Aún tratando un tema tan extenso como puede ser la transición española, con medios de sobra, Alberto Rodríguez, como en su anterior El hombre de las mil caras, no llega siquiera a arañar la superficie.
Cine convencional que sólo logra trascender en momentos puntuales en los que imita el cine del primer Steve McQueen.
Una película que pasará sin pena ni gloria a la historia como la anteriormente mentada.