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Voto de TOM REGAN:
8
1996
6.5
32,576
Animación. Infantil. Drama. Musical
Oculto a las miradas de todos los ciudadanos de París, en lo alto del campanario de la catedral de Notre Dame, vive Quasimodo. Su tutor, el juez Frollo, no le permite bajar nunca del Campanario. En compañía de tres simpáticas gárgolas de piedra, Victor, Hugo y Laverne, Quasimodo pasa las horas observando el bullicioso ir y venir de la gente. Hasta que un día, decide bajar a escondidas y conoce a la bella Esmeralda, con la que vivirá su mayor aventura. (FILMAFFINITY) [+]
15 de febrero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
20/20(27/01/17) Atractivo film de animación de la Disney, basándose libremente en la novela homónima (1831) de Victor Hugo, musical dramedia de aventuras dirige Kirk Wise y Gary Trousdale, atípico relato de la productora por la oscuridad de sus temas, de adultos como lo ambiguo de la religión, infanticidio, racismo, lujuria, peso del pecado, o la obsesión sexual, y eso que el guión rebaja bastante lo sombrío del texto original. Aunque se denota cierto desequilibrio entre los diferentes tonos, quizás fruto que haya cinco guionistas, está su lado para mayores, donde sobresalen los temas susodichos, la sensualidad de Esmeralda, el genocidio de gitanos, castigo a latigazos, y más, esto mostrado con solidez narrativa, pero sumado a la vertiente para niños, rechina un poco “bastante”. La imaginería visual de la cinta es portentosa, un deleite visual, momentos atronadores de magnetismo sensorial. La historia intentará responder a la pregunta que Clopín plantea en la introducción: “Who is the monster and who is the man?” (Quién es el hombre y quién el monstruo?), algo que ya planteaba otro film poco anterior de la Disney, “La Bella y la Bestia” (1991).
Tiene un principio arrollador que te imanta a la pantalla, donde de fondo, mientras vemos sobreimpresionado el castillo Disney se oyen las míticas campanas de Notre Dame, mientras flotamos entre las nubes el sol marca sus angelicales rayos y al fondo sobresalen las colosales torres de Notre Dame, mientras escuchamos estremecedores cantos gregorianos, la cámara se hunde bajo las nubes y volamos sobre los tejados parisinos medievales, sus callejuelas y desde allí en un magno contrapicado volvemos a ver la catedral de Notre Dame, y comienza a sonar el vibrante tema cantado por Clopin (cual juglar) “The bells of Notre Dame”, y durante el bello tema asistiremos a la llegada del bebe (Quasimodo) a un nevado y tormentoso París con sus padres, y con ello se nos presentará al tétrico villano Frollo, que termina persiguiendo (con su azabache equino) por las calles a la madre con el bebé en brazos, llegar a las puertas de Notre Dame, y... (hay que verlo... esa imagen en contrapicado de Frollo a punto de lanzar al bebe a un pozo...), muchos niños viéndola pueden quedar traumatizados, los mayores quedaran subyugados.
Es una película con una amplia grieta generacional, en el enfoque adulto se habla del deseo prohibido, de los celos, de torturas, de flagelaciones, de revoluciones sociales en busca de una sociedad más justa (anticipando en siglos que acontecería en Francia), de los estigmas sociales o bien por raza (estremecedor momento xenófobo en que cuenta a Quasimodo la metáfora de las hormigas y los gitanos) , o por aspecto (Quasimodo), del despotismo del poder (Frollo), de tiranías contra los débiles, y para ello pone en alza un admirable discurso por la tolerancia, por superar los prejuicios sociales, por aceptar al diferente, loando el amor verdadero, la valentía, la integridad, la nobleza de espíritu, el sacrificio por lo que crees justo, ello en un desarrollo fluido y trepidante, donde no paran de suceder acontecimientos que hacen avanzar la trama. Ello discurriendo por una senda en la que hay espacio para mostrar el amor en todas sus vertientes, como el carnal, el platónico, el idealizado, el obsesivo, y el del sacrificio.
Pero su vertiente para el foco infantil abre un atrompicado desequilibrio entre temas serios que se tratan y algunos recursos cómicos que chirrían en el conjunto, ejemplo es el buen, en principio elemento que las gárgolas tomen vida por la soledad de Quaismodo, pero esto es para infantilizar la historia, sufriendo un bajón cada vez que estas aparecen, llega a crispar; Algunas pelea y luchas se sienten filtradas por una visión alevín, ejemplo la puñetera cabrita de Esmeralda, caricatura fachosa sin gracia; Se suma un final traidor con el libro, y demasiado acomodaticio, queriendo contentar a los niños para no golpearlos con un mundo cruel y más realista (licencia Disney).
Es la cinta Disney con una mayor dimensión hacia la fe cristiana-católica, hacia su fe y tradición, las palabras "Dios", "Señor", e "Infierno" se pronuncian más veces en esta película que en cualquier otro. Esto ya comienza desde su sibarita apertura en que la imagen se abre paso entre las nubes del Cielo (símbolo cristiano), pasando por los tejados de la medieval Paris hasta llegar a la imperial catedral Notre Dame, la unión del lugar donde se supone reside Dios con su correa de transmisión, el templo religioso. Varias de las canciones son adaptaciones de oraciones y cantos latinos.
Posee un arrollador villano, uno de los más crueles y retorcidos que haya dado la Disney, Frollo, sobre todo porque su maldad nace de su perversión, de su alma intoxicada, su xenofobia, su visión envenenada de la religión, del pecado, de no saber superar sus bajos instintos (maravilloso como huele lujuriosamente el cabello de Esmeralda), lejos de otros de la compañía que poseían poderes sobrenaturales, este es más humano, incluso en su perfidia tuvo un rastro de bondad al no matar a Quasimodo, es asimismo el símbolo del abuso del poder, de la autoridad déspota, extraordinario en voz original de Tony Jay, y también en la doblada del enorme Constantino Romero, sublime, teniendo sobre sí el placer de protagonizar el tramo más electrizante del film, me refiero al Apoteósico a la excitada canción “Hellfire”, en el Palacio de Justicia y frente a la gran chimenea ardiente el Averno parece abrirse ante nosotros mientras se acaricia lascivamente con el pañuelo de Esmeralda, donde la obsesión enfermiza, la lujuria, durante la cual la hipocresía en la que vive hace que todos sus demonios formen un akelarre llameante de fuego, en el deseo carnal deja constancia de cómo carcome al malo malísimo. La inspiración para el personaje fue el nazi Amon Goeth de “La lista de Schindler”, sanguinario racista que era capaz a la vez de estar obsesionado por su criada judía;... (sigue en spoiler)
Tiene un principio arrollador que te imanta a la pantalla, donde de fondo, mientras vemos sobreimpresionado el castillo Disney se oyen las míticas campanas de Notre Dame, mientras flotamos entre las nubes el sol marca sus angelicales rayos y al fondo sobresalen las colosales torres de Notre Dame, mientras escuchamos estremecedores cantos gregorianos, la cámara se hunde bajo las nubes y volamos sobre los tejados parisinos medievales, sus callejuelas y desde allí en un magno contrapicado volvemos a ver la catedral de Notre Dame, y comienza a sonar el vibrante tema cantado por Clopin (cual juglar) “The bells of Notre Dame”, y durante el bello tema asistiremos a la llegada del bebe (Quasimodo) a un nevado y tormentoso París con sus padres, y con ello se nos presentará al tétrico villano Frollo, que termina persiguiendo (con su azabache equino) por las calles a la madre con el bebé en brazos, llegar a las puertas de Notre Dame, y... (hay que verlo... esa imagen en contrapicado de Frollo a punto de lanzar al bebe a un pozo...), muchos niños viéndola pueden quedar traumatizados, los mayores quedaran subyugados.
Es una película con una amplia grieta generacional, en el enfoque adulto se habla del deseo prohibido, de los celos, de torturas, de flagelaciones, de revoluciones sociales en busca de una sociedad más justa (anticipando en siglos que acontecería en Francia), de los estigmas sociales o bien por raza (estremecedor momento xenófobo en que cuenta a Quasimodo la metáfora de las hormigas y los gitanos) , o por aspecto (Quasimodo), del despotismo del poder (Frollo), de tiranías contra los débiles, y para ello pone en alza un admirable discurso por la tolerancia, por superar los prejuicios sociales, por aceptar al diferente, loando el amor verdadero, la valentía, la integridad, la nobleza de espíritu, el sacrificio por lo que crees justo, ello en un desarrollo fluido y trepidante, donde no paran de suceder acontecimientos que hacen avanzar la trama. Ello discurriendo por una senda en la que hay espacio para mostrar el amor en todas sus vertientes, como el carnal, el platónico, el idealizado, el obsesivo, y el del sacrificio.
Pero su vertiente para el foco infantil abre un atrompicado desequilibrio entre temas serios que se tratan y algunos recursos cómicos que chirrían en el conjunto, ejemplo es el buen, en principio elemento que las gárgolas tomen vida por la soledad de Quaismodo, pero esto es para infantilizar la historia, sufriendo un bajón cada vez que estas aparecen, llega a crispar; Algunas pelea y luchas se sienten filtradas por una visión alevín, ejemplo la puñetera cabrita de Esmeralda, caricatura fachosa sin gracia; Se suma un final traidor con el libro, y demasiado acomodaticio, queriendo contentar a los niños para no golpearlos con un mundo cruel y más realista (licencia Disney).
Es la cinta Disney con una mayor dimensión hacia la fe cristiana-católica, hacia su fe y tradición, las palabras "Dios", "Señor", e "Infierno" se pronuncian más veces en esta película que en cualquier otro. Esto ya comienza desde su sibarita apertura en que la imagen se abre paso entre las nubes del Cielo (símbolo cristiano), pasando por los tejados de la medieval Paris hasta llegar a la imperial catedral Notre Dame, la unión del lugar donde se supone reside Dios con su correa de transmisión, el templo religioso. Varias de las canciones son adaptaciones de oraciones y cantos latinos.
Posee un arrollador villano, uno de los más crueles y retorcidos que haya dado la Disney, Frollo, sobre todo porque su maldad nace de su perversión, de su alma intoxicada, su xenofobia, su visión envenenada de la religión, del pecado, de no saber superar sus bajos instintos (maravilloso como huele lujuriosamente el cabello de Esmeralda), lejos de otros de la compañía que poseían poderes sobrenaturales, este es más humano, incluso en su perfidia tuvo un rastro de bondad al no matar a Quasimodo, es asimismo el símbolo del abuso del poder, de la autoridad déspota, extraordinario en voz original de Tony Jay, y también en la doblada del enorme Constantino Romero, sublime, teniendo sobre sí el placer de protagonizar el tramo más electrizante del film, me refiero al Apoteósico a la excitada canción “Hellfire”, en el Palacio de Justicia y frente a la gran chimenea ardiente el Averno parece abrirse ante nosotros mientras se acaricia lascivamente con el pañuelo de Esmeralda, donde la obsesión enfermiza, la lujuria, durante la cual la hipocresía en la que vive hace que todos sus demonios formen un akelarre llameante de fuego, en el deseo carnal deja constancia de cómo carcome al malo malísimo. La inspiración para el personaje fue el nazi Amon Goeth de “La lista de Schindler”, sanguinario racista que era capaz a la vez de estar obsesionado por su criada judía;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Quasimodo es personaje trágico, el guión le otorgar humanidad y sentimientos, la voz original de Tom Hulce, ayuda a dotarle de ternura y empatía, muchacho inocente y cándido cae bajo el influjo de la belleza salvaje de Esmeralda, encontrando a través de ella y su amor platónico fuerzas para rebelarse, aunque el libreto se encarga de suavizar el personaje, pues en la novela era más desfigurado, además de sordo y de expresarse torpemente, es el peaje Disney; Destaca sobremanera la heroína, lejos de la típica estampa de princesita rubia modosita de Disney, Esmeralda es una morenaza gitana, sensual, de bailes sexys, con unos cautivadores ojos azules, con una fuerte personalidad, autosuficiente, con la voz original de Demi Moore (en las canciones Heidi Mollenhauer), un derroche de encanto; El capitán Febo con voz original de Kevin Kline es la contraparte heroica de Quasimodo, este sí, paradigma disneyano, rubio, guapo, atlético, valiente, caballeroso y noble; Clopín con voz original de Paul Kandel es el narrador de la historia, especie de juglar gitano, también maestro de ceremonias en la Fiesta, y líder de la Corte de los Milagros, expone vivacidad y mucha energía vital; Y están las tres gárgolas, tres personajes creados ex proceso por el molde secundarios-infantiloides-Disney, meros recursos chistosos sin más función que provocar la risa... en los niños, doblados por Jason Alexander, Charles Kimbrough, y Mary Wickes (murió antes de completar su papel), podrían haber dado más de sí exprimiendo más el mundo interior de Quasimodo.
La puesta en escena resulta colosal, ya desde su mencionado inicio, un deleite visual y sonoro, con una fascinante dirección artística de David Goetz (“Zootropolis”), con la imaginería visual extraordinaria de un París en el Medievo, sus casitas de entramados de madera, sus callejuelas, su pavés, el siniestro Palacio de Justicia, y sobre todo la espectacular catedral de Notre Dame, todo cuidado con un mimo por el detalle epicúreo, conformando una visión cuasi-tridimensional de todo, ayudado por el protagonista, un “acróbata” que se descuelga por la fachada del templo de modo vertiginoso, sobre los caños de agua, sus gárgolas, los santos, sus columnas, las balaustradas, las bóvedas, los contrafuertes, las tejas, las vigas, y las colosales campanas tañendo, sumado a unas vistas desde lo alto de la iglesia sublimes, con la populista plaza abajo y el horizonte del Sena formando un aura cuasi-divina a los panorámicos fotogramas, con la avernal imagen de París ardiendo al son del “Paris Burning”, con sus masa de gente de un lado para otro, se siente real y embrujador, sumado al expresionismo gótico que se da, jugando con las sombras, con los claroscuros, con los picados y contrapicados, travellings verticales por las torres y sus campanas, el cromatismo frío seco, donde resalta el patinado terroso grisáceo, solo roto este por la luz policolorida filtrada del sol de las suntuosas vidrieras de la catedral y por los tremendos ojos verdes de Esmeralda, una especie de puerta al Edén, edificando por su metraje momentos sobrecogedores, rebosantes de brillantez sensorial. Esto se ve envuelto por la notable banda sonora, Alan Menken (música y letra) y Stephen Schwartz (letra), que por momentos suena a ópera (su tema intro), con canticos corales gregorianos que conmueven, o festivos como el “Topsy turvy” interpretado por Clopin, el que cantan las gárgolas “A guy like you”, o el “The court of miracles” también por Clopin, o el romántico “Into the sunlight”, y la esperanzadora “Someday” por All-4-One, cambiando de tonalidad dramática según lo requiere la acción y sirviendo los temas para exponer ingeniosamente la personalidad de los roles.
En conjunto, sumados sus muchos aciertos, con su pocos defectos me da una notable obra, de la que Victor Hugo podría sentirse a gusto viéndola. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: http://tomregan.blogspot.com/2017/02/el-jorobado-denotre-dame.html
La puesta en escena resulta colosal, ya desde su mencionado inicio, un deleite visual y sonoro, con una fascinante dirección artística de David Goetz (“Zootropolis”), con la imaginería visual extraordinaria de un París en el Medievo, sus casitas de entramados de madera, sus callejuelas, su pavés, el siniestro Palacio de Justicia, y sobre todo la espectacular catedral de Notre Dame, todo cuidado con un mimo por el detalle epicúreo, conformando una visión cuasi-tridimensional de todo, ayudado por el protagonista, un “acróbata” que se descuelga por la fachada del templo de modo vertiginoso, sobre los caños de agua, sus gárgolas, los santos, sus columnas, las balaustradas, las bóvedas, los contrafuertes, las tejas, las vigas, y las colosales campanas tañendo, sumado a unas vistas desde lo alto de la iglesia sublimes, con la populista plaza abajo y el horizonte del Sena formando un aura cuasi-divina a los panorámicos fotogramas, con la avernal imagen de París ardiendo al son del “Paris Burning”, con sus masa de gente de un lado para otro, se siente real y embrujador, sumado al expresionismo gótico que se da, jugando con las sombras, con los claroscuros, con los picados y contrapicados, travellings verticales por las torres y sus campanas, el cromatismo frío seco, donde resalta el patinado terroso grisáceo, solo roto este por la luz policolorida filtrada del sol de las suntuosas vidrieras de la catedral y por los tremendos ojos verdes de Esmeralda, una especie de puerta al Edén, edificando por su metraje momentos sobrecogedores, rebosantes de brillantez sensorial. Esto se ve envuelto por la notable banda sonora, Alan Menken (música y letra) y Stephen Schwartz (letra), que por momentos suena a ópera (su tema intro), con canticos corales gregorianos que conmueven, o festivos como el “Topsy turvy” interpretado por Clopin, el que cantan las gárgolas “A guy like you”, o el “The court of miracles” también por Clopin, o el romántico “Into the sunlight”, y la esperanzadora “Someday” por All-4-One, cambiando de tonalidad dramática según lo requiere la acción y sirviendo los temas para exponer ingeniosamente la personalidad de los roles.
En conjunto, sumados sus muchos aciertos, con su pocos defectos me da una notable obra, de la que Victor Hugo podría sentirse a gusto viéndola. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: http://tomregan.blogspot.com/2017/02/el-jorobado-denotre-dame.html