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Voto de TOM REGAN:
7
Voto de TOM REGAN:
7
7.8
22,946
Drama
Ernesto hace un viaje a la provincia argentina de San Luis, a un remoto pueblo en un valle puntano, para recordar su infancia y las circunstancias que han determinado su vida: sus padres se habían exiliado voluntariamente de Buenos Aires para vivir en una comunidad campesina. La llegada de un geólogo español, contratado por el cacique local para buscar petróleo, representa una amenaza para la forma de vida de los campesinos. (FILMAFFINITY) [+]
24 de abril de 2017
24 de abril de 2017
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
77/17(21/04/17) Atractivo drama realizado y guionizado por el bonaerense Adolfo Aristarain (escrita junto a Alberto Lecchi), obra humanista imbuida de un claro halo utópico-idealista, donde todos los elementos están colocados hábilmente para dar fluidez a esta idea de quimérico oasis de un mundo izquierdista. He de decir que la primera vez que la vi me pareció un film sólido, sin fisuras, pero en sus posteriores revisiones algunas costuras no han aguantado el paso del tiempo, o que ya me hago mayor, pero es que cuanto más la veo más panfleto político me parece. Pero esta propaganda ideológica queda enmascarada por un relato bañado en una incisiva melancolía, en unos diálogos deliciosos, en unos personajes maravillosamente delineados, en un entramado de relaciones formidablemente trazadas, y sobre todo por unas actuaciones soberbias de Federico Luppi, Cecilia Roth y un inmenso José Sacristán. Dirigida con fluidez narrativa, de modo sereno pero sin pausa, dejando tiempo para reposar los estados de ánimo, con penetrante emotividad y profundizando en las personas, y dejando un reguero de desesperanza y pesimismo en el ambiente. Al parecer Aristarain dijo que su modelo fue el western “Raíces profundas” (1953), los paralelismos son evidentes, relatos ambos vistos a través de los ojos de un chico, con un forastero (un héroe) que llega a un lugar dominado por un cacique que quiere someter a unos granjeros, en este caso un geólogo que traba amistad con un matrimonio con un hijo, igual que el susodicho film, el chaval queda fascinado por la personalidad del oriundo, y que igual que en el del oeste el forastero mantendrá un romance platónico con la esposa, que no llegará a más por la lealtad a su amigo el marido.
Una historia llena de buenas intenciones, con personajes muy marcados en sus ideas políticas, movidos por su mentalidad radical comunista, desarrollándose la narración por cauces nostálgicos, mostrando un microuniverso de protagonistas fuertes que sustentan sus convicciones de modo pasional, que viven con dignidad y orgullo, este saltando a la soberbia. La cinta quiere ser una loa a las personas que se rebelan ante las injusticias, ante la opresión y los abusos del más fuerte, un canto a la gente que lucha unida por una causa común, por la libertad, por la solidaridad, asimismo en el centro están las relaciones paterno-filiales, la educación como signo de inocular la integridad personal, el conocimiento como modo de combatirlas tiranías, alabando la amistad desinteresada, la que surge de modo natural. Relato rebosante de diálogos trémulos, de discursos emocionales, de situaciones conmovedoras, pero sin ser sensibleros, pero si tocándote la fibra.
Nos adentra en el mundo rural de la profunda argentina post-dictadura, con las heridas todavía lacerantes, un microcosmos en el que vivimos su cotidianidad, sus trabajos de esquilado de lana, sus fiestas, las clases escolares a los niños lugareños, las reuniones de cooperativa, sus borracheras, sus cenas, sus desilusiones, sus esperanzas, sus anhelos, sus confesiones, sus llantos, sus alegrías, y en el caso del protagonista Ernesto la aparición del primer amor, todo sonando a auténtico, ello hace inocular en el espectador cercanía y provoca empaticemos con ellos.
Las diferentes relaciones resultan maravillosas en su veracidad: La de Ernesto con Luciana (Lorena del Río), reflejando la ignorancia y machismo atávico sobre todo en las comunidades rurales, la chica es privada de educación, siendo analfabeta, esto es aprovechado por Ernesto para entablar relación con ella siendo su maestro a escondidas, surgiendo entre ellos gran ternura; La de Mario con Hans, reflejando el choque de dos mundos diferentes pero a la vez tan parecidos en sus pasados tormentosos, los dos se quieren y respetan, brotando entre ellos una sólida amistad; La de Ernesto con Hans es de admiración por parte del chaval, ve en él un soplo de aire fresco; La de Hans con Ana, una sutil relación de amor platónico expuesta en base a miradas, a gestos, a frases con dobles sentidos, y expresada con hondura en ese sentido abrazo, que sin pudor y frente al marido e hijo dice mucho sin palabras, magnífica; La relación de Mario con la cooperativa, lo que es su ilusión para romper con el yugo del cacique, una relación de amor-odio, donde queda patente la petulancia y (perniciosa y nauseabunda) superioridad moral que se arroja Mario, expresado esto en el fuego.
Federico Luppi desborda la pantalla con su imperial actuación, derrocha carisma, majestuosidad, carácter, arrogancia, manejando su mirada de modo sobresaliente para expresar toda una gama de sentimientos evocadores, la charla que tiene con su hijo Ernesto junto al árbol mientras juega con el mechero resulta escalofriante con esa lapidaria frase “Cuando uno encuentra su lugar ya no puede irse”, el espectador (o sea yo) llega a sentirse incómodo por estar invadiendo esa trémula intimidad, ello por la fuerza dramática del actor. José Sacristán es un ciclón arrollador, excelso como combina pragmatismo mercenario (así se autodenomina) y romanticismo utópico, su lenguaje gestual, su portentosa expresividad, su labia, de Eco perenne el discurso de los frontera que le da a Ana en el hotel, teniendo además una vibrante química con Luppi. Cecilia Roth realiza una excelente actuación, rebosante de humanidad, entre la resignación y la valentía, su solidez deja entrever sus grietas y debilidades, demuestra sin histrionismos pueriles emociones y sentimientos, brillante su monólogo sobre su turbulento pasado político que dio con su hermano muerto. Gaston Batyi como el joven Ernesto cumple con esmero, pero sin más. Leonor Benedetto como la monja de Nelda da un buen rendimiento, pero se le podría haber dado más rendimiento y matices aparte de que la viéramos como una beata comunista.
Una historia llena de buenas intenciones, con personajes muy marcados en sus ideas políticas, movidos por su mentalidad radical comunista, desarrollándose la narración por cauces nostálgicos, mostrando un microuniverso de protagonistas fuertes que sustentan sus convicciones de modo pasional, que viven con dignidad y orgullo, este saltando a la soberbia. La cinta quiere ser una loa a las personas que se rebelan ante las injusticias, ante la opresión y los abusos del más fuerte, un canto a la gente que lucha unida por una causa común, por la libertad, por la solidaridad, asimismo en el centro están las relaciones paterno-filiales, la educación como signo de inocular la integridad personal, el conocimiento como modo de combatirlas tiranías, alabando la amistad desinteresada, la que surge de modo natural. Relato rebosante de diálogos trémulos, de discursos emocionales, de situaciones conmovedoras, pero sin ser sensibleros, pero si tocándote la fibra.
Nos adentra en el mundo rural de la profunda argentina post-dictadura, con las heridas todavía lacerantes, un microcosmos en el que vivimos su cotidianidad, sus trabajos de esquilado de lana, sus fiestas, las clases escolares a los niños lugareños, las reuniones de cooperativa, sus borracheras, sus cenas, sus desilusiones, sus esperanzas, sus anhelos, sus confesiones, sus llantos, sus alegrías, y en el caso del protagonista Ernesto la aparición del primer amor, todo sonando a auténtico, ello hace inocular en el espectador cercanía y provoca empaticemos con ellos.
Las diferentes relaciones resultan maravillosas en su veracidad: La de Ernesto con Luciana (Lorena del Río), reflejando la ignorancia y machismo atávico sobre todo en las comunidades rurales, la chica es privada de educación, siendo analfabeta, esto es aprovechado por Ernesto para entablar relación con ella siendo su maestro a escondidas, surgiendo entre ellos gran ternura; La de Mario con Hans, reflejando el choque de dos mundos diferentes pero a la vez tan parecidos en sus pasados tormentosos, los dos se quieren y respetan, brotando entre ellos una sólida amistad; La de Ernesto con Hans es de admiración por parte del chaval, ve en él un soplo de aire fresco; La de Hans con Ana, una sutil relación de amor platónico expuesta en base a miradas, a gestos, a frases con dobles sentidos, y expresada con hondura en ese sentido abrazo, que sin pudor y frente al marido e hijo dice mucho sin palabras, magnífica; La relación de Mario con la cooperativa, lo que es su ilusión para romper con el yugo del cacique, una relación de amor-odio, donde queda patente la petulancia y (perniciosa y nauseabunda) superioridad moral que se arroja Mario, expresado esto en el fuego.
Federico Luppi desborda la pantalla con su imperial actuación, derrocha carisma, majestuosidad, carácter, arrogancia, manejando su mirada de modo sobresaliente para expresar toda una gama de sentimientos evocadores, la charla que tiene con su hijo Ernesto junto al árbol mientras juega con el mechero resulta escalofriante con esa lapidaria frase “Cuando uno encuentra su lugar ya no puede irse”, el espectador (o sea yo) llega a sentirse incómodo por estar invadiendo esa trémula intimidad, ello por la fuerza dramática del actor. José Sacristán es un ciclón arrollador, excelso como combina pragmatismo mercenario (así se autodenomina) y romanticismo utópico, su lenguaje gestual, su portentosa expresividad, su labia, de Eco perenne el discurso de los frontera que le da a Ana en el hotel, teniendo además una vibrante química con Luppi. Cecilia Roth realiza una excelente actuación, rebosante de humanidad, entre la resignación y la valentía, su solidez deja entrever sus grietas y debilidades, demuestra sin histrionismos pueriles emociones y sentimientos, brillante su monólogo sobre su turbulento pasado político que dio con su hermano muerto. Gaston Batyi como el joven Ernesto cumple con esmero, pero sin más. Leonor Benedetto como la monja de Nelda da un buen rendimiento, pero se le podría haber dado más rendimiento y matices aparte de que la viéramos como una beata comunista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Lo que no me ha gustado del film es su maniqueísmo político, su discurso facilón socialista, donde todo se divide entre Buenos (los granjeros) y Malos (el cacique y su lugarteniente, este encima un machista que no deja a su hija estudiar en la escuela), un discurso muy simplista, demasiado subrayado en su buenismo social, llegando a parecer un mitin político en ocasiones, su discurso aleccionador frentista me resulta infantil, muy esquemático, de una arrogancia y superioridad moral reflejadas en Mario insultante, siendo el zenit el modo de afrontar que no estén de acuerdo con él los cooperativistas, muy stalinista en su totalitarismo (no quiero explicitar por no spoilear), pero pretender que esto sea una lección de la vida a su hijo me resulta vomitivo (spoiler), así como me resulta un atropello el modo de evolucionar la historia a partir de entonces (spoiler).
La puesta en escena cumple con su cometido, con una notable dirección artística de Abel Facello (“La historia oficial”), filmándose en argentina (San Luis, Sierra Las Quijadas, Merlo, Valle del Conlara,...), reflejando con la fotografía de Ricardo DeAngelis (“Hombre mirando al sudeste”), con un patinado terroso macilento entre amarillento y marrón, nos hace llegar la vida rural en este valle, con hermosas tomas del entorno desértico. Se suma la música de Emilio Kauderer (“El secreto de una obsesión”), con agradables melodías nada intrusivas.
Spoiler:
Lo de que Mario cuando no se hacen sus ideas en la cooperativa le meto fuego a la misma me es nauseabundo, y encima en el modo que se lo refiere a su hijo (parece hablar Aristarain por Mario, su brújula moral) nos dice el realizador que está justificado moralmente, un atropello hediondo, ese es el respeto que tienen las izquierdas a la democracia? Destroza el futuro de decenas de familias, pero eso a Mario se la trae al pairo, el es poseedor dogmáticamente de la verdad absoluta, se autoerige en juez y verdugo, un acto de fanatismo terrorista; Luego está la derivada incoherente orgánicamente, y es que Mario le mete fuego a la lana de los cooperativistas con alevosía y nocturnidad, y en el resto del metraje no se hace mención a esto, este tema ya no existe, no aparece la policía? No hay denuncia? Pienso que Aristarain se mete en un berenjenal del que le sería imposible escapar, y es que tal y como es Mario nunca podría negar que fue él, su dignidad y orgullo se lo impedirían, y entonces la ira de los cooperativistas sería de órdago, haciendo insostenible que siguieran viviendo en el valle, es por esto que supongo que esto desaparece como si no hubiera pasado, ERROR!
Segunda película en la historia de los Óscar en ser nominada y luego retirada de la votación. El director Adolfo Aristarain tenía la intención de que la película fuese la selección argentina para la competencia a la Mejor Película en Lengua Extranjera, pero ya se había decidido por otra película (El lado oscuro del corazón). Se la ofreció como a Uruguay. En contra de la regla de la Academia que afirma el trabajo debe ser dirigido, escrito y producido con gente del país de presentación de la película. Aristarain conocía las reglas, pero decidió presentar la película porque su esposa, oriunda de Uruguay, había sido diseñadora de vestuario de la película y co-escritora del guion. Cuando las nominaciones a los Óscar de 1992 salieron, Un lugar en el Mundo fue una de las nominadas a la Mejor Película en Lengua Extranjera. El consejo de ejecutivos de la Academia se enteró de que la película estaba en violación a la regla después de que las candidaturas habían salido y decidió sacarla de la boleta oficial.
Obra que con diferentes revisiones ha bajado mi percepción primigenia que tenía de ella, pero aún así muy apreciable. Fuerza y honor!!!
La puesta en escena cumple con su cometido, con una notable dirección artística de Abel Facello (“La historia oficial”), filmándose en argentina (San Luis, Sierra Las Quijadas, Merlo, Valle del Conlara,...), reflejando con la fotografía de Ricardo DeAngelis (“Hombre mirando al sudeste”), con un patinado terroso macilento entre amarillento y marrón, nos hace llegar la vida rural en este valle, con hermosas tomas del entorno desértico. Se suma la música de Emilio Kauderer (“El secreto de una obsesión”), con agradables melodías nada intrusivas.
Spoiler:
Lo de que Mario cuando no se hacen sus ideas en la cooperativa le meto fuego a la misma me es nauseabundo, y encima en el modo que se lo refiere a su hijo (parece hablar Aristarain por Mario, su brújula moral) nos dice el realizador que está justificado moralmente, un atropello hediondo, ese es el respeto que tienen las izquierdas a la democracia? Destroza el futuro de decenas de familias, pero eso a Mario se la trae al pairo, el es poseedor dogmáticamente de la verdad absoluta, se autoerige en juez y verdugo, un acto de fanatismo terrorista; Luego está la derivada incoherente orgánicamente, y es que Mario le mete fuego a la lana de los cooperativistas con alevosía y nocturnidad, y en el resto del metraje no se hace mención a esto, este tema ya no existe, no aparece la policía? No hay denuncia? Pienso que Aristarain se mete en un berenjenal del que le sería imposible escapar, y es que tal y como es Mario nunca podría negar que fue él, su dignidad y orgullo se lo impedirían, y entonces la ira de los cooperativistas sería de órdago, haciendo insostenible que siguieran viviendo en el valle, es por esto que supongo que esto desaparece como si no hubiera pasado, ERROR!
Segunda película en la historia de los Óscar en ser nominada y luego retirada de la votación. El director Adolfo Aristarain tenía la intención de que la película fuese la selección argentina para la competencia a la Mejor Película en Lengua Extranjera, pero ya se había decidido por otra película (El lado oscuro del corazón). Se la ofreció como a Uruguay. En contra de la regla de la Academia que afirma el trabajo debe ser dirigido, escrito y producido con gente del país de presentación de la película. Aristarain conocía las reglas, pero decidió presentar la película porque su esposa, oriunda de Uruguay, había sido diseñadora de vestuario de la película y co-escritora del guion. Cuando las nominaciones a los Óscar de 1992 salieron, Un lugar en el Mundo fue una de las nominadas a la Mejor Película en Lengua Extranjera. El consejo de ejecutivos de la Academia se enteró de que la película estaba en violación a la regla después de que las candidaturas habían salido y decidió sacarla de la boleta oficial.
Obra que con diferentes revisiones ha bajado mi percepción primigenia que tenía de ella, pero aún así muy apreciable. Fuerza y honor!!!