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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Romance. Drama. Comedia Holly Golightly es una bella joven neoyorquina que, aparentemente, lleva una vida fácil y alegre. Tiene un comportamiento bastante extravagante, por ejemplo, desayunar contemplando el escaparate de la lujosa joyería Tiffanys. Un día se muda a su mismo edificio Paul Varjak, un escritor que, mientras espera un éxito que nunca llega, vive a costa de una mujer madura. (FILMAFFINITY)
20 de julio de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
221/25(20/07/20) Muy sobrevalorado producto (solo así se puede calificar) cinematográfico, dirigido por el también sobrevalorado Blake Edwards, bajo un guión de George Axelrod, basándose libremente en la novela homónima de Truman Capote de 1958, protagonizada por Audrey Hepburn y George Peppard, Siendo más mito que película, hecho a mayor gloria del encumbramiento glamuroso de la anoréxica Audrey Hepburn que no hace más que lucir modelitos a cual más ‘chic’, al que solo cabe añadirle apreciable el tema escrito por Henry Mancini y Johnny Mercer “Moonriver” (Hepburn cantó la canción adaptada al rango vocal limitado de ella, basado en canciones que había interpretado en Funny Face de 1957), aunque metido con fórceps cuando lo vemos interpretarlo a la actriz belga. Una comedia romántica se supone, que tiene de humor situaciones infantiloides grotescas (una boquilla de cigarro enorme que quema un sombrero, una borracha que cae al suelo,... o es que no me acuerdo de más idioteces... ah sí, la racista representación de Mickey Rooney de un asiático cascarrabias), y de su lado romántico va de lo estúpido a lo cursi, siendo el tono general el de imbéciles, apoyándose en una pareja protagonista con unas personalidades despreciables (ella unja busca fortunas y el un gigolo) que el director nos quiere blanquear, pero que rascando un poquito te encuentras un ensalzamiento de la prostitución como medio de vida. Ello gracias a su aire superficial, diálogos chuscos inverosímiles, secundarios sin alma (y desaprovechados como Patricia O’Neal, Martin Balsam) situaciones bufas (lo del tramo con el emparejqamiento de la Hepburn con el paleto de Texxas resulta grimante en niveles siderales), tiene la profundidad de un besugo. Película que solo parece estar ahí por su envoltorio, por lo bien que quedan sus carteles (el legendario de la Audrey con su Givency frente al escaparate de la joyería Tiffany), por su musiquita, pero hablar de su desquiciante y caótico argumento sería darle un valor que no tiene, resultándome delirante que estuviera nominado ese año al Oscar (al menos no se lo llevó, lo alcanzó Abby Mann por "Vencedores y Vencidos"), tal despropósito de narración cargada de torpezas, de elipsis anárquicas, de momentos tontunos, que al final lo que me producen es tedio y con ello ganas de mirar el reloj, pues lo que está pasando en pantalla conecta conmigo entre cero y nada, importándome un Rett Butler dixit) un bledo lo que les pase a esta pareja.

Audrey Hepburn tiene el absoluto protagonismo de la película, en el escaparate encarna a una joven extrovertida, autosuficiente, vitalista, con algún momento de bajón que soluciona cantando “Moonriver” o acostándose de modo virginal (ya se han visto una vez, o sea, que hay confianza) con el vecino de arriba que ve acaba de irse su ‘clienta’ dejándole dinero en la mesita. Pero si escarbas un poco encuentras a un vividora, que busca acostarse y engatusar al primer rico que se encuentre, aceptando 50 $ cada vez que va al baño de sus acompañantes, eso como se llama? Ah sí, la palabra que rima con viruta. Alguien de tanta hondura psicológica que tiene entre sus aficiones ir a visitar la joyería Tiffany, mujer que por tanto tiene de ‘trabajo’ que los hombres le paguen por su relación con ellos, y esto se supone que es un personaje empoderado y de feminismo? Puaj! El remate viene cuando nos enteramos de su pasado, mujer que ha abandonado a sus hijos en el profundo Texas (se pasa con banalidad por el hecho de que se casó con 14 años!) para irse a cumplir su Sueño Americano de pegar un braguetazo, un personaje a reivindicar (ataque de ironía). Además de mencionar que sumados su cerebro y el de Forrest Gump tendrían medio cerebro, una mentalidad pueril y ridícula en su comportamiento, a su lado está emparejado el gigolo más desangelado de la historia, menudo tipo gris, debe ser muy bueno en la cama con su ‘mecenas’, pues lo que es de carácter es un sosainas burdo.

Están esas estridentes sub tramas metidas con calzador, la del mafioso que va a visitar a prisión, la del asiático quejicoso, la de su hermano Fred (se le da una importancia dramática a alguien que no aparece, sin apoyarse en relato alguno, simplemente por imperativo del guión), la de su ex marido (ella lo recibe entusiasmada, pero resulta que él le está chantajeando), la de la ricachona que mantiene al ‘escritor’ (que desaparece como sí nada), todo tan naif y trivial como una brisa de aire caliente. Todo ello para culminar en un clímax almibarado e inverosímil (spoiler), donde lo que me ha quedado es que su amado le dice que le ‘pertenece’ (esto es machista?).

La mejor frase del metraje la tiene Martin Balsam cuando dice de la protagonista: "Ella es una farsa, de acuerdo, pero una farsa real". Esto es aplicable al personaje y a la película todo es una farsa, y yo añadiría sin gracia ni emisión de emoción alguna.

Se puede mencionar el tramo de la fiesta en casa de Holly, por como parece la raíz/banco de pruebas de la posterior exitosa película de Blake Edwards “El guateque” (1968). Para su interpretación de IY Yunioshi, Mickey Rooney usó maquillaje y una boquilla protésica para cambiar sus rasgos a una aproximación caricaturesca de una persona japonesa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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