369/13(13/11/22) Delicioso último film dirigido por François Truffaut (ese mismo año le detectaron un tumor cerebral que acabó con su vida el 21 de Octubre de 1983, a los 52 años), un entrañable canto al cine negro (por eso lo del b/n monocromático fotografiado por su habitual barcelonés Néstor Almendros, intentando trasladar el aspecto del noir del Hollywood de la década de 1940), con recursos de este género, como asesinatos misteriosos, detectives, femme fatales, amoralidad, bajos fondos, detective con gabardina (Fanny Ardant), prostitutas, macarrillas, infidelidades, matones. Todo esto desde el filtro de comedia en que intenta dar la vuelta a muchos clichés, adornado con bastante de sus guiños cinéfilos (Hitchcock [el falso culpable, el voyerismo, o la duda de si es culpable o no el protagonista como en “Sospecha”], Kubrick ["Senderos de gloria"], o Henri-Georges Clouzot[“El salario del miedo”]), para una historia guionizada por el mismo y sus habituales Suzanne Schiffman & Jean Aurel, adaptando la novela pulp de 1962 “The Long Saturday Night” del autor estadounidense Charles Williams, cuenta la historia de un fin de semana, con Julien Vercel (buen Jean-Louis Trintignant, aunque la mayor parte del tiempo enclaustrado en la oficina, amén de estar opacado por su electrizante partenaire), un agente inmobiliario sospechoso de asesinar a su esposa y al amante de ésta (de ahí el rol de falso culpable tan hitchcockiano). Como Vercel está escondido en su oficina, su secretaria Barbara Becker (Fanny Ardant) investiga estos asesinatos sospechosos.

Un thriller con mucho de comedia (mordaz la entrevista que Fanny Ardant hace a una posible secretaria; como Fanny pasa dos veces por la ventana baja para ‘lucir’ piernas [fetiche de Truffaut] ante Vercel; como disfrazada de meretriz rechaza a un cliente por tener bigote; etc), con mucho de screwball, pero sobre todo con una iluminada Fanny Ardant que arrolla en su papel de mujer segura y valiente, brillante heroína que no le teme a nadie, pícara, inteligente, divertida, maravillosa en su interpretación, rompiendo los moldes de mujer florero de este tipo de films.

Un relato de entusiasta ligereza, con personajes pintorescos, con una trama juguetona que va dando giros de un lado a otro, con misterio e intriga, aunque en su tono conlleva la falta de sentido amenazante, de intensidad (ejemplo del tono de la película es la forma en que Vercel se toma la muerte su esposa, como si se le muere un tío en Panamá y no le deja ná). Jugando con la meta-realidad, ello por la introducción del elemento teatral en que está inmersa la protagonista (ensayando una obra amateur). Asimismo, es un relato que tiene diálogos y frases inteligentes, siendo la mejor cuando Vercel dice: “Me siento como un completo idiota. Significa que estoy enamorado?”

Un film con un ritmo fluido, donde las situaciones siempre están en movimiento, mayormente impulsadas por la energía vitalista de Barbara, suplantando personalidades, con brío, metiéndose en problemas una y otra vez, en las que sale con ingenio. Teniendo que ir, cual detective agudo, uniendo piezas, en otros lugares tropezando con la violencia (perverso uso del símbolo francés por excelencia) aunque sean fantaseadas, algunas teorías muy cogidas por los pelos, pero siempre avanzando, hasta que todo desemboca en un plan maquiavélico, coronado por un punzante epílogo.