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España España · West Coast
Voto de Dabi:
7
Drama Estados Unidos, década de 1920. Clare es una mujer mulata casada con un racista blanco que se hace pasar por blanca, incluso ante su marido, para beneficiarse del estatus social y económico que les era negado a los negros en aquella época.
14 de noviembre de 2021
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Claroscuro es el debut como directora (y como guionista) de la actriz británica Rebecca Hall. Hall tal vez no sea una súper estrella, pero sí se ha ganado una reputación fiable por sus sólidas interpretaciones en películas como Vicky Cristina Barcelona, El truco final y The town (su mejor actuación, en mi opinión, la dio hace unos años en el drama independiente Christine, donde se marcó un papelón tremendo). En su primer proyecto tras las cámaras, Hall adapta Passing, la novela de 1929 de la escritora Nella Larsen, basada en sus propias experiencias como mujer mulata en Estados Unidos.

El título original, tanto de la novela como de la película, hace referencia al fenómeno social llamado "racial passing", es decir, cuando una persona perteneciente a un grupo racial determinado es aceptada o percibida como miembro de otro. Este era un camino que tomaban muchos mulatos estadounidenses para escapar del racismo durante la primera mitad del siglo XX. Es decir, se "hacían pasar" por blancos. Esto no es "ciencia ficción", como se ha dicho en alguna crítica de esta misma página. Es algo que sucedía de verdad y que está más que documentado.

Este fenómeno es la base de la película. Claroscuro utiliza la historia de dos mujeres negras que, por su color de piel, pueden pasar por blancas a ojos de la sociedad para explorar diversos temas sobre la raza, las raíces culturales, la identidad étnica, la clase social, la familia y la maternidad, entre otros. Su premisa es muy atractiva, y ofrece un enorme abanico de posibilidades temáticas y la posibilidad de crear una narrativa complejísima y llena de matices, matices que, tal vez por el tono solemne y distante que toma Hall a la hora de abordar la historia, no terminan de trasladarse con éxito.

Agradezco mucho (muchísimo) que se huya del melodrama y de la moralina. El guion se preocupa de establecer a los personajes y de no anteponer el discurso al fluir orgánico de la historia. Me gusta, también, cómo se disponen los elementos de la narración. La primera mitad, de hecho, me parece fantástica. Me atrapan su ritmo delicado y elíptico y la cadencia de las escenas, y la banda sonora, aunque de partitura algo repetitiva, se emplea con moderación y con buen gusto. Por desgracia, van pasando los minutos y Hall va desperdiciando una a una todas las oportunidades que la historia le ofrece de elaborar una tesis memorable. Da la sensación de que el relato se bifurca constantemente, de que, cuando surge la ocasión de profundizar en un tema, la historia opta por centrarse en otro, y así sucesivamente, y cuando llega el abrupto y confusamente resuelto desenlace, no se ha llegado a ninguna conclusión clara, y todos los arcos argumentales que se habían construido quedan flotando, ingrávidos y desperdiciados.

A pesar de eso, Claroscuro deja por el camino viñetas que, por sí solas, consiguen plantar semillas muy atractivas y explorar, aunque sea, algunas de las facetas de Irene a través de su relación con el entorno. Tal vez ella no quiera, como Clare, “pasar” por blanca, pero hay algo escamoso en su manera de proceder. Con su rol de madre devota y sobreprotectora, su ropa cara y su manera de expresarse, establece una separación deliberada entre ella y los demás, decide vivir en su burbuja de clase media y permanecer ajena a la opresión que sufre su raza. Quiere dejar claro que entre ella y su sirvienta, de piel más oscura, hay un abismo. Clare, a pesar de renegar de su raza durante años, reconecta con sus raíces, aprender a saborear los encantos de su comunidad. El desarrollo de ambas corre en paralelo, y su evolución se ve acentuada en función de cómo se relacionan la una con la otra. La tensión homoerótica, aunque leve, es palpable. Hay mucho que apreciar en lo que intenta expresar la película y no puedo menos que aplaudir su ambición, a pesar de no saber clavar el aterrizaje.

El apartado visual (cortesía del español Eduard Grau) es absolutamente exquisito. Pawel Pawlikowski me viene a la mente en múltiples ocasiones, por sus obvias similitudes formales (el aspect ratio no es el mismo, pero es parecido, y el luminoso empleo del blanco y negro es un rasgo característico del polaco), pero también por la forma que tiene Hall de encuadrar a los actores en el plano, especialmente en las escenas de interior. El blanco y negro, además, le sienta muy bien al tono melancólico de la historia, a su carácter suave e intimista, y la inteligente iluminación sirve para maquillar y para resaltar los diferentes colores de piel de los personajes, todos ellos, dicho sea de paso, muy bien interpretados. Ruth Negga, en especial, hace una labor encomiable encarnando el espíritu lúdico y sensual de Clare, pero también cabe valorar el meticuloso trabajo protagónico de Tessa Thompson, que sabe ir más allá de lo que a veces le ofrece el guion y expresar el mundo interior de Irene en todas sus imperfecciones.

En resumen, diré que Claroscuro me parece una película solvente e interesante, y creo que merece la pena verla por su amplitud de ideas, su tono decididamente antiefectista, su deslumbrante fotografía y sus competentes interpretaciones, pero con una mano algo más empática y una resolución más potente podría hacer sido uno de los mejores trabajos del año. A pesar de eso, sus virtudes eclipsas sus imperfecciones. Es un éxito, especialmente para ser la obra de una debutante. Habrá que vigilar de cerca la trayectoria de Rebecca Hall.

Calificación: Recomendable/Notable
Dabi
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