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Voto de TOM REGAN:
9

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9
8.4
35,319
Cine negro. Intriga. Thriller
Un agente de seguros (Fred MacMurray) y la mujer de uno de sus clientes (Bárbara Stanwyck) traman asesinarlo para cobrar un cuantioso seguro de accidentes suscrito a sus espaldas. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
6 de abril de 2012
6 de abril de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
69/23(28/03/12) En el décimo aniversario de la muerte de Billy Wilder he querido homenajearlo con la visión y crítica de su gloriosa ‘Perdición’, un clásico film noir, una monumental radiografía sobre la pasión, la lujuria, la avaricia, la traición y la maldad, basado en una novela de James M. Cain, el especialista en el hard-boiled (novela negra americana), que a su vez se basa en un hecho real acaecido en Queens-Nueva York a finales en 1927, con guión de Raymond Chandler (‘El Sueño Eterno’ o ‘Extraños en un tren) y del realizador. La cinta arranca con un tipo choreando sangre, Walter Neff (gran Fred Macmurray), entrando a altas horas de la noche al despacho de unas grandes oficinas, cogiendo un dictáfono y se pone a grabar una confesión, entonces se produce un flash-back (esto es original de los guionistas, en el libro no está) y nos enteramos que es un vendedor de seguros que conoce a la mujer de un cliente, Phyllis Dietrichson (gran Barbara Stamwyck), femme-fatale icono, una bella manipuladora, entre los dos saltaran chispas de lujuria, derivando en un plan para asegurar la vida del esposo sin que este lo sepa y posteriormente asesinarlo, para conseguir doble indemnización (‘Double Indemnity’, título original de la película), deciden complicarlo, el problema viene del jefe de Walter, Barton Keyes (magno Edward G. Robinson), un implacable investigador de estafas al seguro, tipo que presume de tener un enanito en el cerebro que le guía (sensacional metáfora de mosca tras la oreja). La cinta es un prodigio comenzando por su excelente guión del que manan situaciones y diálogos sensacionales (no en vano se podrá discutir quien ha sido el mejor director de la historia del cine, si Ford, si Welles, si Kubrick, si Kurosawa, si Hitchcock, etc, pero lo que no se discute es que el mejor guionista ha sido este austriaco, Billy Wilder), una obra de relojería en que las piezas encajan cual puzle, sensacional el running-gag que tienen Barton y Walter con con el encendido de cigarrillos, presentación de personajes brillantísimos, espléndida la primera secuencia en la que aparece Phillys, un alarde de ingenio, desde lo alto de unas escaleras, envuelta en una toalla, sugiriendo la posición de dominio sobre Walter que está abajo, luego viene la antológica conversación en el salón, donde los dobles sentidos son manejados de modo mordaz, jamás una pulsera-tobillera ha sido más sensual, la química entre los dos es sublime, son el yin y el yang, con un desarrollo fluido, y es que ninguno de los dos jamás ha estado mejor, fue el trabajo cúspide de sus carreras, la labor por la que serán recordados. La narración posee un increscendo dramático sofocante, donde ya no se puede escapar del destino, ayudado por de puesta en escena simplemente magnífica, la extraordinaria fotografía de John F. Seitz (‘Los Viajes de Sullivan’, ‘Días Sin Huella’ o ‘Sunset Boulevard’), un punto y aparte en Hollywood, el uso del expresionismo alemán, ... (continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
... donde los encuadres se hunden en una nebulosa oscura, un tenebroso juego de sombras que transmiten la negrura del relato, teniendo su zenit en el último encuentro entre Phillys y Walter, todo un prodigio de emisión de tinieblas, una atmósfera asfixiante se nos proyecta, donde los protagonistas cual vampiros del averno sacan sus emponzoñadas almas a relucir, escena cumbre en la Historia del Séptimo Arte, reseñar los decorados, donde sobresalen las oficinas de la Pacific All-Risk Insurance Company (copian las de la Central de Paramount Pictures en Nueva York), todo un fastuoso antecedente de las de ‘El Apartamento’. Punto y aparte merece el otro vértice del triángulo actoral el carismático Edward G. Robinson, su poderosa personalidad ensombrece a todos, su mirada penetrante, su lenguaje gestual, su porte, su contención, un alarde de lo que debe ser un actor. Wilder rompió reglas con esta obra, como lo de que un moribundo cuente su historia voz en off(elemento que recuperó para su Obra Maestra ‘Sunset Boulevard’, rizando el rizo, pues la voz es de un muerto), esto se suponía veneno para la taquilla al restar misterio al film, pero lo que pretendía y alcanzó es que nos centráramos en estos mezquinos protagonistas y su sordidez, en su frialdad, en la evolución que despliegan, excelente. Wilder demuestra gran maestría a la hora de plasmar escenas de gran tensión, ejemplo la visita de Barton a Walter mientras Phillys está escondida tras la puerta, o la de la visita del testigo del tren a las oficinas hablando con Walter, cortante, y donde el manejo de las elipsis es una delicia, el asesinato a sangre fría del marido se nos muestra fuera de plano con la escalofriante mirada de Phillys, , y más y más. En mi afán de buscar la perfección, le pongo un nimio pero y son los dos personajes Lola (Jean Heather), hijastra de Phillys, y su novio Nino (Byron Barr), están muy difusos, no poseen fuerza, son meras caricaturas, pero esto es una gota de agua en el mar. La preproducción en sí merecería otra película, Cain llevaba años intentando vender su novela a Hollywood pero el nefasto Código Hayes de censura cinematográfica se lo impedía, un adulterio con descripción de plan de asesinato era inadmisible, años después se volvió a publicar y despertó el interés de Wilder que se propuso sortear el Código, para ello el guión quería escribirlo con Cain, pero no estaba disponible por lo que tiró de otro escritor de novela negra, el creador del mítico detective Philip Marlowe, Raymond Chandler, este apareció borracho, fumaba en una apestosa pipa y no sabía nada de guiones de cine, se llevaron a matar, siendo un milagro su magno resultado, en la novela los amantes huyen juntos y se suicidan, la censura no lo pasaría, Wilder ideó dos finales distintos, los dos los rodó, en el descartado Neff es ejecutado en la cámara de gas, lo consideró demasiado moralista se quedó con el que ha pasado a la posterioridad y acertó. Clásico recomendable a TODOS. Fuerza y honor!!!