Ya en aquella había una notable falta de imaginación para aprovechar al máximo el concepto de la película (la gente viviendo sus vidas en un juego de realidad virtual), cuyo valor máximo terminaba siendo la nostalgia por las IP que se permitían usar y la acción en 3D.

En esta se repite lo mismo, pero además se agrega que se supone que sea una comedia, por lo que se toma a sí misma menos en serio todavía, lo que no sería tan malo si no fuera porque el humor es muy pobre y sólo salvado ocasionalmente por el carisma de Ryan Reynolds.

En definitiva acá se repite esa superficial lucha entre "creadores" y "capitalistas explotadores" como en la película de Spielberg y otro romance cliché (aunque sólo bocetos), pero se le suma humor de bajo nivel, un "mensaje" sobre la "importancia de la libertad" que no podría ser más básico y el insufrible Taika Waititi como antagonista, logrando como resultado una película incluso peor.