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Voto de TOM REGAN:
7
Voto de TOM REGAN:
7
7.1
8,091
3 de septiembre de 2022
3 de septiembre de 2022
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
280/31(26/08/22) Turbador drama canadiense dirigido y escrito por Atom Egoyan y protagonizada por Mia Kirshner, Elias Koteas, Sarah Polley, Bruce Greenwood, Don McKellar y Arsinée Khanjian (esta la espesa de Atom, estaba embarazada realmente en su rol de Zoe, dueña del local). Argumento con epicentro en el local titular, lugar ficticio, un club de striptease, donde el realizador de origen armenio, nacido en El Cairo pero afincado en el país norteamericano, vuelve a incidir en suso obsesiones fílmicas, ahondando en personajes heridos, alienados, seres infelices que buscan una vía de escape a sus frustraciones, en este caso en este local sexual donde cual ensoñación das rienda suelta a tus sueños de idealizaciones sexuales en mujeres, pero cual onirismo no puedes tocarlas, es el precio de este Paraíso, puedes disfrutar del ambiente erótico, pero la fruta prohibida es el tacto con estas ‘Diosas del Placer’, transgredir es ser expulsado de este particular Edén. Todo esto inspirado por la curiosidad de Egoyan sobre el papel que juegan los clubes de striptease en las sociedades obsesionadas con el sexo.
Un perturbador relato que tiene éxito en proyectar un estado de ánimo cuasi-lisérgico, a lo que contribuye la fascinante cinematografía de Paul Sarossy (“El Dulce Porvenir” o “Wicker Man”), componiendo tomas maravillosas del Exotica (creado por diseñadores de producción Richard Paris y Linda Del Rosario, que construyeron el set del club de en habitación sin usar en el Party Centre), un lugar anclado en medio de la nada, creando sensación de Oasis con palmeras y vegetación, en medio de la turbulenta y hostil urbe, de donde surgen ninfas que cual sirenas embrujan de forma tóxica al no poder rozarlas, y tras sus paredes grutas lóbregas sexteadas por falsos espejos para ‘espiar’, esto visto por filtros verde oscuros que dan impresión de lugar místico extraño, también evocadoras las tomas de ese paseo hacia la nada por el campo de una pareja, esto atomizado por la notable música del compositor Mychael Danna (“La vida de Pi” o “La pequeña Miss Sunshine”), ello con notorias influencia exóticas hindúes, con melodías a piano y viento enervadoras, añadiéndose para un tramo crucial el electrizante tema del cantautor canadiense Leonard Cohen "Everybody Knows".
Mezclando en su desarrollo la sensualidad con la amargura del dolor, el voyerismo con el deseo, la pasión con la angustia, el morbo con la opresión, ello en un microcosmos de personajes disfuncionales, nihilistas, averiados, todos con su propia tormenta interior latente, donde se dan cita también los celos, los sentimientos enfermizos, el fetichismo, la resignación, y las ansias de redención.
Las historias se entrecruzan, con un traficante de animales exóticos, Thomas (correctito Don McKellar), que por las noches busca acompañantes en la ópera; un inspector de hacienda Francis Brown (notable Bruce Greenwood), que ha perdido a su hija pequeña, y se enteró tras un accidente donde murió su esposa que esta era amante de su hermano, lleva a su sobrina adolescente Tracey (buena Sarah Polley), en una relación claramente malsana en sus resonancias pedófilas (a lo que juega sibilinamente Egoyan que piense el espectador cuando la vemos por vez primera darle 20 $ y ella diciendo que no está bien lo que hacen) para que haga de canguro de su hija que ya no está, ello mientras él va por las noches a Exótica, donde está obsesionado con una bailarina, Christina (ensoñación calenturienta Mia Kirshner); La dueña del Exotica, Zoe (cumplidora Arsinée Khanjian) embarazada que tiene sus miedos a lo desconocido mientras tiene un secreto romance; un speaker de Exótica, Eric (intenso Elias Koteas), que actúa de especie de demiurgo en las alturas presentando de modo poético e idealizado a las bailarinas eróticas, ello mientras siente grandes celos de los que se acercan a su ex (una bella bailarina), también ha tenido una relación con la dueña del local; tenemos a una sexy bailarina con su rol de pícara colegiala, Christina, con su faldita de cuadros, objeto del deseo constante, y que mantiene una relación secreta con uno de los protagonistas; y tenemos a la dueña del local embarazada, que debe lidiar con el convulso universo de su negocio. Historias que parecen paralelas pero que a medida que avanzan se van uniendo cual efecto mariposa.
Una estructura de atmósfera henchida de irrealismo, donde el club se llega a convertir en una especie de decadente pecera con peces bonitos en su interior que solo puedes admirar desde fuera, esto potenciado por esas cristaleras escondidas para que la dueña observe a escondidas.
“Mi meta principal es hallar el lenguaje que permita al espectador acceder a los estados interiores de los personajes. Entonces, si son personas que se recuperan de los efectos de un trauma, o si están tratando de ordenar y reorganizar sus vidas (…) debo hallar el ritmo y el lenguaje que me permita expresar eso. No es algo que haga intelectualmente, sino más bien musicalmente”. Atom Egoyan.
Es una historia poblada de seres con traumas que les impiden avanzar. Un sub mundo donde el trueque es la nota predominante, como pago de un taxi dan una entrada a la ópera; se paga por que bailen (en striptease) en exclusiva para ti; sobornas para que hagan algo por ti; pagan por cuidar de una niña que ya no existe, cuando en realidad pagas por compañía cuasi-pederasta.
Gran parte de la magia u inherente del film emana de la húmeda sensualidad que desprende Mia Kirshner como Christine, su aparición enjugada con el tema de Leonard Cohen “Everybody knows”, resulta hipnótica, con esos libidinosos movimientos, como se sube la falda, como se contonea, como embruja con esas piernas y lo que sugiere de donde se pierde la visita, sus lujuriosas caderas, todo embriagando al espectador en un aura etérea de deseo erótico.
Un perturbador relato que tiene éxito en proyectar un estado de ánimo cuasi-lisérgico, a lo que contribuye la fascinante cinematografía de Paul Sarossy (“El Dulce Porvenir” o “Wicker Man”), componiendo tomas maravillosas del Exotica (creado por diseñadores de producción Richard Paris y Linda Del Rosario, que construyeron el set del club de en habitación sin usar en el Party Centre), un lugar anclado en medio de la nada, creando sensación de Oasis con palmeras y vegetación, en medio de la turbulenta y hostil urbe, de donde surgen ninfas que cual sirenas embrujan de forma tóxica al no poder rozarlas, y tras sus paredes grutas lóbregas sexteadas por falsos espejos para ‘espiar’, esto visto por filtros verde oscuros que dan impresión de lugar místico extraño, también evocadoras las tomas de ese paseo hacia la nada por el campo de una pareja, esto atomizado por la notable música del compositor Mychael Danna (“La vida de Pi” o “La pequeña Miss Sunshine”), ello con notorias influencia exóticas hindúes, con melodías a piano y viento enervadoras, añadiéndose para un tramo crucial el electrizante tema del cantautor canadiense Leonard Cohen "Everybody Knows".
Mezclando en su desarrollo la sensualidad con la amargura del dolor, el voyerismo con el deseo, la pasión con la angustia, el morbo con la opresión, ello en un microcosmos de personajes disfuncionales, nihilistas, averiados, todos con su propia tormenta interior latente, donde se dan cita también los celos, los sentimientos enfermizos, el fetichismo, la resignación, y las ansias de redención.
Las historias se entrecruzan, con un traficante de animales exóticos, Thomas (correctito Don McKellar), que por las noches busca acompañantes en la ópera; un inspector de hacienda Francis Brown (notable Bruce Greenwood), que ha perdido a su hija pequeña, y se enteró tras un accidente donde murió su esposa que esta era amante de su hermano, lleva a su sobrina adolescente Tracey (buena Sarah Polley), en una relación claramente malsana en sus resonancias pedófilas (a lo que juega sibilinamente Egoyan que piense el espectador cuando la vemos por vez primera darle 20 $ y ella diciendo que no está bien lo que hacen) para que haga de canguro de su hija que ya no está, ello mientras él va por las noches a Exótica, donde está obsesionado con una bailarina, Christina (ensoñación calenturienta Mia Kirshner); La dueña del Exotica, Zoe (cumplidora Arsinée Khanjian) embarazada que tiene sus miedos a lo desconocido mientras tiene un secreto romance; un speaker de Exótica, Eric (intenso Elias Koteas), que actúa de especie de demiurgo en las alturas presentando de modo poético e idealizado a las bailarinas eróticas, ello mientras siente grandes celos de los que se acercan a su ex (una bella bailarina), también ha tenido una relación con la dueña del local; tenemos a una sexy bailarina con su rol de pícara colegiala, Christina, con su faldita de cuadros, objeto del deseo constante, y que mantiene una relación secreta con uno de los protagonistas; y tenemos a la dueña del local embarazada, que debe lidiar con el convulso universo de su negocio. Historias que parecen paralelas pero que a medida que avanzan se van uniendo cual efecto mariposa.
Una estructura de atmósfera henchida de irrealismo, donde el club se llega a convertir en una especie de decadente pecera con peces bonitos en su interior que solo puedes admirar desde fuera, esto potenciado por esas cristaleras escondidas para que la dueña observe a escondidas.
“Mi meta principal es hallar el lenguaje que permita al espectador acceder a los estados interiores de los personajes. Entonces, si son personas que se recuperan de los efectos de un trauma, o si están tratando de ordenar y reorganizar sus vidas (…) debo hallar el ritmo y el lenguaje que me permita expresar eso. No es algo que haga intelectualmente, sino más bien musicalmente”. Atom Egoyan.
Es una historia poblada de seres con traumas que les impiden avanzar. Un sub mundo donde el trueque es la nota predominante, como pago de un taxi dan una entrada a la ópera; se paga por que bailen (en striptease) en exclusiva para ti; sobornas para que hagan algo por ti; pagan por cuidar de una niña que ya no existe, cuando en realidad pagas por compañía cuasi-pederasta.
Gran parte de la magia u inherente del film emana de la húmeda sensualidad que desprende Mia Kirshner como Christine, su aparición enjugada con el tema de Leonard Cohen “Everybody knows”, resulta hipnótica, con esos libidinosos movimientos, como se sube la falda, como se contonea, como embruja con esas piernas y lo que sugiere de donde se pierde la visita, sus lujuriosas caderas, todo embriagando al espectador en un aura etérea de deseo erótico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Todo esto bueno está contrapesado con algunas taras. Hay lagunas estructurales donde parece que los defectos orgánicos serán ocultados bajo su mágica atmósfera; Tenemos una sub trama bastante pobre del criador de mascotas gay, no sé a dónde va esta sub trama, me resulta coja, me saca del núcleo del Exotica cada vez que pasamos a ella, me ha sido un palo entre los radios de una bici que va cuesta abajo; En el centro de casi todo está Christine, el objeto de deseo de cuasi todos, pero a su vez ella es un enigma que no se sabe quién es, una especie de manzana del Paraíso sin alma; Tampoco Eric me ha sido un personaje bien perfilado, se mueve por unos celos bastante planos, un rasgo al que le faltan matices; También esos bucólicos tramos por el campo de Eric con Christine especie de ensueños que nos sacan de la jungla de asfalto, quedan bonitos, pero no les veo conexión con el corazón de la historia, es como una película aparte; Y su final me ha sido muy plano, sin garra, acomodaticio, se queda a medio camino de la nada.
Egoyan escribió el guión, primero concibió la historia en el otoño de 1992, intrigado por la naturaleza ritualista de los bailes de mesa y la regla de que los clientes no pueden tocar a los bailarines, imaginando la historia de un bailarín que tiene un cliente principal. Creía que un club de striptease podría ser escenario importante para una película debido a las obsesiones sexuales de la sociedad y los roles de dichos clubes como "una salida sexual colectiva". Si bien quería retratar a los clubes con precisión, también creía que podía aportar una perspectiva escéptica.
Este es uno de esos films que te gana en su continente, en su perturbador ambiente que ter transmite y te cala, no recordaras el final, no recordaras el argumento, pero los efluvios que te deja extrañamente son incisivos e intensos. Gloria Ucrania!!!
Egoyan escribió el guión, primero concibió la historia en el otoño de 1992, intrigado por la naturaleza ritualista de los bailes de mesa y la regla de que los clientes no pueden tocar a los bailarines, imaginando la historia de un bailarín que tiene un cliente principal. Creía que un club de striptease podría ser escenario importante para una película debido a las obsesiones sexuales de la sociedad y los roles de dichos clubes como "una salida sexual colectiva". Si bien quería retratar a los clubes con precisión, también creía que podía aportar una perspectiva escéptica.
Este es uno de esos films que te gana en su continente, en su perturbador ambiente que ter transmite y te cala, no recordaras el final, no recordaras el argumento, pero los efluvios que te deja extrañamente son incisivos e intensos. Gloria Ucrania!!!