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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
8
Romance. Drama. Comedia Holly Golightly es una bella joven neoyorquina que, aparentemente, lleva una vida fácil y alegre. Tiene un comportamiento bastante extravagante, por ejemplo, desayunar contemplando el escaparate de la lujosa joyería Tiffanys. Un día se muda a su mismo edificio Paul Varjak, un escritor que, mientras espera un éxito que nunca llega, vive a costa de una mujer madura. (FILMAFFINITY)
11 de julio de 2009
102 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que quede claro desde el principio: "Desayuno con diamantes" es una película hecha para soñar. Para soñar en rosa, a lo grande, con lo imposible. Como un paréntesis en el que todo parece detenerse durante un instante de eternidad: es más lo que transmite, que lo que es.

Paréntesis efímero, lujoso, burbujeante y decadente: fuera del cual la putilla anoréxica Lulamae flirtea con Mickey Rooney y José Luis de Villalonga. Fuera del cual, el escritor encarnado por George Peppard (ñam, ñam), se vende a ricas y maduras patrocinadoras de su "arte". Pero al abrirse el paréntesis, ella y él se ven absorbidos dentro de esa clase de vórtice conocido como "un día inolvidable". Dentro del mundo díainolvidablesco, Lulamae y el escritor son los felices habitantes de un mundo llamado Tiffany's, un mundo en el que las chicas de cascos ligeros encuentran a alguien que las quiera lo suficiente para darles un nombre y los escritores fracasados encuentra a un editor que les dice por fin que sus textos son dignos de ser publicados. En el mundo Tiffany's el tiempo presente ha desterrado al pasado y al futuro: todo se detiene, menos él y ella contemplando escaparates en Nueva York. Es tan ridículo, tan tópico y tan falsamente romántico, que resulta magistral.

La parte cómica es horrible y la parte amorosa no se salva demasiado pero finalmente te ríes, finalmente te emocionas porque es una película cuyo trasfondo te invita a jugar a un juego de imágenes en el callejón del Gato, en que no somos nosotros quienes reímos y nos emocionamos, sino nuestro reflejo deforme ante la vista de otro reflejo deforme: "Desayuno con diamantes". Una jugarreta genial.

Creo que todos eran conscientes de estar rodando una gran y multitudinaria farsa: el tiempo se encargaría de demostrarles que el cine siempre es una farsa, pero que existen pocas películas, como éstas que demuestren de forma tan contundente que nosotros también somos igual de farsantes.
Neathara
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