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España España · Barcelona
Voto de Rómulo:
8
Drama. Comedia Explora la historia real sobre cómo Dick Cheney (Christian Bale), un callado burócrata de Washington, acabó convirtiéndose en el hombre más poderoso del mundo como vicepresidente de los Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush (Sam Rockwell), con consecuencias en su país y el resto del mundo que aún se dejan sentir hoy en día. (FILMAFFINITY)
23 de enero de 2019
21 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El vicio del poder (Vice)

Admiro y envidio profundamente la capacidad de los estadounidenses para flagelarse, su irrenunciable espíritu de autocrítica, el saludable hábito de exponer y denunciar sus propias miserias y, a pesar de sus inocultables defectos -que lance la primera piedra quien esté libre de ellos-, la total libertad para expresarse, que ya desearían para sí los ciudadanos de algunos países que se declaran ostentosamente democráticos.
Y es que, Adam McKay, con una brillante trayectoria en el mundo cinematográfico como guionista y director, ha escrito y dirigido una de las películas más ácidas, corrosivas y desvergonzadas de las que tengo memoria. En “El vicio del poder”, expone sin tapujos la trayectoria de Dick Chenney, uno de los políticos más inmorales, rastreros y camaleónicos de la historia de EE.UU. Este oscuro personaje -expulsado de la Universidad de Yale por su desmedida afición al alcohol y un carácter bronco y agresivo-, llegó al poder empujado por la firme voluntad de su ambiciosa e inteligente esposa, Lynne. La paciencia, discreción y, sobre todo, la obediencia incondicional que profesó en todo momento a sus superiores, fueron los principales factores que lo elevaron hasta las altas esferas de la política.
Siendo Vicepresidente, un cargo irrelevante y más bien simbólico, contó con el apoyo del Presidente George W. Bush, Jr, un mequetrefe incompetente e irresponsable, como nunca antes se había visto. Así que Chenney aprovechó tan favorable circunstancia para cambiar las leyes y convertirse en el artífice de la Gran Mentira: invadir Irak por la supuesta fabricación de armas de destrucción masiva para repartir, después, los pozos petroleros entre sus poderosos amigos multimillonarios.
McKay mezcla con habilidad material documental para conferir a su película una explosiva fuerza narrativo, dotándola, además, de un ritmo endiablado que requiere de los cinco sentidos del espectador si éste pretende asimilar toda la información condensada.
La actuación de Chistian Bale como Dick Chenney, ayudado por una magnífica caracterización, es sencillamente asombrosa. Lo mismo ocurre con Amy Adams como su esposa Lynne y Steve Carrell y Sam Rockwell como Donald Rumsfeld y Bush respectivamente, al extremo de no distinguir, en algunos momentos, al personaje real de su doble.
Y aunque uno, a estas alturas, conozca los manejoos y trapicheos que se ocultan en los tenebrosos y mal ventilados vertederos del poder, siente escalofríos cada vez que los hechos se muestran en toda su descarnada realidad.
Y tal vez de aquellos barros, hoy el pueblo estadounidense se revuelca -y como extensión el mundo entero- en el repugnante lodazal en el que nos ha metido la versión más refinada de este especímen porcino que ha resultado ser el Presidente Donald Trump.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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