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Voto de TOM REGAN:
7

Voto de TOM REGAN:
7
7.0
21,656
Drama
Versión libre, de carácter gótico, del popular cuento de los hermanos Grimm, que ha sido ambientada en España durante los años 20. Blancanieves es Carmen, una bella joven con una infancia atormentada por su terrible madrastra Encarna. Huyendo de su pasado, Carmen emprenderá un apasionante viaje acompañada por sus nuevos amigos: una troupe de Enanos Toreros. (FILMAFFINITY)
13 de septiembre de 2013
13 de septiembre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
26/03(10/02/13) El segundo film tras nueve de espera del bilbaino Pablo Berger es una arriesgada propuesta con virtudes y aristas, ejercicio de estilo contracorriente silente y en blanco y negro que parece coger la estela de ‘The Artist’, en realidad su proyecto es bastante anterior al film galo. El realizador hace una versión libre del popular cuento de los hermanos Grimm, fábula centrada en el corazón cañí de nuestra España, toreros, folclóricas, bailes de flamenco y sevillanas, haciendas solariegas, una compañía de enanos, se mezclan en esta sugerente cinta.
El marco es la Andalucía de los años 20, arranca con la última corrida de toros del afamado matador de toros Antonio Villalta (buen Daniel Giménez Cacho), a la faena asiste entre el público su amada y embarazada esposa, la cantaora Carmen De Triana (bella Inma Cuesta), Antonio sufre una brutal cogida que le postra en una silla de ruedas, pero los males no vienen solos, Carmen fallece durante el parto de su hija, Carmencita (de niña Sofía Oria, Macarena García de mayor), pasando esta a tener que criarse con su vitalista abuela (Ángela Molina), al morir esta, tiene volver con su padre en su gran hacienda, lo malo es que Antonio se ha casado con su enfermera, Encarna (Maribel Verdú), una madrastra despiadada y malvada que humilla cuanto puede a la niña, no dejando que vea a su aislado padre, esta tiene un descarado affaire con su chófer, Genaro (Pére Ponce). No desvelaré más aunque el título del film es suficiente spoiler para saber que unos enanitos, quiere ser original Berger y son 6, tienen bastante importancia, aquí se cambia las ansias de ser la más bella por tener las mayores riquezas.
Pablo Berger deconstruye el cuento popular mezclándolo toques más tópicos de nuestra cultura hispana, filtrando los elementos clásicos bajo un prisma cercano a la caricatura, enmarcándolo en una muy cuidada puesta en escena. Esto ya queda patente en su impactante inicio, tras unos elegantes títulos de crédito el realizador nos muestra bellas postales de Sevilla, que se adentran en sus vacías calles, pasamos a imágenes sobreimpresionadas de gente caminando rápidadamente, la cámara hace una bella toma general en la que por una gran avenida una marabunta de gente se dirige a la Plaza de Toros, La Maestranza, a ver una corrida de toros que va a faenar el diestro Antonio Villalta, pasamos a ver la liturgia de vestirse del torero, lo vemos rezar apasionadamente frente a la virgen, besa un medallón con una foto de una mujer, se la cuelga en la mano a la figura, la cámara se cerca a la foto y con un lindo montaje se transforma en una mujer con mantilla que está de público en la plaza, suena un pasodoble y el torero hace el paseíllo, un cartel nos anuncia que solo hay un torero para seis toros, vemos los nombres de los toro y la última bestia es Lucifer, antes de entrar a matarla le dedica el toro a su esposa, ella se levanta y la vemos embarazada, él le lanza la montera, cae al suelo boca arriba, augurio de futuro trágico, primer plano de Antonio en posición de matar, primer plano de Lucifer, provocando tensión, Antonio entra al toro, el flash de una cámara altera al animal y se produce una tremenda cogida, la imagen nos lleva a un primerísimo plano de la boca de la esposa y como grita aterrada, un zoom se aleja y vemos su pavorida cara, recogen a Antonio, la esposa grita, vemos un primer plano del ojo de Lucifer, este se transforma en el ojo de Antonio en la enfermería. Hermoso tramo.
Está partida en dos partes diferenciadas, la división la marcan a mitad de la cinta la aparición de los enanos, la primera parte me es más sólida, es el descenso hacia el Averno de Carmencita, la vemos con su abuela en un hogar con cariño, tiene una singular mascota en un gallo, echa de menos a su madre y a su padre al que no ve, hace una alegre primera comunión bailando sevillanas junto a su abuela, pero las desgracias continúan, a la abuela le da un infarto muriendo, en una bellísima escena unas manos meten en un barreño el traje de comunión blanco, y lo sacan negro luto, iniciándose el martirio para Carmencita, es llevada a la finca de su padre, pero que gobierna la tiránica madrastra. Este tramo sobre la infancia es el más desgarrador y emocional, donde se confrontan la inocencia pura contra la maldad más vil, ello con aroma dickensiano conmovedor, la niñita intenta disfrutar de lo poco que tiene. Hacen aparición los enanitos y el corte me resulta muy abrupto (preciosa la caravana con reminiscencias a ‘El Doctor Parnassus’), la felicidad que quieren transmitir me llega impostada, artificiosa, aunque su final resulta bastante satisfactorio con un clímax estremecedor y un epílogo rebosante de ambigüedad (spoiler).
Rezuman temas universales, la inocencia de la niñez, la ilusión, el dolor por una pérdida, la codicia, la frustración, el egoísmo, la necesidad de ser querido, cuestiones que quedan de manifiesto en el tremendo duelo entre la Malvada Madrastra y la Pura Inocencia de la chica, brotando sensaciones de enorme intensidad, con sugerentes dosis de humor tierno, mezclado con el negrísimo, botón de muestra la sesión de fotos que se hacen los allegados con Antonio Villalta vestido de luces, con la particularidad de que está muerto.
La puesta en escena es uno de los puntos fuertes, creando un universo de imágenes de gran belleza, Berger dice tener sus referentes en los germanos Fritz Lang y F. W. Murnau, grandes adalides del expresionismo gótico, homenajeandolos en multitud de escenas, en esto ayuda el gran diseño de producción de Alain Bainée (‘Vicky Cristina Barcelona’), creando espacios que se convierten en personajes, y sobre todo por la espléndida fotografía de Kiko de la Rica (‘Balada Triste de Trompeta’), jugando con maestría con el b/n, con los claroscuros, las sombras y los contraluces, así como experimentando con tomas opresivas, quedando algunos fotogramas que son lienzos prodigiosos… (continua en spoiler por falta de espacio)
El marco es la Andalucía de los años 20, arranca con la última corrida de toros del afamado matador de toros Antonio Villalta (buen Daniel Giménez Cacho), a la faena asiste entre el público su amada y embarazada esposa, la cantaora Carmen De Triana (bella Inma Cuesta), Antonio sufre una brutal cogida que le postra en una silla de ruedas, pero los males no vienen solos, Carmen fallece durante el parto de su hija, Carmencita (de niña Sofía Oria, Macarena García de mayor), pasando esta a tener que criarse con su vitalista abuela (Ángela Molina), al morir esta, tiene volver con su padre en su gran hacienda, lo malo es que Antonio se ha casado con su enfermera, Encarna (Maribel Verdú), una madrastra despiadada y malvada que humilla cuanto puede a la niña, no dejando que vea a su aislado padre, esta tiene un descarado affaire con su chófer, Genaro (Pére Ponce). No desvelaré más aunque el título del film es suficiente spoiler para saber que unos enanitos, quiere ser original Berger y son 6, tienen bastante importancia, aquí se cambia las ansias de ser la más bella por tener las mayores riquezas.
Pablo Berger deconstruye el cuento popular mezclándolo toques más tópicos de nuestra cultura hispana, filtrando los elementos clásicos bajo un prisma cercano a la caricatura, enmarcándolo en una muy cuidada puesta en escena. Esto ya queda patente en su impactante inicio, tras unos elegantes títulos de crédito el realizador nos muestra bellas postales de Sevilla, que se adentran en sus vacías calles, pasamos a imágenes sobreimpresionadas de gente caminando rápidadamente, la cámara hace una bella toma general en la que por una gran avenida una marabunta de gente se dirige a la Plaza de Toros, La Maestranza, a ver una corrida de toros que va a faenar el diestro Antonio Villalta, pasamos a ver la liturgia de vestirse del torero, lo vemos rezar apasionadamente frente a la virgen, besa un medallón con una foto de una mujer, se la cuelga en la mano a la figura, la cámara se cerca a la foto y con un lindo montaje se transforma en una mujer con mantilla que está de público en la plaza, suena un pasodoble y el torero hace el paseíllo, un cartel nos anuncia que solo hay un torero para seis toros, vemos los nombres de los toro y la última bestia es Lucifer, antes de entrar a matarla le dedica el toro a su esposa, ella se levanta y la vemos embarazada, él le lanza la montera, cae al suelo boca arriba, augurio de futuro trágico, primer plano de Antonio en posición de matar, primer plano de Lucifer, provocando tensión, Antonio entra al toro, el flash de una cámara altera al animal y se produce una tremenda cogida, la imagen nos lleva a un primerísimo plano de la boca de la esposa y como grita aterrada, un zoom se aleja y vemos su pavorida cara, recogen a Antonio, la esposa grita, vemos un primer plano del ojo de Lucifer, este se transforma en el ojo de Antonio en la enfermería. Hermoso tramo.
Está partida en dos partes diferenciadas, la división la marcan a mitad de la cinta la aparición de los enanos, la primera parte me es más sólida, es el descenso hacia el Averno de Carmencita, la vemos con su abuela en un hogar con cariño, tiene una singular mascota en un gallo, echa de menos a su madre y a su padre al que no ve, hace una alegre primera comunión bailando sevillanas junto a su abuela, pero las desgracias continúan, a la abuela le da un infarto muriendo, en una bellísima escena unas manos meten en un barreño el traje de comunión blanco, y lo sacan negro luto, iniciándose el martirio para Carmencita, es llevada a la finca de su padre, pero que gobierna la tiránica madrastra. Este tramo sobre la infancia es el más desgarrador y emocional, donde se confrontan la inocencia pura contra la maldad más vil, ello con aroma dickensiano conmovedor, la niñita intenta disfrutar de lo poco que tiene. Hacen aparición los enanitos y el corte me resulta muy abrupto (preciosa la caravana con reminiscencias a ‘El Doctor Parnassus’), la felicidad que quieren transmitir me llega impostada, artificiosa, aunque su final resulta bastante satisfactorio con un clímax estremecedor y un epílogo rebosante de ambigüedad (spoiler).
Rezuman temas universales, la inocencia de la niñez, la ilusión, el dolor por una pérdida, la codicia, la frustración, el egoísmo, la necesidad de ser querido, cuestiones que quedan de manifiesto en el tremendo duelo entre la Malvada Madrastra y la Pura Inocencia de la chica, brotando sensaciones de enorme intensidad, con sugerentes dosis de humor tierno, mezclado con el negrísimo, botón de muestra la sesión de fotos que se hacen los allegados con Antonio Villalta vestido de luces, con la particularidad de que está muerto.
La puesta en escena es uno de los puntos fuertes, creando un universo de imágenes de gran belleza, Berger dice tener sus referentes en los germanos Fritz Lang y F. W. Murnau, grandes adalides del expresionismo gótico, homenajeandolos en multitud de escenas, en esto ayuda el gran diseño de producción de Alain Bainée (‘Vicky Cristina Barcelona’), creando espacios que se convierten en personajes, y sobre todo por la espléndida fotografía de Kiko de la Rica (‘Balada Triste de Trompeta’), jugando con maestría con el b/n, con los claroscuros, las sombras y los contraluces, así como experimentando con tomas opresivas, quedando algunos fotogramas que son lienzos prodigiosos… (continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… A esto se suma la sugestiva música de Alfonso Villalonga (‘Transsiberian’) que añade un tema cantado por Silvia Pérez Cruz, siendo esto un notable canalizador de emociones, con la importancia que tiene el score en el cine mudo, con el pero que hay secuencias en las que se abusa, provocando que la sobresaturación dramática aminore el efecto trémulo.
La cinta cojea desde su misma concepción, pues no hay motivo para hacerla muda y en color, es un dogma que se autoinflinge Berger sin razón, solo encuentro en incitación en la publicidad que da esta singularidad, lo del b/n lo puedo entender por querer dar tonalidades de la época en que sucede la acción pero lo del cine mudo chirría, sobre todo por el mal uso que se le da a los intertítulos, Berger tendría que haber aprendido de ‘El Último’ de Murnau donde consigue una Obra maestra sin ellos. Y es que Pablo le da un uso desproporcionado a este elemento, se siente inseguro de lo que muestra no se exprese bien y los sobreexpone, incurriendo en hacer que el espectador se sienta que le dan la comida masticada, siente que le tratan de modo condescendiente. Asimismo hay momentos en que se redunda en la información con sobreimpresiones que dejan poco a la inteligencia del que la ve, el mejor ejemplo es cuando aparece la manzana y nos muestran que está envenenada, no se nos puede acunar con tanto paternalismo, nos dicen que nuestra mente es la de un niño. Asimismo hay excesos melodramáticos en los que se le va la mano, ejemplo el padre desde el cielo dando la bendición a su hija durante una corrida, momento maniqueo y sensiblero que resta. Lo de que haya que otorgarle licencias como que la tropelía de muertes que desencadena la madrastra no sea investigada por la policía no me molesta, pues todo es un una fábula.
Las actuaciones están a buena altura, aunque con el histrionismo intrínseco al cine mudo donde se debe exagerar para compensar que no puedan hablar. Los secundarios se notan han disfrutado con la sobreactuación, desde una tierna Ángela Molina como la cariñosa abuela, un enternecedor Daniel Giménez Cacho como el torero despojado de autoestima, un divertidísimo Pere Ponce como el juguete sexual de la madrastra, los vitalistas enanitos, y por supuesto el rol-golosina de la villana lo borda Maribel Verdú, es la maldad sin subterfugios, decir que es lo mejor de esta maravillosa actriz es insultar a su dilatada y exitosa carrera, es un papel plano del que hace una humorística caricatura. Peros las que dejan huella son las actrices que dan vida a Carmencita, la niña Sofía Oria de la que la cámara se enamora, su desparpajo y ganas de disfrutar de la vida nos llega, una delicia su sonrisa, y Macarena García de muchacha es la fragilidad, la dulzura, la ilusión y con ojos que cuando te miran te hipnotizan, magnífica.
En conjunto una cinta que sumados sus defectos y virtudes me da un buen film, entretenido, divertido y por momentos turbador. Esperemos Pablo Berger no tarde tanto tiempo en volver a dirigir. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
El final epílogo tiene hondura, es imprevisible, todos esperamos que Carmencita reviva de su Sueño Eterno, nos sorprenden con epílogo tributo a ‘Freaks’ de Tod Browning, a los circos ambulantes antiguos con rarezas. Carmencita postrada en su ataúd de cristal como atracción de feria, la gente paga por darle un beso, uno la besa y ella se yergue abriendo los ojos, el hombre sale huyendo, ya terminada la ‘actuación’ al enano que está enamorado de ella está peinándola, vemos que se ha levantado por un mecanismo artificial, Carmencita tumbada en su ataúd y a su lado se levanta el enano que la besa y se vuelve a postrar junto a ella (escabrosa nota de necrofilia), hay un primer plano y de su ojo derecho brota una lágrima. Tiene ambigüedad el final pues nos viene a decir que la vida no es un cuento de hadas con final feliz, cuando todo lo que hemos visto lo es con toda la superficialidad inherente al infantil género.
La cinta cojea desde su misma concepción, pues no hay motivo para hacerla muda y en color, es un dogma que se autoinflinge Berger sin razón, solo encuentro en incitación en la publicidad que da esta singularidad, lo del b/n lo puedo entender por querer dar tonalidades de la época en que sucede la acción pero lo del cine mudo chirría, sobre todo por el mal uso que se le da a los intertítulos, Berger tendría que haber aprendido de ‘El Último’ de Murnau donde consigue una Obra maestra sin ellos. Y es que Pablo le da un uso desproporcionado a este elemento, se siente inseguro de lo que muestra no se exprese bien y los sobreexpone, incurriendo en hacer que el espectador se sienta que le dan la comida masticada, siente que le tratan de modo condescendiente. Asimismo hay momentos en que se redunda en la información con sobreimpresiones que dejan poco a la inteligencia del que la ve, el mejor ejemplo es cuando aparece la manzana y nos muestran que está envenenada, no se nos puede acunar con tanto paternalismo, nos dicen que nuestra mente es la de un niño. Asimismo hay excesos melodramáticos en los que se le va la mano, ejemplo el padre desde el cielo dando la bendición a su hija durante una corrida, momento maniqueo y sensiblero que resta. Lo de que haya que otorgarle licencias como que la tropelía de muertes que desencadena la madrastra no sea investigada por la policía no me molesta, pues todo es un una fábula.
Las actuaciones están a buena altura, aunque con el histrionismo intrínseco al cine mudo donde se debe exagerar para compensar que no puedan hablar. Los secundarios se notan han disfrutado con la sobreactuación, desde una tierna Ángela Molina como la cariñosa abuela, un enternecedor Daniel Giménez Cacho como el torero despojado de autoestima, un divertidísimo Pere Ponce como el juguete sexual de la madrastra, los vitalistas enanitos, y por supuesto el rol-golosina de la villana lo borda Maribel Verdú, es la maldad sin subterfugios, decir que es lo mejor de esta maravillosa actriz es insultar a su dilatada y exitosa carrera, es un papel plano del que hace una humorística caricatura. Peros las que dejan huella son las actrices que dan vida a Carmencita, la niña Sofía Oria de la que la cámara se enamora, su desparpajo y ganas de disfrutar de la vida nos llega, una delicia su sonrisa, y Macarena García de muchacha es la fragilidad, la dulzura, la ilusión y con ojos que cuando te miran te hipnotizan, magnífica.
En conjunto una cinta que sumados sus defectos y virtudes me da un buen film, entretenido, divertido y por momentos turbador. Esperemos Pablo Berger no tarde tanto tiempo en volver a dirigir. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
El final epílogo tiene hondura, es imprevisible, todos esperamos que Carmencita reviva de su Sueño Eterno, nos sorprenden con epílogo tributo a ‘Freaks’ de Tod Browning, a los circos ambulantes antiguos con rarezas. Carmencita postrada en su ataúd de cristal como atracción de feria, la gente paga por darle un beso, uno la besa y ella se yergue abriendo los ojos, el hombre sale huyendo, ya terminada la ‘actuación’ al enano que está enamorado de ella está peinándola, vemos que se ha levantado por un mecanismo artificial, Carmencita tumbada en su ataúd y a su lado se levanta el enano que la besa y se vuelve a postrar junto a ella (escabrosa nota de necrofilia), hay un primer plano y de su ojo derecho brota una lágrima. Tiene ambigüedad el final pues nos viene a decir que la vida no es un cuento de hadas con final feliz, cuando todo lo que hemos visto lo es con toda la superficialidad inherente al infantil género.