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Voto de TOM REGAN:
9
Voto de TOM REGAN:
9
8.0
8,568
1 de noviembre de 2018
1 de noviembre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
138/22(30/10/18) Intenso y brutal drama naturalista dirigido y escrito por el maestro del neorrealismo, el romano Roberto Rossellini, obra final de la trilogía oficiosa de la guerra (las anteriores fueron “Roma, ciudad abierta” y “Paisá”). Rodada en la Berlín ocupada por los aliados, a diferencia de las otras, que tienen lugar la Roma ocupada por los alemanes. El realizador demuestra estar comprometido y en este caso cambia el foco de los italianos que sufren las consecuencias a los alemanes que padecen la post-guerra, mostrándonos un microcosmos donde se funden el paisaje de ruinas físicas de edificios con el colapso de una sociedad degradada por la necesidad primaria de alimentos, ello con trazos cruentos que nos retrotraen a Buñuel, como esa escena del principio donde una muchedumbre se arremolina cual chacales alrededor de un caballo muerto para sacarle su carne para comer, o esas valientes sugerencias de depravación con niños (Pedofilia y prostitución). Es la crónica sangrante del hambre, de lo que estás dispuesto a hacer cuando es extrema, y todo ello visto a través de los ojos de un niño de 12 años, una visión humanista sobre los efectos de la contienda bélica que nos cala, asistimos a los escombros de la arrogancia del pretendido Imperio delos mil años proyectado por Hitler, y como los civiles germanos pagaron su soberbia, tuvieron que purgar sus pecados entre cascotes. En las películas de guerra anteriores, Rossellini presentó a nazis y sus colaboradores fascistas de villanos bidimensionales, al colocar la última película de la trilogía en Alemania, revela una nueva visión, presentando al pueblo alemán como víctimas sufrientes que pagan culpas ajenas, unos perdedores que intentan sobrevivir entre esqueletos de hormigón, alejando el enfoque maniqueo de los alemanes como entes malvados, y mostrándolos como una sociedad herida. En el texto que precede a los títulos de crédito del film, el cineasta expone una declaración de principios e intenciones: el rechazo a las ideologías totalitarias y el reconocimiento de que el film no pretende juzgar al pueblo alemán, sólo exponer la constatación de unos hechos y que el autor se sentiría satisfecho, si con este film consiguiera que los niños volvieran a amar la vida. La reciente muerte de Marco Romano (14/08/1946), el hijo de nueve años de Rossellini, durante una cirugía de apendicitis de emergencia, jugó un papel clave en la elección de Rossellini de centrar la narrativa en un joven protagonista.
Rossellini desde su hábil introducción nos sumerge en un mundo donde la supervivencia es lo primordial, la subsistencia del más fuerte, el darwinismo social, que hace que el débil deba ser apartado en favor del poderoso, para ello estamos enmarcados en una jungla árida de edificios derruidos, con familias hacinadas en pequeñas habitaciones, alimentadas por cartillas de racionamiento, donde el modo de vida es el estraperlo, donde las niños se dedican a robar, las niñas se prostituyen, hay mayores depravados pedófilos, es una selva corrompida por la falta de una vivienda digna y escasa de alimentos, ello en pos de un increscendo desgarrador hasta desembocar en un final de los que se te queda, y que sirve de alegoría sobre el penetrante mensaje de Rossellini. Exhibiendo el realizador un mundo carente de referentes morales para los jóvenes, huérfanos de ese líder “mesiánico” que los adoctrinó, y ahora se hayan desorientados en un mundo de carroñeros, de egoístas, de decadencia, donde los niños son hurtados de su infancia, y ante esta ciudad fantasma no saben distinguir entre el bien y el mal, solo como poder vivir un día más es su objetivo.
El director hace un reflejo de la Alemania del momento a la agrietada familia del protagonista. Esta vive en una casa apretujada con otras cinco más. El padre (notable Ernst Pittschau), está echado en cama enfermo, reniega de los nazis, y tiene esperanza en un futuro mejor; un hermano, Karl-Heinz (buen Franz-Otto Krüger), escondido de las autoridades por miedo a las represalias de los aliados por haber estado luchando hasta el último día; y una joven hermana, Eva (grácil Ingetraud Hinze), que no tiene escrúpulos para prostituirse con los soldados americanos; además aparecen más personajes que dan un perfil macilento de esta especie de purgatorio en que se convierte esta otro capital nazi, como ese dueño vejador de la casa; esos soldados americanos ansiosos de reliquias nazis (el nazismo convertido en hobby de coleccionismo); una niña promiscua que se prostituye, Christl (esplendida Christl Merker emitiendo querer ser mayor, con ese toque de Lolita); un adolescente ladrón; o un ex profesor, Herr Enning (turbador Erich Guhne) pedófilo de clara ideología nazi que sugestiona a Edmund con sus discursos fascistas sobre que el fuerte debe sobrevivir sobre la muerte del débil, además se dedica a alcahuete de jóvenes para un General.
Y sobre todo está el retrato de personalidad del imberbe Edmund encarnado de modo brillante por Edmund Moeschke, vestido de lederhosen, con su rostro angelical, su cabello rubio, es la viva imagen de las Juventudes Hitlerianas, el ario puro, y por ende su comportamiento es la metáfora del desmoronamiento del huevo de la serpiente, deambula por las cochambrosas calles sin más rumbo que encontrar comida para su familia, sugestionable a las ideas de los demás, joven voluble e inocente del que se aprovechan unos y otros, desorientado ve difuso cuál es su deber. El actor borda todo esto con una actuación memorable en la forma en que nos emite una mezcla entre candidez, valentía y miedo, siendo formidable su rush final.
Rossellini desde su hábil introducción nos sumerge en un mundo donde la supervivencia es lo primordial, la subsistencia del más fuerte, el darwinismo social, que hace que el débil deba ser apartado en favor del poderoso, para ello estamos enmarcados en una jungla árida de edificios derruidos, con familias hacinadas en pequeñas habitaciones, alimentadas por cartillas de racionamiento, donde el modo de vida es el estraperlo, donde las niños se dedican a robar, las niñas se prostituyen, hay mayores depravados pedófilos, es una selva corrompida por la falta de una vivienda digna y escasa de alimentos, ello en pos de un increscendo desgarrador hasta desembocar en un final de los que se te queda, y que sirve de alegoría sobre el penetrante mensaje de Rossellini. Exhibiendo el realizador un mundo carente de referentes morales para los jóvenes, huérfanos de ese líder “mesiánico” que los adoctrinó, y ahora se hayan desorientados en un mundo de carroñeros, de egoístas, de decadencia, donde los niños son hurtados de su infancia, y ante esta ciudad fantasma no saben distinguir entre el bien y el mal, solo como poder vivir un día más es su objetivo.
El director hace un reflejo de la Alemania del momento a la agrietada familia del protagonista. Esta vive en una casa apretujada con otras cinco más. El padre (notable Ernst Pittschau), está echado en cama enfermo, reniega de los nazis, y tiene esperanza en un futuro mejor; un hermano, Karl-Heinz (buen Franz-Otto Krüger), escondido de las autoridades por miedo a las represalias de los aliados por haber estado luchando hasta el último día; y una joven hermana, Eva (grácil Ingetraud Hinze), que no tiene escrúpulos para prostituirse con los soldados americanos; además aparecen más personajes que dan un perfil macilento de esta especie de purgatorio en que se convierte esta otro capital nazi, como ese dueño vejador de la casa; esos soldados americanos ansiosos de reliquias nazis (el nazismo convertido en hobby de coleccionismo); una niña promiscua que se prostituye, Christl (esplendida Christl Merker emitiendo querer ser mayor, con ese toque de Lolita); un adolescente ladrón; o un ex profesor, Herr Enning (turbador Erich Guhne) pedófilo de clara ideología nazi que sugestiona a Edmund con sus discursos fascistas sobre que el fuerte debe sobrevivir sobre la muerte del débil, además se dedica a alcahuete de jóvenes para un General.
Y sobre todo está el retrato de personalidad del imberbe Edmund encarnado de modo brillante por Edmund Moeschke, vestido de lederhosen, con su rostro angelical, su cabello rubio, es la viva imagen de las Juventudes Hitlerianas, el ario puro, y por ende su comportamiento es la metáfora del desmoronamiento del huevo de la serpiente, deambula por las cochambrosas calles sin más rumbo que encontrar comida para su familia, sugestionable a las ideas de los demás, joven voluble e inocente del que se aprovechan unos y otros, desorientado ve difuso cuál es su deber. El actor borda todo esto con una actuación memorable en la forma en que nos emite una mezcla entre candidez, valentía y miedo, siendo formidable su rush final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La puesta en escena resulta fabulosa proyectando estado de ánimo ajado, desencantado, desesperanzador, para ello fundamental la filmación en la Berlín queso-gruyere, urbe masacrada por los bombardeos, con edificios devastados por todos lados, esto atomizado por la fenomenal cinematografía en glorioso b/n de Robert Juillard (“El salario del miedo”), en tramos exteriores con tomas generales y siguiendo a Edmund posee un carácter cuasi-documental, de reportaje verité, con esos crudos patinados grisáceos, haciéndonos sentir el polvo seco, la adustez ambiental, un escenario cuasi-apocalíptico, en interiores emitiendo claustrofobia atmosférica en el apartamentucho en que vive Edmund con su familia, con planos secuencia que trasladan realidad, sacando lo mejor de las interpretaciones; se suma la música del hermano del director, Renzo Rossellini (“Roma, ciudad abierta” o “Los hermanos Karamazoff”), adornando en demasía los “paseos” de Edmund, para mi gusto se excede en intrusismo.
Spoiler:
Momentos recordables: Un anónimo en la calle mientras espera a coimprar pan en una larga cola, "Antes, éramos hombres, nacionalsocialistas. Ahora solo somos nazis".
Edmund revende un disco grabado a unos militares americanos con un discurso de Hitler, que resuena en el palacio de la cancillería que habitó el dictador, retumbando entre las monumentales ruinas como si el pasado fuera un espectro aún vivo que despertase las culpas de la ciudad bombardeada;
Rossellini a través del padre de Edmund pone voz profética al futro alemán, ello con el “discurso” que da a su hijo Edmund, y que con el paso del gtiempo demuestra el afán de superación de este gran pueblo: “Todo me ha sido arrebatado. Mi dinero por la inflación y mis hijos por Hitler. Debería haberme rebelado pero era demasiado débil. Como tantos otros de mi generación. Hemos presenciado cómo se acercaba la desgracia y no la hemos detenido y ahora sufrimos las consecuencias. Hoy estamos pagando por nuestros errores. Todos. Yo igual que tú. Debemos ser conscientes de nuestra culpa. Porque con lamentos no se soluciona nada. Tengo los días contados pero tú aún eres joven. Todavía puedes hacer muchas cosas buenas. Demuestra que eres un hombre (…) No te rindas más. Termina con esta vida de animal acosado. Debes volver a vivir entre las gentes, tienes que volver al mundo. No es una vergüenza fabricar tu propio destino. Yo también fui soldado en la 1ª Guerra Mundial (...) Parecía que ninguna fuerza del mundo pudiera detenernos. Pero de repente todo cambió. Primero la derrota y luego la Revolución. Incluso lloré cuando me arrancaron los galones. No se me puede acusar de no haber sido un buen alemán. A pesar de ello, durante estos años tan difíciles...ahora puedo confesarlo; no he esperado otra cosa que la caída del tercer Reich y su destrucción. No quiero ni pensar cuál hubiera sido la suerte del mundo si las cosas hubiesen sido de otro modo”…;
El antiguo profesor de Edmund le a una charla darwinista con resonancias nazis: “Déjate de sentimentalismos…aprende de la naturaleza...los débiles son eliminados por los fuertes. A veces es necesario sacrificar a los débiles...De lo que se trata es de sobrevivir"; Edmund intentando agarrarse a un hilo de su infantil edad cuando pide a unos niños que lo dejen jugar al futbol con ellos, y estos se niegan, marginándolo, entonces Edmund llega errante a un edificio abandonado y semi-derruido, juega, salta, se desliza por una viga, pero vemos su rostro desamparado, mira a la calle, y se lanza al vacío desde gran altura, cayendo letalmente, la juventud arrollada por el peso del pasado y el presente.
En conjunto, me queda una cinta única por la sensación de realismo cruento que demuestra, por su claro y abrumador mensaje antibélico, de como la “Fiesta de la Guerra” son siempre los civiles (y sobre todo los niños) quienes la pagan. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/11/alemania-ano-cero.html
Spoiler:
Momentos recordables: Un anónimo en la calle mientras espera a coimprar pan en una larga cola, "Antes, éramos hombres, nacionalsocialistas. Ahora solo somos nazis".
Edmund revende un disco grabado a unos militares americanos con un discurso de Hitler, que resuena en el palacio de la cancillería que habitó el dictador, retumbando entre las monumentales ruinas como si el pasado fuera un espectro aún vivo que despertase las culpas de la ciudad bombardeada;
Rossellini a través del padre de Edmund pone voz profética al futro alemán, ello con el “discurso” que da a su hijo Edmund, y que con el paso del gtiempo demuestra el afán de superación de este gran pueblo: “Todo me ha sido arrebatado. Mi dinero por la inflación y mis hijos por Hitler. Debería haberme rebelado pero era demasiado débil. Como tantos otros de mi generación. Hemos presenciado cómo se acercaba la desgracia y no la hemos detenido y ahora sufrimos las consecuencias. Hoy estamos pagando por nuestros errores. Todos. Yo igual que tú. Debemos ser conscientes de nuestra culpa. Porque con lamentos no se soluciona nada. Tengo los días contados pero tú aún eres joven. Todavía puedes hacer muchas cosas buenas. Demuestra que eres un hombre (…) No te rindas más. Termina con esta vida de animal acosado. Debes volver a vivir entre las gentes, tienes que volver al mundo. No es una vergüenza fabricar tu propio destino. Yo también fui soldado en la 1ª Guerra Mundial (...) Parecía que ninguna fuerza del mundo pudiera detenernos. Pero de repente todo cambió. Primero la derrota y luego la Revolución. Incluso lloré cuando me arrancaron los galones. No se me puede acusar de no haber sido un buen alemán. A pesar de ello, durante estos años tan difíciles...ahora puedo confesarlo; no he esperado otra cosa que la caída del tercer Reich y su destrucción. No quiero ni pensar cuál hubiera sido la suerte del mundo si las cosas hubiesen sido de otro modo”…;
El antiguo profesor de Edmund le a una charla darwinista con resonancias nazis: “Déjate de sentimentalismos…aprende de la naturaleza...los débiles son eliminados por los fuertes. A veces es necesario sacrificar a los débiles...De lo que se trata es de sobrevivir"; Edmund intentando agarrarse a un hilo de su infantil edad cuando pide a unos niños que lo dejen jugar al futbol con ellos, y estos se niegan, marginándolo, entonces Edmund llega errante a un edificio abandonado y semi-derruido, juega, salta, se desliza por una viga, pero vemos su rostro desamparado, mira a la calle, y se lanza al vacío desde gran altura, cayendo letalmente, la juventud arrollada por el peso del pasado y el presente.
En conjunto, me queda una cinta única por la sensación de realismo cruento que demuestra, por su claro y abrumador mensaje antibélico, de como la “Fiesta de la Guerra” son siempre los civiles (y sobre todo los niños) quienes la pagan. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2018/11/alemania-ano-cero.html