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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Fantástico. Comedia Regresando a su apartamento tras terminar la jornada, Kato, propietario del Café Phalam, se ve a sí mismo hablándose desde la pantalla de su ordenador: "Soy el yo del futuro. Dos minutos en el futuro". La pantalla de su casa y la del ordenador del café están conectadas de alguna manera. Kato vuelve a su establecimiento y, junto a clientes habituales, empieza a explorar este fenómeno. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2022
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
18/18(17/01/22) Por cosas como estas me encanta el cine, ye s que nunca deja de sorprenderme, cuando parece que uno lo ha visto todo (por ejemplo en juegos de paradojas temporales), llega una propuesta refrescante como esta y te da un ‘zasca’. Un film japonés echo con ‘cuatro yenes’, una comedia de ciencia ficción mordaz e imaginativa, filmada con un teléfono móvil iPhone, con dos únicos escenarios (un pequeña cafetería y un apartamento unidos por una escalera), y con unos pocos actores jóvenes, pero esto sembrado de un ingenio portentoso, donde vuelve a decirnos que en el cine hay lugar para las pequeñas (pero muy pequeñas) producciones, y a pesar de ello ser de gran calidad y atractivo. Dirige de modo homérico, por todo lo que tiene que manejar cual maestro de circo con tres pistas a su cargo, siendo un alarde sensacional la planificación de idas y venidas, ello en su ópera prima Junta Yamaguchi, que con estos frugales recursos se le regala un guión súper juguetón de Makoto Ueda, desarrollado en (fake) plano secuencia que otorga un ritmo y vigor electrizante, regado de una trama gamberra formidable, sabiendo exprimir un nimio recurso de desfase de dos minutos de forma grandiosa, hasta hacer derivar la idea en temas filosóficos sobre el Efecto Droste, sobre cómo nos sentimos algunas veces encorsetados en lo que se espera de nosotros, seguimos cual borregos el camino andado por otros, y no simplemente improvisamos con el libre albedrio y disfrutamos de la vida con lo que nos ofrece, ‘carpe diem. Una trama que se va enrevesando más y más, con explicaciones delirantes sobre esto es el futuro dentro del futuro, dentro del futuro y más. Todo ello evolucionado con una coreografía milimétrica fabulosa, con un modo de ir de un lado a otro cuasi-hipnótico, te perderás seguramente (a mí me pasó) en el laberinto de rizo sobre rizo con las teles, pero disfrutaras (por lo menos a mí me ocurrió), porque lo importante no es el entenderlo (del todo) si no disfrutar cual niño con estas teorías locas que van probando los protagonistas. Todo esto con un humor ligero, con giros descacharrantes, donde no habrá tiempo para cansarte o aburrirte pues solo dura 7º minutos, otra genialidad saber que lo mucho puede agotar. Haciendo que el espectador se solace con las demenciales ideas que van desfilando ante él, con dosis de intriga y suspense, con dilemas morales, reflexiones sobre el sentido de la vida.

Kato (Kazunari Tosa) no sabe cómo es posible, pero la computadora Apple en su apartamento del segundo piso se ha conectado de alguna manera con el televisor en su café del primer piso para manifestar una anomalía de tiempo. Desde su perspectiva en el presente, el primero muestra dos minutos hacia el futuro y el segundo muestra dos minutos hacia el pasado.

El director tiene la inteligencia y buen gusto de que cuando la historia tiende a caer en la reiteración da un giro a la trama incluyendo algún elemento nuevo que enriquece el desarrollo, para desembocar en un rush final alocado con mafia y agentes especiales estrambóticos de por medio, para tener un final satisfactorio y punzante, que da sentido al mensaje de no ser un ‘seguidista’, pero ni de ti mismo.

El ritmo trepidante (tanto que resulta por momentos extasiante), en un efecto bola de nieve descontrolado, donde al inicio el protagonista comienza hablando consigo mismo, iniciando un sinfín de viajes arriba y abajo, y conforme avanza la historia se suman personajes que hablan consigo mismo pero mediante el Efecto Droste, ello en una ambición pro ir más allá de los dos minutos, un delirio complicado de manejar cual funambulista haciendo malabares en diferentes tiempos, un galimatías divertidísimo. Este proceso deviene que en un momento dado los personajes se conviertan en ‘esclavos’ de su futuro, y aquí está el desafío, en saber por qué se ha llegado a tal o cual situación, y como todo termina cuadrando.

Como defectillo se puede mencionar que los amigos del protagonista son sin carácter prácticamente, no tienen individualidad, intercambiables figuras. También se puede hacer mención al cable ‘infinito’ de las pantallas, algo que es complicado de creer, este sirve para ir de un piso a otro (¿?).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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