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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Drama Adaptación del clásico de Victor Hugo -la segunda del cine sonoro-, con una exhuberante Gina Lollobrigida como Esmeralda y el gran Anthony Quinn interpretando al tierno jorobado enamorado de la bella zíngara. (FILMAFFINITY)
30 de diciembre de 2016
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
254/22(21/12/16) Decepcionante versión francesa del clásico de Victor Hugo de 1831, dirigida por Jean Delannoy, es la primera versión de la novela homónima que en color, que aunque más fiel que las anteriores versiones al libro, sobre todo en su final, en su desarrollo peca de falta de intensidad, de falta solidez de los personajes, débilmente estructurados, en una fluidez que se desenvuelve a trompicones. El mexicano Anthony Quinn compone al menos desfigurado y menos jorobado de los Quasimodos y Gina Lollobrigida como Esmeralda, da belleza pero escasa personalidad a la zíngara bailarina, estos dos son los únicos que hablan en inglés, el resto del elenco está compuesto por actores franceses que han tenido sus voces dobladas a la lengua de Shakespeare. Es un film rebosante de colorido en sus vestuarios, con decorados cuidados pero no grandiosos, con un relato que entretiene pero no apasiona.

Al principio un pequeño incidente en el origen de la novela, en Notre-Dame habla de una visita a Victor Hugo, en el cual se reunió con "Anaykh" en una de las paredes cinceladas, palabra griega que significa tanto como "fatalite" o "destino inevitable" significa, y la cuestión de la criatura atormentada que esto ha dejado, han inspirado esta historia. En el año del Señor de 1482 en París, la hermosa gitana Esmeralda (Gina Lollobrigida) es detenida por el malvado Juez Claude Frollo (Alain Cuny), que luego dará a conocer el amor que siente por él. Pero ella no le corresponde su amor y se enamora del apuesto Febo (Jean Danet), el capitán de los guardias, que detiene a Quasimodo (Anthony Queen), el campanero de Notre Dame que había intentado secuestrar a la gitana por orden de Frollo. Pero después de una confusión Esmeralda se ve obligada a casarse con un el poeta Jean-Pierre Gringoire (Robert Hirsch), que estaba a punto de ser muerto por la compañía gitana de la que es parte. Febo a su vez está comprometido con la noble Lady flor de Lis (Danielle Dumont).

La cinta tiene la cruel tara de tener que compararla con las majestuosas versiones de 1923 con Lon Chaney de jorobado y con la de 1938 con Charles Laughton de Quasimodo, la hace palidecer, nada aporta más allá del color y su fidelidad al final original, el resto es bastante naif, sin fuerza dramática, sin conseguir sumergirte en este convulso tiempo. Los universales temas tratados sobre la intolerancia, los prejuicios sociales, el fundamentalismo religioso, la obsesión sexual, la frustración vital, y más, son tratados de un modo liviano, sin conmoverte, con situaciones que denotan artificiosidad, con diálogos trivializados, con un villano más plano que una mesa, con un guión de Jean Aurenche (“Juegos prohibidos” o “La travesía de París”), y Jacques Prévert (“El muelle de las brumas”, o “Los niños del paraíso”), se desarrolla de un modo torpe, creando confusión por unos personajes regularmente expuestos. Ejemplo lo mal presentados que está la Corte de los Ladrones, el drama humanista que rezuman las obras referidas de 1923 y 1938 queda aquí solapada por una fluidez atropellada, con evidentes lagunas orgánicas.

Anthony Queen da vida un Quasimodo que solo se destapa grande cuando toca las campanas alborozado abrazado a ellos en su vaivén estruendoso, en la intimidad peca de forzado y frialdad, algo de lo que el actor siempre ha sido un volcán, aquí se muestra un tanto retraído. Gina Lollobrigida es tan hermosa como gélida e inexpresiva. Alain Cluny es un malo malísimo superficial. Philip Clay como Clopin, el rey de los ladrones queda en un esbozo. Robert Hirsch como Gringorie queda cuasi-caricaturesco. Jean Danet como Febo es una presencia plúmbea.

La puesta en escena resulta correcta, no más, con diseño de producción de René Renoux (“El salario del miedo”), recreando en los estudios de Bolonia y en los de París los decorados de la catedral, la plaza y las callejuelas, un trabajo esmerado pero falto de la grandilocuencia de las versiones pretéritas, con escenas de masas de extras bien llevadas. La fotografía corre a cargo de Michel Kelber (“French can-can”), siendo la primera versión en color y cinemascope de la genial obra de Victor Hugo, transmitiendo gran cromatismo, con fulgurantes colorido en las rosetas de la catedral, pero adoleciendo del goticismo expresionista que requería el relato. La música es de Georges Auric (“Vacaciones en Roma”, que capta el dramatismo inherente al relato.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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