A diferencia de las 2 películas anteriores, las cuales fueron inspiradas en la obra de Michael Ende, aquí la historia es independiente de la novela homónima. En otras palabras, es una historia 100% surgida de la imaginación de Peter MacDonald, cuya fantasía, lamentablemente, es del tamaño de la cabeza de un alfiler.
La historia debió acabar en el filme de 1990, con mayor razón si consideramos que es ahí donde acaba el libro de Ende. Alguien tuvo la idea de continuar la historia con un argumento original y el resultado fue un descalabro; esta historia interminable se tradujo en un desastre interminable.
Nuevamente, tal como sucedió en la segunda parte, el elenco actoral fue renovado, con la diferencia de que esta vez, ni siquiera Thomas Hill quiso repetirse como el señor Koreander (tal vez porque intuyó que el resultado sería una calamidad). En su reemplazo estuvo Freddie Jones. Además, Jason James Richter sustituye a Jonathan Brandis como Sebastián, Julie Cox toma el lugar de Alexandra Jones como la emperatriz y Kevin McNulty releva a John Wesley Shipp como el padre de Sebastián. Atreyu, personaje importante en las películas anteriores, fue olvidado; ni siquiera se le menciona.
El resultado de esto fue un filme absurdo, incluso para el público infantil; un niño hubiese podido escribir algo mejor que esto. El único punto destacable (si es que podemos considerarlo como tal) es ver a Jack Black en sus inicios.