención de su micro universo, para partir de su propio guion construir su Mundo Feliz, que más da que sea artificioso. De donde se pueden extraer lecturas políticas sobre el heteropatriarcado entrelazado a la Dictadura de un ser arrogante que se cree con la razón absoluta, pues para eso ha pagado (se puede ver una altivez de clase) y con ello tiene el poder sobre su Nación/Hogar. Todo ello surtido de diálogos inteligentes, con mucho de humor sutil, componiendo situaciones atractivas, en un crescendo dramático con buenos giros, con un ritmo sereno pero bueno, hasta desembocar en un final satisfactorio (como bien he leído, con mucho de Agatha Christie), aunque apresurado tal vez, añadiendo un punzante epílogo abierto a interpretaciones*.
Teniendo entre su reparto un fabuloso elenco de intérpretes, capitaneados por el mencionado carismático Galiardo, con su imponente presencia acongoja a su ‘familia’, con sus salidas de tono, con sus improvisaciones que descolocan, con su pícaro sentido del humor (épica su charla con Elena Anaya sobre sexo y luego con Juan Querol een su dormitorio, estando Anaya escondida en el baño con un genial toque de director con los adornos celestiales colgados moviéndose, por mor del sexo furtivo-incestuoso habido segundos antes y que al pararlo Querol, Galiardo se cosca), intimidando, fabuloso; secundado por una sensacional Amparo Muñoz como una neurótica actriz con complejos de cuernos (maravillosas sus discusiones con su marido real), maravillosas sus discusiones con su verdadero marido; un brillante Chete Lera como el jefe de la troupe, tiene que lidiar con flema con los problemas de adaptación a la situación de esta peculiar compañía teatral; una deslumbrante Elena Anaya (en su debut en cine; aunque este mismo año aparecía en el film “África”), rebosando naturalidad en sus inseguridades, delirantes sus salidas de tono con ‘su padre’ (terminando una discusión con un ‘se la chupó a todo el mundo [más o menos literalmente]; un notable Juan Querol como ese hijo y hermano atento y cariñoso hasta el incesto; tenemos a un Aníbal Carbonero con grandes momentos con un papel complejo de hijo menor ‘no deseado’; Raquel Rodrigo como la abuela da una estimable actuación; Agata Lys tiene un papel al que le falta presencia; Y el lunar es la francesa Béatrice Camurat, con el papel de una visitante inesperada, parece fuera de lugar, falta de expresividad. Además de no entenderse el porqué se aposenta toda la tarde en la casa, no tiene sentido narrativo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Nos embarcaremos con esta peculiar familia en un sinfín de ‘disfuncionalidades’ que torpedean soterradamente esta felicidad de escaparate impostada. Donde repudio de hijos, hay adulterio, incesto, celos, robos, lenguaje soez, preguntas sexuales algo más que incómodas, todo un festín de lo incorrecto políticamente. Emanando todo un tropel de comedia aguda, como por ejemplo la charla en que el genial Galiardo manipula a ‘su’ familia comentando viajes por Europa, o con como Elena Anaya en su rol, se empuja a llorar pensando en las focas asesinadas.
Podría haber sido mejor (bajo mi modesto entender), si hubieran jugado más tiempo con la ambigüedad sobre lo que ocurre y no que a los pocos minutos destapen que todo es un teatrillo, esto hubiera aumentado el nivel de misterio y tensión dramática, esto redoblado con la aparición de la mujer visitante, que destapa su papel diáfanamente cuando se ve la rueda de repuesto sin poner; Tampoco me pega la escena de sexo entre el líder de la compañía y su real esposa en la cocina, primero porque el tipo se nos muestra como frío con su mujer, y luego que resulta pasado de vueltas se ponga a fornicar a cuasi-ojos de todo el mundo, muy forzado; Entre los defectos también cabe mencionar la bonita banda sonora por sí sola, pero incrustada de modo torpe en el metraje, sobre usada, incluso estorbando a los diálogos.
Spoiler:
Grácil tramo final, donde entra en solfa el ‘guion’ (supongo) de Santiago, donde como colofón (perverso) del día, coloca la muerte de la abuela. Colocada tumbada en la mesa del comedor, todos podemos pensar que es real, pero entonces el médico sale de la casa con el ‘cuñado’ y los dos comentan sobre sus pruebas para castings, y nos coscamos de que tampoco la ‘abuela’ está muerta, forma parte de la función. La familia (excepto Santiago) y la visitante/Alicia velan el cuerpo alrededor de la mesa, Luna (Elena Anaya) comienza a llorar, entonces acongojada por la situación Alicia les dice al resto que ella es una actriz contratada por Santiago, entonces la abuela ‘muerta’ se incorpora diciendo que le duele la espalda de estar tumbada, le alaban por lo bien que ha hecho la fallecida, esta comenta que es por que hizo de Cleopatra. Y el resto comenta a la visitante que todos en realidad son actores, Luna comenta que llora pensando en las focas matadas. Entonces se escuchan aplausos y la cámara enfoca a Santiago sentado en un sillón sonriente, la función ha acabado con la medianoche. Santiago les felicita por lo bien que lo han hecho, y les dice: “Quien diga que es mejor estar solo que mal acompañado, es porque nunca ha estado realmente solo” (Santiago). Les pagan (no se sabe bien quién es este tipo, sé que se llama Martín encarnado por André Falcón, pero no se sabe su papel), se despiden amistosamente en la puerta de la casa, y se montan en la furgo Ebro, pero no arranca, la cámara hace un travelling hacia la casa y pasamos a un epílogo cargado de ambigüedad, con Santiago en plano medio hablando a cámara (o no se sabe a quién) y dice: “Nací el 20 de abril del 40 después de 10 meses de embarazo. Mi padre solía decir que no quería salir porque ya sabía lo que me esperaba. Empecé a andar al año. A los seis meses. Hay un fundido y vemos los créditos finales sobre formas de nubes que se materializan en fantasías visuales. Quizás dejan subrepticiamente que en realidad Santiago es otro actor en metido en un ‘Huevo de Matrioshka’ donde hay otro ser superior que disfruta con el teatrillo, tal vez el tipo que firma los cheques?
Film muy ameno y que deja poso de reflexión sobre la familia y el poder de la actuación. Gloria Ucrania!!!
Podría haber sido mejor (bajo mi modesto entender), si hubieran jugado más tiempo con la ambigüedad sobre lo que ocurre y no que a los pocos minutos destapen que todo es un teatrillo, esto hubiera aumentado el nivel de misterio y tensión dramática, esto redoblado con la aparición de la mujer visitante, que destapa su papel diáfanamente cuando se ve la rueda de repuesto sin poner; Tampoco me pega la escena de sexo entre el líder de la compañía y su real esposa en la cocina, primero porque el tipo se nos muestra como frío con su mujer, y luego que resulta pasado de vueltas se ponga a fornicar a cuasi-ojos de todo el mundo, muy forzado; Entre los defectos también cabe mencionar la bonita banda sonora por sí sola, pero incrustada de modo torpe en el metraje, sobre usada, incluso estorbando a los diálogos.
Spoiler:
Grácil tramo final, donde entra en solfa el ‘guion’ (supongo) de Santiago, donde como colofón (perverso) del día, coloca la muerte de la abuela. Colocada tumbada en la mesa del comedor, todos podemos pensar que es real, pero entonces el médico sale de la casa con el ‘cuñado’ y los dos comentan sobre sus pruebas para castings, y nos coscamos de que tampoco la ‘abuela’ está muerta, forma parte de la función. La familia (excepto Santiago) y la visitante/Alicia velan el cuerpo alrededor de la mesa, Luna (Elena Anaya) comienza a llorar, entonces acongojada por la situación Alicia les dice al resto que ella es una actriz contratada por Santiago, entonces la abuela ‘muerta’ se incorpora diciendo que le duele la espalda de estar tumbada, le alaban por lo bien que ha hecho la fallecida, esta comenta que es por que hizo de Cleopatra. Y el resto comenta a la visitante que todos en realidad son actores, Luna comenta que llora pensando en las focas matadas. Entonces se escuchan aplausos y la cámara enfoca a Santiago sentado en un sillón sonriente, la función ha acabado con la medianoche. Santiago les felicita por lo bien que lo han hecho, y les dice: “Quien diga que es mejor estar solo que mal acompañado, es porque nunca ha estado realmente solo” (Santiago). Les pagan (no se sabe bien quién es este tipo, sé que se llama Martín encarnado por André Falcón, pero no se sabe su papel), se despiden amistosamente en la puerta de la casa, y se montan en la furgo Ebro, pero no arranca, la cámara hace un travelling hacia la casa y pasamos a un epílogo cargado de ambigüedad, con Santiago en plano medio hablando a cámara (o no se sabe a quién) y dice: “Nací el 20 de abril del 40 después de 10 meses de embarazo. Mi padre solía decir que no quería salir porque ya sabía lo que me esperaba. Empecé a andar al año. A los seis meses. Hay un fundido y vemos los créditos finales sobre formas de nubes que se materializan en fantasías visuales. Quizás dejan subrepticiamente que en realidad Santiago es otro actor en metido en un ‘Huevo de Matrioshka’ donde hay otro ser superior que disfruta con el teatrillo, tal vez el tipo que firma los cheques?
Film muy ameno y que deja poso de reflexión sobre la familia y el poder de la actuación. Gloria Ucrania!!!