Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Melón tajá en mano:
4
Drama. Comedia. Romance A partir del momento en que una pareja decide adoptar a un gato, su perspectiva de la vida cambia tan radicalmente que altera su percepción del tiempo y del espacio, y llega a poner a prueba su amor y su confianza. (FILMAFFINITY)
6 de diciembre de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de conquistarnos con 'Me and you and everyone we know' ('Tú, yo y todos los demás'), la directora norteamericana Miranda July regresa a la cartelera con 'THE FUTURE' ('EL FUTURO'), película que ahonda en los miedos que azotan e inmovilizan a todo individuo capaz de enamorarse perdidamente.

Como realizadora, Miranda July es más que solvente, elaborando con tacto la psicología de cada plano. Digamos que es atractiva en su forma de filmar el equilibrio entre elegancia y suciedad. Cosa distinta es qué quiere filmar: ahí el espectador tiene todos los argumentos posibles para discrepar.

Durante la primera mitad el tono narrativo alcanza una frialdad que roza lo enfermizo. El aspecto resulta demasiado snob y la banalidad se muestra en todo su esplendor. Parece más una postura pop que una película y buscando rendir homenaje a la normalidad tropieza en la mediocridad. El humor rebosa demasiada incredulidad.

La historia se hace intrascendente por los numerosos esfuerzos (en vano) de su directora queriendo ser sofisticada, moderna y original. Se puede tener la sensación de estar asistiendo al concierto de uno de esos grupos británicos donde las primeras dos canciones suenan guay pero el resto se parecen demasiado entre sí. El aburrimiento se ha puesto cómodo en la sala.

Los personajes buscan una señal que los mantenga unidos y despiertos. Miranda July se atreve de nuevo como actriz (ya lo hizo en su primer filme) porque sólo ella sabe qué demonios quiere expresar su personaje. Su compañero protagonista, Hamish Linklater, deambula sin un conflicto demasiado claro. Ambos están forzadísimos en unos diálogos marcados por lo superfluo.

Una escena sexualmente turbia marca el cambio de rumbo. El interés en la trama cambia por completo cuando en la ficción se hace de noche. Mucha atención a la cruda secuencia con que July, jugando con el binomio espacio- tiempo de sus protagonistas, consigue impregnar de terror el preciso instante de aceptar una verdad que puede cambiarte la vida en un solo minuto. La directora decide pararlo todo e invitarnos a pensar. Y da auténtico pánico.

Una sencilla metáfora nos cuenta que los recuerdos te persiguen hasta encontrarte, vestirte y no dejarte ver nada de lo nuevo que tienes delante. Cuando consigues asimilar toda la información, la película ya te tiene atrapado por completo. Claro que resulta casi heroico haber llegado despierto ahí.

Desgraciadamente vuelve a hacerse de día: la grandeza cierra su paréntesis y el filme te empuja otra vez al pozo superficial de lo indie por lo indie. El final está bien resuelto y aunque la última media hora es casi redonda, no consigue salvar el estropicio abismal del inicio.
Melón tajá en mano
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow