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Voto de TOM REGAN:
7
Voto de TOM REGAN:
7
Drama En Los Ángeles, durante una jornada especialmente agobiante a causa del calor y del colapso del tráfico, de repente, un ciudadano normal se rebela de manera violenta y destructiva contra todo lo que lo rodea. Bill Foster (Michael Douglas) no es más que un hombre corriente que supera como puede las frustraciones de cada día y que lo único que quiere es regresar a casa. Un oficial del departamento de policía (Robert Duvall) intentará ... [+]
19 de diciembre de 2020 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
407/16(13/12/20) Cautivador film dirige Joel Schumacher, aun con defectos, largometraje atractivo en su propuesta de un hombre común que explota en una sociedad enferma. Guión original del primerizo en la materia Ebbe Roe Smith, nos sumerge en un día caluroso en la cosmopolita urbe de Los Ángeles y como un tipo ordinario se embarca en una odisea estresante cruzando la ciudad californiana para llegar al cumpleaños de su hija, y por medio sufrirá episodios donde muchos nos veremos reflejado en su exasperación reflejada en su creciente violencia contra un sistema le ha fallado y nos está frustrando a todos, teniendo de protagonista a un gran Michael Douglas encarnando al reverso amargo de la American Way Of Life, donde se ataca el capitalismo, la inmigración que no se integra, a los radicalismos (neonazi en este caso), al clasismo, al absoletismo en el trabajo, a la meritocracia del consumismo. Un ingenioso film que comienza como una comedia negra y se va tornando en thriller angustioso sobre el alienamiento social que margina y echa al ‘basurero’ a muchas personas válidas, pero que ya no son ‘viables económicamente’. Teniendo como co-protagonista a la otra cara de la moneda que representa el rol del policía veterano en su último día de trabajo encarnado por un sensacional Robert Duvall, como tipo cansado, oprimido por una esposa neurótica, encuentra en este último caso un reflejo de su vida. La cinta se tildó en su momento de racista, por como arremete el protagonista contra el comerciante coreano, y por sacar a una pandilla de violentos gangs latinos, prefiero ver a D-Fens como alguien maleado por una sociedad que le empuja en caer en la demagogia, hijo de su tiempo, que tampoco es que deba ser ejemplar un protagonista, es complejo en sus ataques de furia.

La historia empieza de modo sugestivo, con el protagonista atrapado en medio de un atasco en una autopista en obras. El calor, el humo, el ruido, todo fabrica un coctel de irritación creciente. Vemos a un tipo con corte de pelo marcial, con gafas ejecutivo, con una camisa blanca de manga corta y corbata, con bolis en su bolsillo, que ante el panorama se desespera y abandona el auto, marchando campo a través con su maletín. Un comienzo claramente copiado-homenajeado de el de la obra maestra felliniana “Fellini 8 y medio”, solo que cuando Mastroiani levita por el cielo, aquí D-Fens surca el ‘Averno’ angelino. Y entonces comenzará una aventura de futuro incierto, donde el protagonista cual videojuego irá pasando diferentes pantallas, que radiografiaran una sociedad degrada, todo teniendo de espoleta que necesita cambio para llamar por teléfono, entonces entra en un comercio y el dueño (buen Michael Paul Chan) que no cambia dinero, que según D-Fens abusa con sus precios (acaso está atacando el libre comercio que ha hecho grande a USA?), ataca a la nacionalidad del dependiente (coreano) por no hablar bien el inglés (es un racista? Cuando la nación USA se edificó con emigrantes), respondiendo a su indignación con violencia. resultándome este primer encuentro grimante por mostrar a un tipo que cree han venido de fuera a atacar su modus vivendi americano, en una clara actitud xenófoba y despreciable; En su segunda etapa chocará con unos pandillero que con la excusa de erigirse en amos del barrio exigen un pago a D-Fens, este responde con violencia este apoderamiento tribal de los lugares, estos responderán con violencia atomizada, ello reflejado en una escena con bastante de humor negro por el modo ridículo en que disparan a D-Fens, aunque habrá víctimas colaterales. Acabando todo con una frase lapidaria de un D-Fens que ya se ha venido arriba, “Tomad clases de tiro, cabrones!”. Subtrama esta cliché, pero que deja buen regusto por lo bien manejada que está, haciendo al espectador empatizar con D-Fens, no como en la de la tienda; Después de tanto ajetreo a D-Fens se le ha abierto el apetito, total son las 11:30 de la mañana y ya se ha visto envuelto en tres acciones de violencia. Allí será provocado por un sistema férreo que no le deja desayunar después de las once y media, y que engaña con las fotos de la publicidad. Esto están muy bien, pero su modo de actuar atemorizando a unos comensales familiares con niños, y no me vale lo de Maquiavelo de que el fin justifica los medios; Entrará a comprar calzado en una tienda de artículos militares llevada por un neonazi (gran Frederic Forrest), tipo que se ve reflejado en D-Fens, pero nada es lo que aparece y todo acaba en otro salvaje tiroteo, donde además D-Fens cruza una línea de no retorno; Atacará a unas obras en una calle; Arremete contra los campos de golf y los golfistas, o contra los cirujanos plásticos (por lo mucho que ganan con la superficialidad humana); Teniendo tiempo para arremeter contra los pedigüeños aspirantes a pícaros, cuando desmonta a uno de estos con varias preguntas; Y todo desembocando en un final satisfactorio y nada complaciente, aunque previsible.

D-Fens primero podemos pensar que la espoleta de su explosión interna ha sido el atasco del inicio, pero a medida que conocemos de su pasado (por la investigación policial, y por llamadas telefónicas a su ex), sabremos que es ya un tipo cuando lo vemos, desequilibrado, hastiado del mundo, atormentado por lo que cree es una sociedad que lo asfixia. Es en esto donde podemos entender a este disfuncional hombre, vemos es producto de una sociedad que le ha hecho vivir una mentira durante décadas y ahora ha reventado, dejando entrever que es una persona que responde a las arbitrariedades de nuestro día a día, sin filtro, lo que muchos hemos pensado en algún momento con las cosas que le suceden a D-Fens, pero que no ha pasado de ahí, el protagonista lo hace cual justiciero ordinario que se pasa varios pueblos. La empatía que Schumacher requiere del espectador me queda a medias en este complejo sentido de que es D-Fens el reflejo sin filtros de nuestra, pero en sus desproporcionados actos se pierde la conexión... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
...Michael Douglas lo encarna con grandiosa autenticidad, sin caer la sobreactuación, ves a un tipo normal que desciende por una grieta sin capacidad de remisión, ves a alguien que cual traca no hace más que estallar una y otra vez, con una expresividad contenida, tipo matizado capaz de tomar por asalto un local de fast-food por no querer darle un desayuno, pero lo ves creíble, muy bueno. Hasta desembocar en ese duelo que él mismo contra el Sueño Americano (D-Fens: “Y yo soy el malo!? Cómo ha podido ocurrir? Hice todo lo que me dijeron. Sabía que construí misiles? Qué ayude a proteger América? Deberían premiarme por eso! ¡Y en cambio premian a un cirujano plástico! Hoy ha hecho calor, sabe... Vamos hombre… es perfecto. Duelo a muerte entre el Sheriff y el malo”). Personaje que se puede ver como una puesta al día del Travis Bickle de “Taxi Driver” (1977), donde la línea entre el héroe y el anti-héroe es difusa en moralidad ambigua.

Su contrapunto será el agente policial Prendergast, que está en su último día antes de la jubilación, un ‘chupatintas de oficina’, ello por el amor a su depresiva esposa, se encuentra alienado en su trabajo con un jefe que lo detesta ("no me fio de un hombre que nunca diga tacos", le dice). Es otro ser obsoleto para el sistema, material viejo a echar al patio trasero, asfixiado en un matrimonio enfermo por una marujona de mujer. Pero este no explota como D-Fens (bueno, en un momento dado sí pega un puñetazo, pero quizás se lo está dando a su esposa en el rostro de otra persona), es racional. Robert Duvall le da vida con ese carisma que siempre destila el actor, con fuerte carácter, con gestualidad parca pero siempre efectiva, empatizando con el espectador. Lo vemos varias veces en montaje paralelo padeciendo mientras D-Fens explota, cual espejo proyectado del propio Prendergast.

Entre los secundarios destacan tres mujeres Tuesday Weld como la irritante Sra. Pendergrast, muy buena en como emite ser una mujer metomentodo; Barbara Hershey como la ex de D-Fens, en un rol algo plano, pues su comportamiento resulta antipático al espectador, y ello no le da carácter más allá de ser repelente con su ex; Rachel Ticotin como Sandra, agradable compañera de trabajo de Pendergrast, con una gran química con Duvall.

La puesta en escena resulta notable en su función de irradiar un estado de ánimo. Ello desde su buen diseño de producción de Barbara Ling (“Erase una vez en... Hollywood”), paseándonos por un Los Ángeles deprimente, mugriento, sucio, feista, desde esa asquerosa autopista, los parques abandonados, las tenduchas, las paredes pintarrajeadas, las proclamas que vemos subliminales, las banderas USA, la tienda militar, la hamburguesería, y cual pirámide ascenderá a la cima representada en el campo de golf y la mansión del cirujano plástico, para volver a descender a Venice Beach; Esto potenciado por la cinematografía del polaco Andrzej Bartkowiak (“Speed”), dotando de realismo verité las secuencias, emitiendo en sus tonos apagados con predominancia de blancuzos dramatismo, relato totalmente diurno donde la cámara sabe emitir calor y sofoco ambiental.

Spoiler:

El tramo donde D-Fens hace algo que todos hemos querido, desenmascarar como unas obras municipales son una cortina de humo para desfalcar dinero. Queda muy divertido como saca un bazuca, no sabe cargarlo, y un niño que pasa por allí le alecciona, mostrando como la cultura de las armas está en los infantes. Pero que dispare un proyectil y explote provocando destrozos enormes, aparte de probables heridos, resulta pasarse bastante, esto habría hecho aparecer no solo a sin fin de polis, sino hasta el FBI.

En conjunto, me queda una película sugerente, con la que consigues engancharte en la espiral que te embarca el protagonista D-Fens emparejándola al carácter del poli que lo persigue, de los films (aun con sus taras) que te hacen pensar y eso nunca está de más. Fuerza y honor!!!
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