No me cae especialmente bien Nicolas Winding Refn, pero uno debe de aplaudir siempre el talento a la hora de desarrollar una obra como esta. Una de las obras con opiniones más polarizadas probablemente, una obra sobre naturaleza, la condición humana, la existencia y la religión.

Una de las más místicas representaciones de Odín, un guerrero esclavo, con extraños tatuajes, cicatrices, suciedad y sangre seca ajena por todo el cuerpo. Odín sigue tuerto y mudo, pero habla por él un niño rubio, no un cuervo. Una historia donde Odín se adentra en el hombre en un trabajo algo similar a "Aguirre, la cólera de Dios" del maestro Werner Herzog.

Dentro de la naturaleza, aniquilando a los hombres, haciendo infierno terrenal la naturaleza humana. Acabando con los hombres que juegan con Dios. Una bizarra puesta en escena, una exquisita fotografía y Mads Mikkelsen derrochando misticismo allá por donde va.

Una obra muy compleja, cerrada pero con muchas preguntas abiertas y para mí, uno de los grandes enigmas del cine contemporáneo. Puede gustar más o menos, pero no se puede negar su innato magnetismo, potencia visual y espectáculo sensorial que supone esta película.