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Voto de TOM REGAN:
10
Voto de TOM REGAN:
10
7.5
50,152
Drama
La película consta de nueve tramas paralelas ambientadas en el Valle de San Fernando, en Los Ángeles: un niño prodigio, el presentador de un concurso de televisión, un ex-niño prodigio, un moribundo, su hijo perdido, la mujer y el enfermero del moribundo. Son historias aparentemente independientes, pero que guardan entre sí una extraña relación. (FILMAFFINITY)
17 de febrero de 2017
17 de febrero de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
13/13(19/01/17) Después del estreno de la película, Anderson dijo: "Realmente siento ... Que Magnolia es, para bien o para mal, la mejor película que haré en mi vida". Monumental tercer film del realizador y guionista Paul Thomas Anderson, Obra Maestra fascinante, deconstruye con saña y mordacidad incisiva una sociedad corrompida, degradada, egoísta, poniendo un hálito de esperanza cuando se hace una radiografía de los sentimientos de culpa, la búsqueda del perdón, el dolor, mezclándolos con el hecho de cómo marca nuestras vidas el trato que tenemos en nuestra infancia, crea para ello el director un mosaico deslumbrante de situaciones cruciales en la vida, y todo aconteciendo en apenas 24 horas en los que da tiempo a edificar una épica de la vida cotidiana, ello con claras influencias religiosas. Un macro-estelar reparto coral que apabulla por lo magnífico que están; entretejiendo entre todos ellos una red de relaciones que se enrarece conforme avanza el metraje, con diálogos sólidos, en increscendo dramático subyugante hasta desemboscar en su homérico clímax final. El título “Magnolia” alude a una flor muy popular en toda América, se caracteriza porque cuando sus estambres se separan, miran hacia el corazón de la flor, metáfora de las vivencias de los personajes.
Epopeya de la gente normal, una oda a la búsqueda permanente de respuestas, a la complejidad del ser humano, a sus aristas, a sus imperfecciones, arrollando con temas como la alienación en un mundo en que es gobernado por el materialismo, por los bajos instintos, el egoísmo, la forzada pérdida de la inocencia, una ácida crítica a una sociedad en crisis perpetua que corrompe desde la infancia, hace muchos presos de la soledad, de la incomunicación, de la rabia, donde la deslealtad, la infidelidad, el abuso de los menores, la pedofilia, y más lacras campan a sus anchas. Film que te atrapa ya desde su descolocante arranque, un magno y mordaz prólogo que nos habla de las coincidencias, del azar como motor de y catarsis: 1911, el ahorcamiento de tres criminales; 1958, homicidio de un hombre intentando suicidarse y a la vez siendo cómplice de su asesinato; 1980, un submarinista aparece muerto en lo alto de un enorme árbol; Tres ingeniosas tramas narradas en off por Ricky Jay (actor, mago y escritor) que nos hablan de que las más insospechadas coincidencias pueden producirse, las conexiones humanas, tanto físicas como sentimentales son posibles, y con esto ya te tiene atrapado el realizador.
Anderson habla con bisturí acerado sobre temas que nos calan por el modo férreo de narrarlos, haciéndonos reflexionar sobre el sentido de la vida, sobre el sentido de la muerte, sobre lo que queda en medio, sobre si es posible la redención, sobre la expiación de nuestros pecados, sobre la pérdida de valores, sobre si nos merecemos el perdón, las relaciones paterno-filiales, el peso de nuestra infancia en nuestra adultez, el amor verdadero, nuestro lugar en el mundo, es una incisiva y fascinante radiografía del dolor, del sufrimiento, de nuestros errores, nuestros miedos, nuestros fracasos, nuestras infelicidades, nuestros autoengaños, nuestros remordimientos, nuestras inseguridades, nuestras filias, nuestras fobias, etc. El realizador se sumerge de modo admirable en el ambiguo y desconcertante alma humana, ahonda en sus emociones a flor de piel, en sus ilusiones y sus tristezas, en sus miserias y sus anhelos, en el desarrollo de este monumental fresco caleidoscópico de los sentimientos nos muestra que podemos estar sumidos en el más oscuro de los túneles pero si avanzamos y no nos rendimos, si nos ayudamos unos a otros quizás podamos llegar a atisbar la luz salvadora, dibuja un rayo de esperanza, ello sin juzgar el comportamiento de los personajes, estos delineados de modo extraordinario.
El realizador californiano entreteje un universo de personajes al borde de una crisis existencial, un reparto coral de historias sombrías, que se entrecruzaran de modo penetrante, ello en un mosaico multicolor de problemas, donde todo están conectados por sus neurálgicos temas, que en este día deberán afrontar la batalla por llegar al siguiente con algo de dignidad y orgullo, personajes de aspecto fuertes, pero que esta falsa apariencia solo es una coraza para esconder su vulnerabilidad, seres al límite, muchos de ellos queriendo se les dé una segunda oportunidad que les pueda redimir o si no pueden explotar, una contienda contra el peso lúgubre del pasado, todo ello salpicado de un humor que sabe humanizar a los roles. Estos en un arco permanente de evolución imprevisible, haciendo sus penas cercanas, con lo que el espectador se puede sentir identificado de algún modo con su martirio, especie de calvario bíblico que queda remarcado por su clímax de resonancias apocalípticas.
Relato de una intensidad sublime, ritmo feroz, gracias a una cámara ultra dinámica, con excelsos planos-secuencia, gracias a un montaje electrizante, conjugando formidablemente y líricamente las diferentes tramas, siendo correa apoteósica de unión la omnipresente música, creando uniformidad y solidez narrativa, ello en un increscendo escalofriante de dramatismo, donde los personajes parecen quedarse sin aire, se siente más y más oprimidos, todo cual bomba de relojería a punto de estallar.
El elenco actoral es simplemente Colosal, en estado de gracia: Tom Cruise como el arrogante y lenguaraz Frank TJ Mackey, desborda la pantalla, la inunda cual tsunami con su fuerza emocional, un torbellino en sus incendiarios y misóginos soliloquios, un engreído y egocéntrico tipo que tras su rocosa fachada esconde un alma torturada por un pasado aciago, grandioso en su rol de gurú del sexo, de una oralidad vibrante, para en su tramo final resultar enternecedor, ello sin perder coherencia su personaje, mimetizándose con él, de forma obsesiva, puede que el mejor papel que haya y que quizás haga el cienciólogo actor;... (sigue en spoiler)
Epopeya de la gente normal, una oda a la búsqueda permanente de respuestas, a la complejidad del ser humano, a sus aristas, a sus imperfecciones, arrollando con temas como la alienación en un mundo en que es gobernado por el materialismo, por los bajos instintos, el egoísmo, la forzada pérdida de la inocencia, una ácida crítica a una sociedad en crisis perpetua que corrompe desde la infancia, hace muchos presos de la soledad, de la incomunicación, de la rabia, donde la deslealtad, la infidelidad, el abuso de los menores, la pedofilia, y más lacras campan a sus anchas. Film que te atrapa ya desde su descolocante arranque, un magno y mordaz prólogo que nos habla de las coincidencias, del azar como motor de y catarsis: 1911, el ahorcamiento de tres criminales; 1958, homicidio de un hombre intentando suicidarse y a la vez siendo cómplice de su asesinato; 1980, un submarinista aparece muerto en lo alto de un enorme árbol; Tres ingeniosas tramas narradas en off por Ricky Jay (actor, mago y escritor) que nos hablan de que las más insospechadas coincidencias pueden producirse, las conexiones humanas, tanto físicas como sentimentales son posibles, y con esto ya te tiene atrapado el realizador.
Anderson habla con bisturí acerado sobre temas que nos calan por el modo férreo de narrarlos, haciéndonos reflexionar sobre el sentido de la vida, sobre el sentido de la muerte, sobre lo que queda en medio, sobre si es posible la redención, sobre la expiación de nuestros pecados, sobre la pérdida de valores, sobre si nos merecemos el perdón, las relaciones paterno-filiales, el peso de nuestra infancia en nuestra adultez, el amor verdadero, nuestro lugar en el mundo, es una incisiva y fascinante radiografía del dolor, del sufrimiento, de nuestros errores, nuestros miedos, nuestros fracasos, nuestras infelicidades, nuestros autoengaños, nuestros remordimientos, nuestras inseguridades, nuestras filias, nuestras fobias, etc. El realizador se sumerge de modo admirable en el ambiguo y desconcertante alma humana, ahonda en sus emociones a flor de piel, en sus ilusiones y sus tristezas, en sus miserias y sus anhelos, en el desarrollo de este monumental fresco caleidoscópico de los sentimientos nos muestra que podemos estar sumidos en el más oscuro de los túneles pero si avanzamos y no nos rendimos, si nos ayudamos unos a otros quizás podamos llegar a atisbar la luz salvadora, dibuja un rayo de esperanza, ello sin juzgar el comportamiento de los personajes, estos delineados de modo extraordinario.
El realizador californiano entreteje un universo de personajes al borde de una crisis existencial, un reparto coral de historias sombrías, que se entrecruzaran de modo penetrante, ello en un mosaico multicolor de problemas, donde todo están conectados por sus neurálgicos temas, que en este día deberán afrontar la batalla por llegar al siguiente con algo de dignidad y orgullo, personajes de aspecto fuertes, pero que esta falsa apariencia solo es una coraza para esconder su vulnerabilidad, seres al límite, muchos de ellos queriendo se les dé una segunda oportunidad que les pueda redimir o si no pueden explotar, una contienda contra el peso lúgubre del pasado, todo ello salpicado de un humor que sabe humanizar a los roles. Estos en un arco permanente de evolución imprevisible, haciendo sus penas cercanas, con lo que el espectador se puede sentir identificado de algún modo con su martirio, especie de calvario bíblico que queda remarcado por su clímax de resonancias apocalípticas.
Relato de una intensidad sublime, ritmo feroz, gracias a una cámara ultra dinámica, con excelsos planos-secuencia, gracias a un montaje electrizante, conjugando formidablemente y líricamente las diferentes tramas, siendo correa apoteósica de unión la omnipresente música, creando uniformidad y solidez narrativa, ello en un increscendo escalofriante de dramatismo, donde los personajes parecen quedarse sin aire, se siente más y más oprimidos, todo cual bomba de relojería a punto de estallar.
El elenco actoral es simplemente Colosal, en estado de gracia: Tom Cruise como el arrogante y lenguaraz Frank TJ Mackey, desborda la pantalla, la inunda cual tsunami con su fuerza emocional, un torbellino en sus incendiarios y misóginos soliloquios, un engreído y egocéntrico tipo que tras su rocosa fachada esconde un alma torturada por un pasado aciago, grandioso en su rol de gurú del sexo, de una oralidad vibrante, para en su tramo final resultar enternecedor, ello sin perder coherencia su personaje, mimetizándose con él, de forma obsesiva, puede que el mejor papel que haya y que quizás haga el cienciólogo actor;... (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... Jason Robards como el moribundo Earl está sensacional, donde realidad y ficción se funden, extraordinario como incluso al borde de la muerte sabe proyectar toda una inmensa gama de emociones. Fue su última actuación, murió poco después de terminar de rodar; Julianne Moore como Linda realiza una portentosa actuación, derrochando raza, vigor, rabia, ira, su dolor te cala y te hace sufrir con ella; Philip Baker Hall como el presentador Jimmy Gator demuestra sobriedad y a la vez una dura personalidad, con economía gestual sabe dotar de tridimensión a su complejo personaje; William H. Macy como un ex niño prodigio venido muy menos, un perdedor sin rumbo que una vez fue un juguete televisivo, interpretado con mucha pasión entrega; John C. Reilly como el idealista oficial de policía Jim Kurring , brújula moral del film, hombre recto que ve su mundo tambalearse durante un extraño día, interpretado de modo magnífico; Melora Walters como Claudia, demuestra un tremendo mundo interior doliente, la amargura por un pasado tormentoso la mantiene al borde de una latente crisis histriónica, muy buena trasladándonos su angustia; Philip Seymour Hoffman es quizás el personaje más lineal, pero aún así es capaz de aportar mucha ingenuidad y ternura a su relación con Earl; Jeremy Blackman como el chico “empollón” de 11 años, dota su rol de patetismo mezclado con mucha aflicción, sobre todo en su trato con su despótico padre.
La puesta en escena resulta sobresaliente fisionándose de modo sublime con el poliédrico relato, con un fenomenal diseño de producción de William Arnold (“Embriagado de amor”), y Mark Bridge (“There will be blood”), recreando en Los ángeles y alrededores el urbanita y caótico entramado, ensalzado esto por la soberbia fotografía de Robert Elswit (“There will be blood”), con planos secuencia sibaritas (furibundos los 2 minuos 15 s donde Stanley llega al estudio para la grabación del concurso, una superlativa coreografía), con encuadres ingeniosos, con un uso del cromatismo muy expresionista, con absorbentes primeros planos, con movimientos de cámara vertiginosos, provocando que el objetivo no esté quieto esto deriva que el espectador se aplatane, se siente en medio de la acción constante, esto en una miscelánea magna con la edición de Dylan Tetchinor (“Zero Dark Thirty”), que contribuye a la sensación de inquietud y zozobra constante, se suman unos efectos especiales para el momento cumbre (no quiero spoilear) espectaculares en su realismo. Y está la banda sonora que entreteje con las imágenes de modo epicúreo, música compuesta por Jon Brion (“Olvídate de mí”) que se mezcla de forma neurálgica con los temas de la cantautora Aimee Mann, sirviendo sus palpitantes siete canciones con hermoso hilo que une todos los cambios de tramos, siendo uno de los grandes momentos escenificado por el “Wise up” (tema escrito originalmente para el film de 1996 “Jerry Maguirre”) que van cantando todos los personajes en sus diferentes lugares a modo de súplica de modo poético), temas que envuelven en un halo de melancolía y a la vez esperanza la historia, cuasi-divino el “Save me” (nominado al Oscar), otra rogativa de socorro, cierra la cinta, también se oyen temas pop como el “One” de Harry Nilson (al principio), “Goodbye stranger” y “The logical song” de los Supertramp, o música clásica como el “Así habló Zarathustra” de Johan Strauss, “Hungarian Dance No. 6 “ de Johannes Brahms, “La Habanera de Carmen” de Bizet, o “El bolero” de Maurice Ravel, imprimiendo estos elementos un sello único al coral relato.
Fresco grandioso de nuestra sociedad. Fuerza y honor!!!
Puedes leer más sobre el film en: http://tomregan.blogspot.com/2017/02/magnolia.html
La puesta en escena resulta sobresaliente fisionándose de modo sublime con el poliédrico relato, con un fenomenal diseño de producción de William Arnold (“Embriagado de amor”), y Mark Bridge (“There will be blood”), recreando en Los ángeles y alrededores el urbanita y caótico entramado, ensalzado esto por la soberbia fotografía de Robert Elswit (“There will be blood”), con planos secuencia sibaritas (furibundos los 2 minuos 15 s donde Stanley llega al estudio para la grabación del concurso, una superlativa coreografía), con encuadres ingeniosos, con un uso del cromatismo muy expresionista, con absorbentes primeros planos, con movimientos de cámara vertiginosos, provocando que el objetivo no esté quieto esto deriva que el espectador se aplatane, se siente en medio de la acción constante, esto en una miscelánea magna con la edición de Dylan Tetchinor (“Zero Dark Thirty”), que contribuye a la sensación de inquietud y zozobra constante, se suman unos efectos especiales para el momento cumbre (no quiero spoilear) espectaculares en su realismo. Y está la banda sonora que entreteje con las imágenes de modo epicúreo, música compuesta por Jon Brion (“Olvídate de mí”) que se mezcla de forma neurálgica con los temas de la cantautora Aimee Mann, sirviendo sus palpitantes siete canciones con hermoso hilo que une todos los cambios de tramos, siendo uno de los grandes momentos escenificado por el “Wise up” (tema escrito originalmente para el film de 1996 “Jerry Maguirre”) que van cantando todos los personajes en sus diferentes lugares a modo de súplica de modo poético), temas que envuelven en un halo de melancolía y a la vez esperanza la historia, cuasi-divino el “Save me” (nominado al Oscar), otra rogativa de socorro, cierra la cinta, también se oyen temas pop como el “One” de Harry Nilson (al principio), “Goodbye stranger” y “The logical song” de los Supertramp, o música clásica como el “Así habló Zarathustra” de Johan Strauss, “Hungarian Dance No. 6 “ de Johannes Brahms, “La Habanera de Carmen” de Bizet, o “El bolero” de Maurice Ravel, imprimiendo estos elementos un sello único al coral relato.
Fresco grandioso de nuestra sociedad. Fuerza y honor!!!
Puedes leer más sobre el film en: http://tomregan.blogspot.com/2017/02/magnolia.html