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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Animación. Infantil. Drama. Musical Oculto a las miradas de todos los ciudadanos de París, en lo alto del campanario de la catedral de Notre Dame, vive Quasimodo. Su tutor, el juez Frollo, no le permite bajar nunca del Campanario. En compañía de tres simpáticas gárgolas de piedra, Victor, Hugo y Laverne, Quasimodo pasa las horas observando el bullicioso ir y venir de la gente. Hasta que un día, decide bajar a escondidas y conoce a la bella Esmeralda, con la que vivirá su mayor aventura. (FILMAFFINITY) [+]
15 de febrero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
20/20(27/01/17) Atractivo film de animación de la Disney, basándose libremente en la novela homónima (1831) de Victor Hugo, musical dramedia de aventuras dirige Kirk Wise y Gary Trousdale, atípico relato de la productora por la oscuridad de sus temas, de adultos como lo ambiguo de la religión, infanticidio, racismo, lujuria, peso del pecado, o la obsesión sexual, y eso que el guión rebaja bastante lo sombrío del texto original. Aunque se denota cierto desequilibrio entre los diferentes tonos, quizás fruto que haya cinco guionistas, está su lado para mayores, donde sobresalen los temas susodichos, la sensualidad de Esmeralda, el genocidio de gitanos, castigo a latigazos, y más, esto mostrado con solidez narrativa, pero sumado a la vertiente para niños, rechina un poco “bastante”. La imaginería visual de la cinta es portentosa, un deleite visual, momentos atronadores de magnetismo sensorial. La historia intentará responder a la pregunta que Clopín plantea en la introducción: “Who is the monster and who is the man?” (Quién es el hombre y quién el monstruo?), algo que ya planteaba otro film poco anterior de la Disney, “La Bella y la Bestia” (1991).

Tiene un principio arrollador que te imanta a la pantalla, donde de fondo, mientras vemos sobreimpresionado el castillo Disney se oyen las míticas campanas de Notre Dame, mientras flotamos entre las nubes el sol marca sus angelicales rayos y al fondo sobresalen las colosales torres de Notre Dame, mientras escuchamos estremecedores cantos gregorianos, la cámara se hunde bajo las nubes y volamos sobre los tejados parisinos medievales, sus callejuelas y desde allí en un magno contrapicado volvemos a ver la catedral de Notre Dame, y comienza a sonar el vibrante tema cantado por Clopin (cual juglar) “The bells of Notre Dame”, y durante el bello tema asistiremos a la llegada del bebe (Quasimodo) a un nevado y tormentoso París con sus padres, y con ello se nos presentará al tétrico villano Frollo, que termina persiguiendo (con su azabache equino) por las calles a la madre con el bebé en brazos, llegar a las puertas de Notre Dame, y... (hay que verlo... esa imagen en contrapicado de Frollo a punto de lanzar al bebe a un pozo...), muchos niños viéndola pueden quedar traumatizados, los mayores quedaran subyugados.

Es una película con una amplia grieta generacional, en el enfoque adulto se habla del deseo prohibido, de los celos, de torturas, de flagelaciones, de revoluciones sociales en busca de una sociedad más justa (anticipando en siglos que acontecería en Francia), de los estigmas sociales o bien por raza (estremecedor momento xenófobo en que cuenta a Quasimodo la metáfora de las hormigas y los gitanos) , o por aspecto (Quasimodo), del despotismo del poder (Frollo), de tiranías contra los débiles, y para ello pone en alza un admirable discurso por la tolerancia, por superar los prejuicios sociales, por aceptar al diferente, loando el amor verdadero, la valentía, la integridad, la nobleza de espíritu, el sacrificio por lo que crees justo, ello en un desarrollo fluido y trepidante, donde no paran de suceder acontecimientos que hacen avanzar la trama. Ello discurriendo por una senda en la que hay espacio para mostrar el amor en todas sus vertientes, como el carnal, el platónico, el idealizado, el obsesivo, y el del sacrificio.

Pero su vertiente para el foco infantil abre un atrompicado desequilibrio entre temas serios que se tratan y algunos recursos cómicos que chirrían en el conjunto, ejemplo es el buen, en principio elemento que las gárgolas tomen vida por la soledad de Quaismodo, pero esto es para infantilizar la historia, sufriendo un bajón cada vez que estas aparecen, llega a crispar; Algunas pelea y luchas se sienten filtradas por una visión alevín, ejemplo la puñetera cabrita de Esmeralda, caricatura fachosa sin gracia; Se suma un final traidor con el libro, y demasiado acomodaticio, queriendo contentar a los niños para no golpearlos con un mundo cruel y más realista (licencia Disney).

Es la cinta Disney con una mayor dimensión hacia la fe cristiana-católica, hacia su fe y tradición, las palabras "Dios", "Señor", e "Infierno" se pronuncian más veces en esta película que en cualquier otro. Esto ya comienza desde su sibarita apertura en que la imagen se abre paso entre las nubes del Cielo (símbolo cristiano), pasando por los tejados de la medieval Paris hasta llegar a la imperial catedral Notre Dame, la unión del lugar donde se supone reside Dios con su correa de transmisión, el templo religioso. Varias de las canciones son adaptaciones de oraciones y cantos latinos.

Posee un arrollador villano, uno de los más crueles y retorcidos que haya dado la Disney, Frollo, sobre todo porque su maldad nace de su perversión, de su alma intoxicada, su xenofobia, su visión envenenada de la religión, del pecado, de no saber superar sus bajos instintos (maravilloso como huele lujuriosamente el cabello de Esmeralda), lejos de otros de la compañía que poseían poderes sobrenaturales, este es más humano, incluso en su perfidia tuvo un rastro de bondad al no matar a Quasimodo, es asimismo el símbolo del abuso del poder, de la autoridad déspota, extraordinario en voz original de Tony Jay, y también en la doblada del enorme Constantino Romero, sublime, teniendo sobre sí el placer de protagonizar el tramo más electrizante del film, me refiero al Apoteósico a la excitada canción “Hellfire”, en el Palacio de Justicia y frente a la gran chimenea ardiente el Averno parece abrirse ante nosotros mientras se acaricia lascivamente con el pañuelo de Esmeralda, donde la obsesión enfermiza, la lujuria, durante la cual la hipocresía en la que vive hace que todos sus demonios formen un akelarre llameante de fuego, en el deseo carnal deja constancia de cómo carcome al malo malísimo. La inspiración para el personaje fue el nazi Amon Goeth de “La lista de Schindler”, sanguinario racista que era capaz a la vez de estar obsesionado por su criada judía;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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