La aureola del filme y su presentación en Cannes me había hecho creer que Ridley Scott había realizado una épica original en base a la leyenda popular de Robin Hood. Si bien es cierto que hay algo de esto, no podemos equivocarnos. Se trata de un producto netamente de entretenimiento que rinde tributo al sistema con su ostentación de recursos en donde cualquier valor o atisbo de originalidad adquiere fuerza solamente por goteo o chorreo; al igual que sucede con los beneficios que reportan a los menos favorecidos las economías de mercado que rigen en los países subdesarrollados y a curiosa contramano del pensamiento del legendario arquero de Sherwood.
Scott, en efecto, se encarga de que la base de la puesta en escena sea un dechado de imágenes espectaculares, muy bien ambientadas y editadas, para apuntalar una propuesta vendedora sin importar demasiado la trascendencia intelectual de la historia que no va más allá de su adhesión a los parámetros políticamente correctos.
Por supuesto que esta condición no desmerece ningún filme pero si solo se trata de una vuelta de tuerca más al tema, entonces viene la decepción.
Estamos lejos del Ridley Scott realizador de títulos tan importantes como “Alien, el octavo pasajero”, hoy película de culto y “Blade Runner” muy cercana a la maestría. Ni siquiera nos acercamos al Scott de “La caída del halcón negro” que, para mi gusto, es muy superior a “The hurt locker” de la Bigelow si es que hablamos de filmes de guerra.
Estamos mas bien en la línea de “Gladiador” y “Cruzada”, no solamente por la identificación del género sino por la estilización y estructura narrativa con la diferencia en contra para “Robin Hood” de que actores como Russell Crowe y Cate Blanchett los sentimos como gastados y repetidos en sus papeles. Crowe, sobre todo, hace recordar al Gladiador de hace 10 años todo el tiempo y Blanchett ha sido ya demasiado expuesta en estos menesteres anteriormente. Además la historia sufre de un villano demasiado evidenciado que hace previsible casi toda la trama.
Sin embargo sería muy mezquino afirmar que el filme no se ve con interés. Habría que ser necio para quitarle mérito al gran esfuerzo de producción que lo rodea y que se plasma en esta idea. Por dicho motivo, en cuanto a taquilla, este Robin Hood sí da en la diana.